La Noche de los Cuchillos Largos - 2° Parte

3.8K 448 206
                                    


Luego de escribir la carta, el anciano colocó la pistola en su boca. En ese momento recordó a su amada esposa y a su mente vinieron los rostros de sus hijos pequeños, sus amigos y compañeros de guerra y la llegada de Johann y Gretchen a su hogar. Una lágrima corrió por la mejilla del viejo y fue cuando puso su dedo en el gatillo dispuesto a accionarlo.

—¡Abuelo! ¿Estás ahí?

La voz de Johann fuera del despacho le hizo estremecer. Reaccionó guardando el arma en la gaveta de su escritorio y ocultando la nota.

—¿Qué quieres? ¡Estoy muy ocupado, Johann!

—Lo siento, abuelo...necesito decirte algo. Sólo serán unos pocos minutos. —Le respondió el joven del otro lado de la puerta.

—Pasa...

Johann entró al despacho y lo primero que notó es que su abuelo estaba empapado de sudor y se veía algo perturbado.

—¿Sucede algo?

—No, nada, Johann. ¿Qué es lo que querías decirme?

—Es que...bueno...lo que quería decirte...

—¡Termina de hablar, muchacho!

—¡Bien! Quiero que seas realmente sincero conmigo: ¿Crees que pueda pasar la prueba e ingresar a la academia de vuelo? ¿En serio lo crees?

—¡Por supuesto que si lo creo! ¡Aprobarás la prueba! Eso lo llevas en la sangre.

—¿Hablas en serio? ¡Pues yo creo que no! Estoy muy por debajo de ser un verdadero militar y para ingresar a la Luftwaffe en nivel de exigencia actual es muy alto, ¡buscan a los mejores entre los mejores! Yo ni siquiera llego a "bueno". ¡Tú lo sabes!

—Has mejorado, Johann, no seas tan duro contigo mismo.

—Abuelo ni siquiera puedo darle la vuelta al parque sin que no me dé un ataque de asma. ¡Así de patético soy!

—¡Pamplinas! Roma no se construyó en un día, Johann. Todos los días has logrado avanzar un poco más. Se trata de que vayas desarrollando "resistencia" y que puedas ir rompiendo tus límites. ¡Antes no corrías ni una milla! ¿Y ahora...?

—¡No es suficiente! Sólo me queda un año para prepararme, abuelo. Karl me escribió y las cosas que me cuenta...a veces me desaniman en vez de motivarme.

—¿Karl? ¿El hijo de Blaz Bohm Hertz?

—Sí, él es un buen amigo y hemos estado...compartiendo.

—¡Qué bueno! Esa será una gran ventaja que tengas un amigo dentro de la academia. Johann mañana...iremos al parque y vamos a empujar un poco tus límites. Yo te aseguro, es más, ¡te doy mi palabra que entrarás a la academia! Quiero verte portar ese uniforme y que obtengas muy pronto tus "alas".

Johann se levantó y abrazó a su abuelo. El anciano quería a Johann como si fuese su propio hijo y sin saberlo esa conversación le hizo meditar en el hecho de que aún no podía irse de este mundo; pasara lo que pasara no volvería a pensar en matarse, necesitaba antes preparar a un poco más el camino de su nieto.

***

Berlín, Alemania. 29 de Junio de 1.934. Veintidós horas antes del inicio de la Operación "Kolibri"

—¡Levántese, Piloto! ¿Acaso estás son horas de dormir?

—Abuelo...

Johann abrió los ojos con pereza mientras su abuelo encendía su pipa. La mañana era muy fría a pesar de que los rayos del sol ya estaban sobre Berlín. Al ver la hora en el despertador junto a su cama vio que eran las seis.

"Nunca me digas Adiós"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora