Mientras estuvo el abuelo presente dirigiendo el trabajo, Johann y Sebastian se dirigieron la palabra fingiendo normalidad. Como cada tarde, dedicaban unas horas en privado a culminar el refugio antibombas situado en la parte profunda del bosque, dentro de la propiedad de los Lehmann. Para ese punto los jóvenes ya habían culminado la labor de reforzar los cimientos, de hacer la instalación del baño y mejoraron las conexiones eléctricas. El abuelo verificaba ese día que todo estuviese listo ante cualquier emergencia.
—Falta sólo completar el suministro de provisiones y agua. Quizás pudiésemos hacer alguna clase de conexión desde el rio hasta acá, de esta forma podríamos surtir el escusado y la ducha, usando sólo el agua potable para lo indispensable.
—¿Desde dónde está el rio hasta acá? ¡Vaya! ¡Eso es mucha tubería! —exclamó Sebastian que sabía muy bien la distancia del rio hasta el refugio.
—Sí, es mucho trabajo, pero ante una situación de emergencia podría ser la única forma de surtir de agua el refugio. —respondió el abuelo mirando hacía la dirección donde se ubicaba el rio.
—¿Crees que en realidad lleguemos a usarlo? —preguntó Johann mientras se sentaba bajo un árbol a descansar.
—Pues, ¿has escuchado esa frase que dice "es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo"...? Espero que sea así. Pero cada día que estos bastardos nazis siguen en el poder nos arrastran a la guerra. Así que lo menos que podemos hacer es prepararnos. Aunque por hoy han hecho suficiente. Mañana podemos venir acá y hacer los planos, así veremos que tan viable será meter la tubería del rio hasta acá. Por ahora, ¡vayan a descansar, muchachos!
El abuelo se secó el sudor de la cara con su pañuelo y luego se retiró, dejando a los jóvenes a solas mientras estos se disponían a recoger las herramientas y cerrar el lugar. Al ver que al anciano ya estaba lo suficientemente lejos de ellos, Sebastian se acercó a Johann para intentar hablar con él.
—Johann...
—¡No! —Apenas escuchó su voz, Johann se dio vuelta y le confrotó— ¡No más, Sebastian!
—Johann, déjame que te explique...
—¡No! ¡No quiero que me expliques nada! ¡No quiero escucharte más nunca! Y es que ni siquiera te imaginas lo que me cuesta disimular delante de mi abuelo, lo que "aguanto" mientras finjo que entre nosotros no ha pasado nada malo, cuando la verdad es que no quisiera volverte a ver jamás en mi vida. Pero ahora resulta que no sólo debo soportarte en mi casa todos los días, sino que también a tu novia.
—¡No tenía otra opción, Johann! ¡Yo no quería hacerte daño!
—¿No querías hacerme daño? ¿Bromeas? ¡Me usaste! ¡Me mentiste! ¡Jugaste con lo que sentía por ti!
—¡Johann, no digas eso! Sé que he sido un patán contigo, pero con todo... Yo te amo.
—¿Me amas? ¡Esa si que es la mayor mentira que me has dicho!
—¡No te miento! ¡Yo te amo!
—¡Tú no me amas! ¡Nunca me has amado! Ni siquiera me has respetado. Yo he estado enamorado solo todo este tiempo, he sido tan patético creyéndote una y otra vez, y tú lo único que has hecho es burlarte de mí. ¡No más! ¡No más, Sebastian! No vas a volver a manipularme más. Yo estaba dispuesto a todo por ti, ¡a todo! ¡Lo sabes! Y ni siquiera pudiste impedirme que me ilusionara con lo que sabías que no sucedería. ¿Eso no es ser cruel?
—¿Crees que era fácil para mí? Quería decirte la verdad, quería contarte lo que estaba pasando, pero cada vez que te veía a los ojos y te escuchaba, me acobardaba. Sencillamente no podía hacerlo, Johann. ¡Lo siento! ¡No quería mentirte! Yo también deseaba estar a tu lado y marcharme contigo de aquí, pero eso sólo era una ilusión, no era real.
ESTÁS LEYENDO
"Nunca me digas Adiós"
Historical FictionUn amor imposible, Una fuerza imparable. Quien conociera a Johann Alexander Lehmann sabía de ante mano que no era alguien que se rindiera fácilmente ante las circunstancias. "Volar" Fue su sueño desde muy pequeño y aun cuando era un niño debil y enf...