Capítulo 9: ESO ME PASA POR ACOMEDIDA

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     No puedo creer que en un día más se acaba el semestre

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     No puedo creer que en un día más se acaba el semestre.

Fui a la Universidad y di el examen de COMPUTACIÓN APLICADA AL DISEÑO, estuvo muy difícil, que me hizo falta tiempo para terminarlo.

Salí junto con Johana y Angélica de dar el examen.

-Johana ¿vamos al bar a comprar algo?

Ya se imaginan mis intensiones.

-Sí, este examen me ha deprimido, quiero ahogar mis penas en la comida, me respondió desalentada.

-Sí, yo igual, escuché decir a Angélica sintiéndose identificada con lo que acababa de decir Johana.

Nos dirigimos al bar y escogimos una mesa.

Ahí estaba él...

En una mesa frente a la nuestra.

Él estaba con un grupo de amigos observando un cuaderno, él era el único de pie.

     Mientras Angélica y Johana se sentaban, yo me quedé parada contemplándolo, el cargaba una camisa celeste de cuadros, se lo veía resplandeciente, no sé si era por el color de su camisa, pero se lo veía encantador.

Éxtasis de la estupidez

    Mientras lo contemplaba, el alzó la mirada, me vio y yo involuntariamente sonreí, el cambió la mirada rápidamente; es decir volvió a ver al cuadernos que estaba observando segundos antes que se diera cuenta que yo lo contemplaba como una pinche babosa...

-Amanda ¿Vamos a comprar o no? Me despertó Johana de aquel éxtasis de estupidez.

-Sí, sí... Respondí de inmediato, saque los treinta y cinco centavos de excusa para comprar las galletas más baratas del bar.

-Buenas tardes véndame unas galletas, dijo Johana al chico que atiende en el bar.

-Galletas ¿Solo eso? ¿No quiere comprar nada más? Tenemos unos ricos Brownies de chocolate, sánduche de pollo, tostada, submarino...

Era obvio el vendedor intentaba hacerle gastar todo el dinero a Johana, pero ella también como iba a pagar esas galletas con un billete de diez dólares... Así que fui a su defensa.

-Ella no quiere comprar nada más, es que está a dieta.

-¿A dieta? Me respondió en tono vacilante el vendedor.

Entonces sucedió algo que no debió suceder.

Vi como Evan se acercaba al bar en el preciso instante en que el vendedor me respondió.

-¿Dieta? Para que hacen dieta, si así más tuquitas y gruesitas se las ve más bonitas. Evan regresó a su mesa...

Acaso ese tonto nos estaba coqueteando y justo cuando ¡Evan se acercaba al bar! Espero que no haya escuchado nada de esto.

-Solo vamos a comprar estas galletas así que no insista más, le respondí molesta al vendedor.

Eso me pasa por acomedida y andar defendiendo al prójimo, puntos menos para Amanda...

Volvimos a la mesa a comer junto con Johana y Angélica, Evan seguía en la mesa de enfrente, unos segundos después él se despidió y se fue.

En ese instante me puse a conversar con Angélica pretendiendo ignorarlo.

-Amanda te quedó mirando mientras se iba, me dijo Johana apenas se alejaba un poco Evan.

-¿De veras? ¿Y tenía alguna expresión en su rostro?

-No lo creo, solo te quedó mirando...

Espero que no haya escuchado lo que dijo el vendedor, ¿Qué pensaría de mí?

Vendedor desubicado...

¡Ay Evan! Si supieras que voy al bar a gastar treinta y cinco centavos diarios solo por ti, si sigo así terminaré gorda y en la quiebra.

Perfectos DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora