ELDORADO

4.6K 544 244
                                    

A un cuarto para las tres de la tarde, Johann corría por las calles llegando muy extenuado, pero puntual a la Alexanderplatz según lo acordado con su tía. La hermosa plaza quedaba en el distrito más concurrido de la ciudad de Berlín, cercano al Palacio de Justicia y otros entes gubernamentales. Apenas se sentó en el banco cuando vio a su tía bajarse de un taxi, entonces se levantó y fue hasta ella. 

—¿Tuviste que esperar mucho?—preguntó la dama.

—Eeehh...no. De hecho creo que ni siquiera son las tres.

—¡Ah! Debo tener adelantado el reloj, luego lo mandaré a revisar. Bien, mejor así. ¡Ven! ¡Vamos a caminar!

—¿A dónde vamos? ¿Al club social...? ¿A comprar las cosas que faltan para la boda?

—No esta vez. Vamos a visitar a un amigo, pero a donde vamos es mejor ir a pie y tratar de no llamar mucho la atención. Digamos que no es un sitio muy..."respetable" que digamos. Así que seremos muy discretos al entrar.

Johann quedó muy sorprendido de las palabras de su tía y su curiosidad se despertó de inmediato, pero no respondió nada y se limitó a seguir en silencio los pasos apresurados de esos altos tacones de la dama. 

Después de caminar varias cuadras entraron a un largo callejón. Había una pequeña puerta de metal, su tía se detuvo frente a esta, pero antes se volteó muy seria hacía su sobrino.

—Tienes que prometerme algo antes de entrar: No se supone que una dama distinguida como yo, ni un jovencito menor de edad y de alta sociedad como tú estemos en este lugar, no es propio y debemos cuidar nuestra reputación y apellido, Johann... ¿Comprendes esto?

—Realmente...no comprendo nada, tía.

—Bueno, te lo haré más simple: No se te ocurra preguntarme por qué conozco este sitio, ni le dirás a nadie que yo te he traído aquí, de hecho NUNCA has venido aquí, ¿ahora sí está claro?

—Está bien... pero... ¿Qué es este lugar?

—Este lugar es...es...como un "sueño", no existe...pero es real.

Johann le miró aún más confundido de lo que estaba al principio. Su tía lo ignoró y golpeó la pesada puerta hasta que una voz femenina le atendió.

—¿Quién?—preguntaron desde adentro.

—Soy yo, Effi. Dieter me espera...

—¿Bernadette?

Cuando la puerta se abrió, una extraña mujer, vestida de forma muy estrafalaria y llamativa, le saludó con mucha emoción. Luego dirigió su vista al joven muy sonriente.

—¿Y este niño tan lindo quién es? ¿No me digas que ahora te dio por salir con jovencitos así?

—¡No, tonta! Es mi sobrino, te he hablado de él alguna vez...el hijo de Erich.

—¡Ah! Debí reconocerlo, se parece mucho a su padre. Pero no se queden allí, ¡pasen!

Al entrar, Johan se quedó boquiabierto. Era alguna especie de teatro o algo parecido, había muchas cosas de utilería, cableado, luces, ropa y disfraces en cajas y colgados por doquier. También mucha gente yendo de un lado a otro...con muy poca ropa. 

Seguía a su tía quien caminaba con la desconocida a través de todo aquello, hablaban y hablaban sin prestarle mucha atención al joven que estaba casi espantado de lo que veía. Se detuvieron entonces frente a un camerino y la mujer se acercó de forma muy coqueta a su tía.

—¡Termina rápido con Dieter! Hay alguien aquí que llegó ayer de París y...seguro querrás verla.

—¡No me digas qué...! ¿Ella?

"Nunca me digas Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora