| 03 | Sebastián

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Sebastián Corrales y yo nos habíamos conocido en la preparatoria. Él era un chico bastante extrovertido que se llevaba bien con todos. Yo no era particularmente popular pero tampoco estaba aislada. Él se había acercado a mí porque necesitaba aprobar su examen final de matemáticas para no tener que recursar la materia y había escuchado que yo era muy buena en matemáticas.

Prometió pagarme y así comenzamos a quedarnos dos horas todos los martes y jueves en la biblioteca para que pudiera aprobar la materia. Sebastián era pésimo en matemáticas y no me explicaba cómo había logrado aprobar el primer curso. Hubo momentos incluso donde creí que no lo lograríamos y me ofrecí a hacer trampa para que no reprobará. Pero Sebastián se negó y me dijo que quería intentarlo.

El día llegó y con orgullo me mostró el 6 anotado en su examen. A los dos nos pareció un 10 esa calificación. Después de eso seguimos hablando y nos hicimos buenos amigos. Nuestra amistad era extraña porque compartíamos muy pocas cosas académicamente, a él no le gustaba estudiar y a mi me encantaba. Él era un chico popular y muy sociable y yo no. Pero de alguna manera después de dos años nos habíamos vuelto mejores amigos.

Yo adoraba a Sebastián. Sentía que era como mi hermano y me sentí muy feliz cuando descubrí que íbamos a elegir una carrera que estaba en la misma facultad. Comenzamos a planear juntos nuestras aventuras universitarias pero nos encontramos con el pequeño detalle de que la universidad estaba muy lejos de nuestras casas y que probablemente ya no estaríamos tanto tiempo juntos como estábamos acostumbrados.

Sebastián tuvo una idea bastante loca que al principio rechacé, pero después me pareció una idea genial. Vivir juntos era la solución perfecta a nuestros problemas. La renta de un departamento era cara, entre dos era mejor. No estaríamos con desconocidos, nuestros papás se conocían e incluso eran amigos entre ellos. Nada podía salir mal.

Cuándo le planteamos la idea a nuestros papás ni siquiera lo dudaron, era una situación de ganar ganar para todos y nosotros estábamos más que felices de iniciar esta nueva etapa juntos.

El departamento era pequeño.Solamente tenía una cocina bastante sencilla ,una sala comedor en la cuál solo cabían 2 sillones y la mesa con las sillas prácticamente encimadas. Las 2 recámaras,la mía y la de Sebastián, eran muy sencillas y tenían lo indispensable pero nos funcionaba bastante bien. Vivíamos cerca de la escuela y podíamos ir caminando, la renta no era cara y además nuestros papás nos ayudaban con los gastos y eso era un alivio.

Vivíamos ahí de lunes a viernes y los fines de semana regresábamos con nuestras familias para poder estar convivir un poco con ellas. El mes anterior a comenzar las clases todo había funcionado bien entre nosotros y me alegraba mucho compartir esta etapa con él.

-Hola- grité mientras abría la puerta del departamento.

Miré a Sebastián sentado en el sillón mirando la televisión. Se veía bastante tranquilo, como si a él no le hubieran dicho que no era suficiente para su carrera.

-¿Cómo te fue?-dijo mientras tomaba el control de la televisión y bajaba el volumen,

-Bien,creo.-conteste mientras me sentaba en el otro sillón

Mentira, no me había ido bien. Tenía ganas de llorar.

-¿Qué se siente ser una de las pocas mujeres que estudia matemáticas?-contestó en tono burlón

Tomé el cojín que estaba debajo de mi y se lo lancé, él lo detuvo en el aire y odié un poco que fuera una persona con buenos reflejos.

-¿Te fue mal?-preguntó mientras acomodaba el cojín en su regazo y reía

-Si-conteste riéndome-De acuerdo a mis maestros, debo probar que merezco estar ahí en cada momento del día. ¿Y a ti?

-Súper-dijo alzando los hombros- No llegó mi último maestro y estoy aquí desde hace dos horas.

Sebastián estudiaba literatura, y era un mundo completamente opuesto al mío. No entendía como Sebastián lograba leer libros enteros en un día, pero supongo que él tampoco se explicaba cómo yo podía responder problemas con tantos números.

-Te envidio, yo estoy hundida en tarea.

-Ya pasará-dijo riéndose-¿Me preparas algo de comer?-dijo mientras me sonreía y trataba de parecer tierno.

-Prepárate tú-respondí molesta-Ya eres todo un adulto.

-No hay nada-dijo fingiendo tristeza-Vamos, y te invitó un café.

Sebastián y yo habíamos puesto un par de reglas y acuerdos para que pudiéramos funcionar como compañeros de casa. Esas reglas eran:

Yo cocinaba la comida y la cena.

Él se encargaba de limpiar toda la casa

Yo me encargaba de programar la lavadora, cada quien se hacía cargo de su ropa.

Él, por tener carro, se hacía cargo del súper y de llevarme a algún lugar cuando necesitará comprar algo.

Ninguno de los dos podía meter a alguien si el otro no estaba de acuerdo.

La hora máxima de llegada era a las 9, después de eso se procedía a cerrar la puerta con seguro

La televisión la ganaba el que agarrara primero el control

-Está bien-suspiré resignada-pero tienes que lavar todos los trastes.

-Es mi responsabilidad- respondió victorioso - Nadie cocina como tú, algún día aprenderé a hacer pasta tan deliciosa como la tuya, y algún día aprenderás a limpiar el baño como yo.

Reí porque sabía que era cierto, los dos teníamos que aprender del otro para ser adultos funcionales. Me dispuse a preparar todo para la comida, y me di cuenta que Sebas tenía razón. Solo teníamos verdura y un paquete de pasta, me las ingenié para hacer una especie de lasagna vegetariana y esperar que mi experimento supiera bien.

En el transcurso de la comida, Sebas y yo no paramos de hacer bromas. Sebas alabó mi habilidad de hacer comida con tan pocas cosas. Nos pasamos una hora sentados en el comedor contándonos lo que nos había pasado en el día.

Pero, yo no había querido tocar el tema de Grant. Sebas y yo éramos amigos desde hace muchos años pero no sabía cómo abordar el tema. Hace un año en una fiesta mientras Sebastián estaba muy ebrio me había confesado que le gustaba. Yo fingí no escuchar nada por el bien de nuestra amistad. Al día siguiente tuvimos una conversación bastante incómoda en la cual me confeso que yo le gustaba, pero que prefería seguir siendo mi amigo.

A pesar de haber hablado y haber quedado todo en claro, seguía pareciéndome extraño hablarle sobre un chico a él. No sabía cómo él podría tomarlo así que prefería mantener mis reservas sobre el tema.

Cuando terminamos de comer, Sebas me llevó al centro comercial. Habíamos acordado que él iba a ver los videojuegos mientras yo compraba mis cosas de la escuela. La lista de cosas era bastante grande, trataba de concentrarme en elegir los cuadernos pero venía a mi mente la voz de Grant y sus recomendaciones. Seguí sus consejos y me puse a buscar cuadernos de pasta dura con 3 materias. Casi había terminado mi lista cuando ví algo muy extraño.En el pasillo escuché la voz de Grant. 

Dieciocho  (Grant Gustin y _______)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora