29.

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Entra a la tienda como siempre, pero esta vez mi mirada está en el periódico frente a mí en el mostrador.

De forma disimulada, la observo.

Se pasea por los pasillos de las golosinas mirándome porque no le he dicho nada, ni siquiera la he mirado directamente.

Después de unos minutos, carraspea frente a mí y levanto la mirada con lentitud para verla dando pequeños toques con las uñas en el mostrador.

-¿Cuándo has llegado? -Le pregunto tomándola por sorpresa.

-Dado que me recorrido la tienda dos o tres veces, hace unos minutos. -Responde con cierta confusión por mi forma de tratarla.

-No es una tienda grande y no te había visto. -Sonrío pero ella no. -¿Quieres algo? -Asiente despacio.

-Mi vicio, por favor. -Responde en un murmullo.

Me doy la vuelta en la silla para tomar el paquete de tabaco y dárselo, pero pienso en hacer algo y me vuelvo a girar hacia ella.

-¿Qué marca quieres? -Le pregunto aunque me la sé de sobra.

-Marlboro. -Dice aún en confusión y parece más una pregunta que una afirmación.

Asiento, me vuelvo a girar y le doy el paquete. Como siempre, no se lo cobro pero ella extiende el dinero hacia mí.

-Toma. -La miro. Esta vez, el desconcertado soy yo. -Si me vas a comenzar a tratar como si fuera una más o como una desconocida, será mejor que te cobres como tal lo que me dejas llevarme de tu tienda. -Deja el dinero en el mostrador y se va.

Asiento al aire viendo que no se ha sentado en el parque como siempre.

Esta vez ha seguido recto encendiéndose un cigarro.

Se gira a la mitad del recorrido, me mira y vuelve a retomar su camino.

Prefiero que me trate así.

Quizás se hará más fácil olvidarla.

Perdóname, mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora