El nuevo amigo de Johann

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—¡No! —Sebastian apartó bruscamente a Johann de su lado— ¡Esto está mal! ¿Qué demonios hiciste? ¡No puedes hacer eso!

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—¡No! —Sebastian apartó bruscamente a Johann de su lado— ¡Esto está mal! ¿Qué demonios hiciste? ¡No puedes hacer eso!

—Te amo, no puedo seguir guardándome esto, me está matando.

—¡Johann! ¡No puedes sentir eso por mí! ¡Somos hombres! ¿Acaso tú eres un marica?

—Si amarte me hace ser eso, pues...lo soy.

—¡No! ¡Deja de repetir eso! Esto está muy mal, muy mal, Johann.

—Pero no te pareció tan mal hace un instante, ¿no es así?

Sebastian se levantó del piso muy nervioso y caminaba de un lado a otro con las manos en la cabeza sin saber ni qué decirle. Al ver su rechazo, Johann se sintió terrible, aunque no sorprendido; sabía muy bien que él no lo aceptaría.

—Sebastian...

—¡Cállate! ¡Ya has dicho y hecho más que suficiente! Ese beso...no significa "nada". No sé qué mosca te pico o qué tienes en la cabeza ahora, pero NO, ¿entiendes? Somos hombres, somos amigos y más nada.

—Eso no es lo que siento...

—¡Esto nunca pasó! ¡Estamos muy ebrios y eso es todo! Mañana habremos olvidado todo esto.

—Te amo, Sebastian, ¿eso no significa nada para ti? ¿No te importo?

—¡No me amas! ¡Estás confundido! Johann, y yo no siento lo mismo que tú, estás equivocado.

—Pero me correspondiste, sientes algo...

—¡No! ¡Ya basta! ¡Aléjate de mí! ¡No quiero verte más!

Diciendo esto, Sebastian se alejó corriendo de allí dejándole solo.

Johann se secó las lágrimas y se levantó del piso. Se fue caminando cabizbajo por las oscuras y frías calles de Berlín hasta su casa. A lo lejos se escuchaban algunas sirenas, pero no se veía ni un alma por esa avenida. Al llegar a su casa encontró a su tía y a su hermana despiertas y muy angustiadas.

—¡Johann! ¡Estás bien! —Su tía le abrazó apenas le abrió la puerta. —¿Dónde estabas metido? ¿Qué te pasó? ¿Te hicieron daño?

Johann estaba sucio, con toda la ropa ajada de la pelea y tenía algunas magulladuras en el rostro que recibió al intentar proteger a Sebastian. Gretchen se le acercó muy preocupada, pero también molesta ya que al ver cómo venía y su actitud se supuso claramente lo que había sucedido.

—¿Fue por culpa de Sebastian, verdad? ¡Volviste a arruinarlo todo por su culpa! ¿Hasta cuándo vas seguir desperdiciando tu vida por seguir detrás de ese gamberro?

—¡Ya basta! ¡Cierra la maldita boca! ¡Estoy cansando que te metas en mi vida! ¡No eres mi madre! —Johann muy alterado y furioso empezó a pagar toda su frustración con su hermana,

"Nunca me digas Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora