Ese sábado, como de costumbre, lo primero que hizo al despertar fue correr a la ventana. Johann se asomó alegre para ver a su amigo pero...no estaba, tampoco se veía su padre trabajando en el jardín. Preocupado salió de su cuarto a toda prisa para buscarlos.
—¡Johann! Despertaste temprano hoy... ¡Buenos días!
—¡Buenos días, hermosa tía! —Dijo sin detenerse al bajar las escaleras.
—¿A dónde vas con tanta prisa?
—¿Yo? Eeehhh...sólo... ¿Has visto al señor Weinberg? Digo, no lo veo ni a él ni a su hijo trabajando en el jardín.
—¿Y de cuando acá te interesas tanto por el personal de la casa?
—Es que...sentí curiosidad. Siempre están aquí los sábados...y hoy no están.
—Ya no vendrán los sábados, ahora vendrán los domingos. El señor Weinberg me preguntó si existía la posibilidad de cambiar el día. No vi problema en ello, si fuera por mí lo tendría trabajando más días aquí, pero sólo tiene disponible el domingo. Al menos aun contaremos con él.
—¿Y no te dijo por qué el cambio? —preguntó curioso.
—Creo que es por un asunto de su religión. Comenzarán a asistir a la Sinagoga y los sábados es un día sagrado para ellos.
—¿Religión?
—Sí, me explicó que quería retomar la religión de sus padres por el bien de sus hijos, para brindarles una mejor formación. Deberíamos de seguir su ejemplo, hemos dejado de asistir los domingos a la iglesia, y eso está muy mal. Debemos dedicarle tiempo también a las cosas de Dios.
—Si...pues... ¡Bien! Lo que tú digas. ¿Y Gretchen?
—Creo que salió a pasear con Robert.
—¿Y el abuelo?
—Hoy se reunía con algunos ex compañeros.
—¿Qué? ¿Todos tienen algo que hacer hoy? ¿Y yo qué se supone haré? ¡Voy aburrirme como una ostra!
—De hecho tengo planes para ti. Hoy vas a acompañarme a mi reunión mensual en el club. Les he hablado tanto de ti a mis amigas... ¡Les encantará conocerte!
—¡No me jodas! ¿Qué tengo yo que ver con reuniones de mujeres?
—¡Johann Alexander Lehmann! ¿Qué vocabulario es ese? ¡Vas a acompañarme hoy! ¡Y espero que te comportes! Ve arreglarte... ¡Y vístete como un caballero!
—Pero...tía Bernadette... ¡Hoy es sábado! ¡Debería hacer algo divertido!
—¡Sube a cambiarte!
Johann subió arrastrando los pies. Presentía que sería un día muy aburrido y así lo fue. Pero el domingo en la mañana, allí estaba, justo frente a su ventana podía verlos desde el segundo piso trabajando en los rosales. Johann sintió un alivio muy grande al saber que estaba de nuevo allí trabajando junto a su padre. Luego de la faena, estaban sentados bajo un gran árbol que les brindaba algo de frescura y sombra en ese caluroso domingo.
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"Nunca me digas Adiós"
Historical FictionUn amor imposible, Una fuerza imparable. Quien conociera a Johann Alexander Lehmann sabía de ante mano que no era alguien que se rindiera fácilmente ante las circunstancias. "Volar" Fue su sueño desde muy pequeño y aun cuando era un niño debil y enf...