54.

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Llevamos todo el día aquí y su teléfono no ha dejado de sonar pero no ha atendido ni una sola vez.

-Deberías atender. -Le digo sentado en mi toalla con la espalda apoyado en la palmera detrás de mí.

-Sí, debería. -Se encoge de hombros acostada, sin intenciones de responder al móvil.

-¿No lo harás? -Se sienta y me mira.

-¿Me ves con intenciones de hacerlo? -Niego con la cabeza.

-Tal vez es importante, no ha dejado de sonar. -Se ríe.

-Tal vez lo sea. -Se muerde el labio. Está jugando.

-¿Es Néstor? -Asiente. Voy a hablar, pero se adelanta.

-No te preocupes por nosotros. Ya hemos hablado, no hay de qué preocuparse. -No estoy convencido y asiento con lentitud.

Ella se ríe otra vez y se vuelve a acostar en su toalla.

Ahora soy yo quien siente la necesidad de hablar con mi mejor amigo.

Perdóname, mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora