Perdóname, mejor amigo.

43.

Cuando despierto, estoy solo en el sofá y por un momento pienso que todo lo que pasó con Katie fue un sueño.

Entonces, veo su paquete de cigarros vacío en la mesa de la sala y mi camiseta huele a su perfume.

No fue un sueño.

Ella estuvo aquí.

Todo pasó de verdad.

Miro alrededor sonriendo pero todavía es demasiado temprano, apenas entran los primeros rayos de sol por la ventana.

Voy a asearme y luego a la cocina para hacerme el desayuno. Los chicos están ahí ya.

Nos saludamos, hablamos un poco, pero nadie menciona nada sobre haberme visto dormir sobre el pecho de la novia de mi mejor amigo.

Cuando vamos saliendo de casa los cuatro juntos para ir a trabajar, Néstor me mira con los ojos entrecerrados, como si pensara algo que no dice, mira hacia la casa de Katie enfrente y suspira.

No digo nada y él tampoco. Solo nos despedimos y cada uno se va en su dirección.