| 30 | Raro

7.4K 578 77
                                    

​El sábado tan esperado por todos había llegado, hoy era la fiesta de mi prima Natalie. Toda la semana en realidad había pensado seriamente en decirle a Grant que la fiesta se había cancelado, pero noté que estaba bastante emocionado así que decidí no hacerlo. Si él quería conocer a toda mi familia por mí estaba bien, pero me daba miedo que lo llenarán con cuestionamientos extraños y que se espantará con mi dinámica familiar.

Grant condujo hasta la casa de mis papás, y vimos muchos carros estacionados en la calle. Sabía que estaba mi familia pero no creí que fueran a invitar a mucha más gente, no éramos una familia tan numerosa. Avanzó un poco más hasta que encontramos un espacio para estacionar el coche. La inteligencia espacial de Grant se hizo presente al estacionar el auto en dos movimientos y en reversa. Él apagó el carro y me detuve un momento a verlo. Durante el tiempo que llevábamos de novios me había dado cuenta de algunos de sus hábitos y costumbres. Por ejemplo, siempre que consideraba que una ocasión era importante se ponía camisa y se ponía un perfume diferente al que utilizaba a diario, se tardaba tres minutos más en peinarse y revisaba que sus puños estuvieran bien acomodados. Ese día en especial se había esmerado más en verse bien y lo agradecí, se veía más guapo de lo normal y me hacía sentir afortunada de tenerlo como novio. Y además mis tías iban a hacer un alboroto cuando lo vieran, pero podía tolerarlo.

-Estás nerviosa-afirmó mientras desabrochaba su cinturón de seguridad.

-Sólo se siente raro, eres el primer novio que traigo a la casa y me asusta que vayan a hacerte.

Y en realidad era el primer novio del que le hablaba a mis papás. El chico con el que había salido meses antes no había sido importante para mí. Así que no veía el sentido de hablar de él con mis papás o de presentarlo ante mi familia. Sospechaba que cuando llevara a alguien a la casa todos iban a pensar que era algo importante para mí y que eso significaba una boda. Pero las cosas con Grant eran diferentes, sabía que él era diferente a todos mis compañeros y a mis amigos. Independientemente de que fuera mayor, él sabía lo que quería y era bastante maduro de una manera que me hacía sentir mal. No me hacía escenas de celos tontas ni se comportaba como un niño pequeño, siempre apoyaba mis decisiones y respetaba lo que yo decidiera o quería, no me había presionado a nada, tomaba en serio la escuela y le importaba su trabajo. Ante mis ojos, él era todo un hombre y presentarlo ante mi familia me hacía sentir orgullosa porque les estaba presentando a un chico que para mí valía mucho como persona y como pareja.

-Así que ¿Debo dar una buena impresión?

-La vas a dar sin esforzarte, no debes preocuparte.

-No me preocupo, estoy bastante relajado.

Los dos bajamos del auto y nos colocamos de frente al portón, caminamos y toqué el timbre rogando que nadie me hiciera quedar en vergüenza. Grant me tomó de la mano y me sonrió, entrelacé mis dedos con los de él sintiéndome segura de lo que estaba a punto de pasar y escuché demasiadas risas a través del metal. Unos tacones se escucharon mientras se acercaban a la puerta color naranja. No había marcha atrás, eso estaba pasando.

Mi mamá abrió la puerta y en cuánto nos vio se acercó con una sonrisa, y justo cuando pensé que iba a abrazarme a mí se lanzó a los brazos de mi novio. Grant me soltó la mano para poder abrazar a mi mamá y me miró divertido mientras ella lo soltaba y lo miraba como si alegría hubiera llegado con él.

-Qué bueno que llegaron-Aseguró mi mamá mientras abría un poco más la puerta.

-Hola mamá-Respondí fingiendo estar molesta-Gracias por saludarme a mí también con tanto amor.

-Perdóname hija-Respondió mientras me abrazaba pero sin esa misma emoción que le dió a Grant-pero a ti te he visto mucho tiempo y más veces.

Grant comenzó a reír y yo solamente sentí como mis mejillas ardieron. Nadie iba a perder el tiempo para avergonzarme, no iban a dudar en comenzar a hacer las bromas y a contar las anécdotas familiares horribles. Eso nos llevaría a otro nivel y no sabía si estaba lista para enfrentarlo y dejar que Grant escuchará todo lo que mi familia tenía que decirle sobre mí. Mi mamá nos hizo pasar y sentí la mirada de toda mi familia sobre Grant, cuando cruzamos la puerta. Todos se quedaron callados mientras los dos nos quedamos quietos junto al perchero , y sentí como mi mamá estaba a punto de hacer algo que me pondría en vergüenza.

-Ya llegaron-anunció mi mamá

Saludé haciendo un gesto con la mano en el aire y sentí la mano de Grant apretarse contra la mía. Era un mentiroso, estaba nervioso.

-Él es Grant, es mi novio.- Ahí estaban esas palabras a las que tanto había temido por meses, no por decirlas en voz alta sino por a quién se las estaba diciendo. Mis tías sonreían en dirección de Grant y por un momento quise taparles los ojos para que dejaran de ponerlo incómodo. Mis tíos solo estaban esperando la reacción de mi papá porque jamás había hecho algo como eso. Grant imitó mi acción saludando a todos agitando su mano mientras decía hol.Todos sonrieron mientras mi papá se levantaba de su asiento.

-Siéntense.- Aseguró mi papá mientras se acercaba a Grant para darle un abrazo. Grant soltó mi mano para poder responder al abrazo de mi papá y los dos rieron. -Qué bueno verte muchacho

-Lo mismo digo.-Respondió Grant mientras se separaba de mi papá.

Dios mío a mi papá en realidad le agradaba Grant, no quería golpearlo ni matarlo. Realmente dudaba que alguien en el mundo entero odiara a Grant de ese modo. Todos regresaron a sus conversaciones y mi papá dejó un pequeño beso en mi mejilla a manera de disculpa por no haberme saludado primero. Sí, definitivamente tendría que acostumbrarme a que mi familia estaba más feliz en ver a mi novio que a mí.

Grant y yo caminamos a un sillón que estaba vacío y que afortunadamente no tenía a nadie cerca. Los dos nos sentamos y Grant tomó mi mano mientras acariciaba con su pulgar el dorso de mi mano. Sus manos dándome la confianza que necesitaba hacían que yo me sintiera más relajada, pero todavía no estábamos ni a la mitad de lo que se venía. 

Dieciocho  (Grant Gustin y _______)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora