El Prisionero Inconveniente

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—¡Johann! ¿Por qué subiste al americano a nuestro vehículo?

—Porque se viene con nosotros.

—¿Te has vuelto loco? ¡Estamos en una misión! ¡No podemos arriesgarnos a echar todo a perder por tus tonterías!

El teniente se restregó la cara muy preocupado. No era la primera vez que su compañero Johann Lehmann se salía del plan.

—¡No pasará nada! Diremos que es nuestro prisionero y que vamos a interrogarlo. ¡Lo necesitamos!

John Anderson estaba atado de manos y con una capucha negra en su cabeza, escuchaba aterrado a los dos oficiales nazis discutir sobre su suerte sin entender mucho de lo que estos decían.

—¿Por qué, Johann? ¿POR QUÉ? ¿Por qué nunca te apegas al maldito plan? ¿Qué demonios tienes en contra de seguir órdenes? ¡Somos soldados y estamos en una jodida misión! ¿Por qué siempre me haces lo mismo? ¡Fui un estúpido al aceptar venir contigo conociéndote!

—¡Eugen! Escúchame: Lo necesito...

—¡Ah! "Tú" lo necesitas... ¡La misión, no! El problema es que "estamos" juntos en esto y no me vas hacer salir fuera de lo que ya fue planeado por seguir tus estúpidas ideas.

—Mira: Sólo necesitamos ganarnos su confianza y te aseguro que nos puede dar mucha información útil. Acaba de desembarcar con los aliados, tiene que conocer los próximos movimientos de estos.

Johann se volteó hacía él y le quitó la capucha. Le mostró una gran sonrisa y comenzó hablarle en inglés.

—Sé que estás muy nervioso y lo comprendo, pero acabo de salvar tu vida y quiero ayudarte. Mi compañero está algo inquieto y quizás lo veas gritar mucho pero no debes preocuparte porque estás a salvo con nosotros.

En eso el joven reportero le gritó:

—¡Va a matarme!

  Al voltear hacía su compañero este le apuntaba al prisionero con su arma.  

—¡Eugen! Pero ... ¿Qué demonios?

—Esto es lo que va a pasar, Johann: Ordenamos al chofer que se detenga, sacamos al americano, le disparo en la cabeza y llevaremos su cadáver a París... ¡Fin de tu plan!

—¡Eugen! ¡Eugen! ¡Baja el arma! ¡Lo estás asustando! ¿Qué parte de ganarnos su confianza no entendiste?

—¡No voy a seguir tu estúpido plan! ¡No voy a poner en riesgo la misión!

—¡Eugen! Sólo...confía en mí.

—¡No! ¡No! ¡No! ¡No digas esa bendita frase de nuevo! ¡Cada vez que dices eso nos metemos en problemas peores! La última vez que mencionaste esa frase terminamos llenos de estiércol hasta el cuello...

"Nunca me digas Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora