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19 de Mayo

Se siente bien volver a casa y no hablo del apartamento de Juan si no de la casa de mis padres.

-Me imagino que sabes que te quedarás en la casa de invitados- le dice Oliver a Juan.

-No se preocupe- contesta mirándome con una mirada de auxilio.

Por suerte después de dos días en la clínica me dieron de alta y mi padre tuvo la gran idea de que Juan se mude con nosotros en vez de yo con él. Aunque sé que es para tenerlo bajo su mirada.

Conduzco a Juan a la casa de invitados a un lado de la mansión seguidos por trabajadores quienes llevan sus cosas. Las mías por suerte las buscaron y ordenaron antes de que saliera de la clínica. La casa de invitados es de dos pisos pero no tan grande como una casa común.

-Te tengo que enseñar algo- me sonríe tiernamente una vez que llegamos a una de las habitaciones y después de que él les dice a los trabajadores que él organizará sus cosas.

Abre una de las maletas y busca un poco hasta que saca unas cosas que hacen que mi corazón se derrita al darme cuenta que son.

-Se me había olvidado- me levanto de la cama y me paro a su lado.

-Por obvias razones solo pude comprar de México- y una sonrisa triste se posa en sus labios.

Juan me da las pequeñas camisas blancas con la palabra "México" en letras negras.

-Gracias- exclamo y le abrazo- No puedo esperar para verlos con esto- él hace una mueca.

-¿Qué?

-Nada, solo que hasta pensé en no dártelos- suspira- Es que cada vez que lo veremos esas camisetas nos recordarán toda esta pelea.

-Pero al verlas en nuestras pequeños nos daremos cuenta que valió la pena- paso un brazo al rededor de su cuello.

Acordamos que seguiríamos llevando las cosas lentas pero más serias.

-Tengo hambre- hago un puchero.

-Comimos hace una hora- suelta una carcajada y volteo los ojos.

-Pues dile eso a tus hijos- le digo.

-Pequeños, harán que su mama se coma toda la comida del mundo- les dice a la altura de su vientre para después darle un beso.

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20 de Mayo

Estoy acostada en el cine de mi casa rodeada de chocolate, helado y palomitas de maíz ya que ni Juan Luis ni mi padre me dejan buscar ni un vaso de agua.

Juan está a mi lado viendo una película aunque de vez en cuando tenga que contestar una que otra llamada.

De un momento a otro, los personajes empiezan a tener sexo y me renuevo incomoda en el sofá.

-¿Pasa algo?- me pregunta preocupado, yo me sonrojo y se da cuenta de lo que está pasando- ¿Te da pena ver una escena así conmigo?- asiento con la cabeza- Nena hemos hecho eso unas cuantas veces...

-No sabes lo incómodo que es verlo pero es aún más incómodo que me trates de convencer que no es incomodo- me tapo la cara con las manos y él las quita.

Entre la vergüenza y el deseo no sé cuál gana. Vergüenza porque es una pareja teniendo sexo y deseo porque después de esa gran pelea no hemos ni podemos tener sexo de reconciliación hasta dentro de una semana.

-Me encanta verte sonrojada- me acaricia la mejilla y poco a poco nuestros labios se rozan en un lento beso que se va calentado.

Sus manos acarician mi cuerpo a medida que bajan desde mi cuello, pechos, vientre y el borde de mis pantalones de pijama.

-Sabes que no podemos...- digo cuando me besa el lóbulo de la oreja.

-Shhh- me susurra Juan y me toma por los muslos para sentarme en sus piernas quedando las mías a cada lado de su cadera.

Su mano se abre camino entre mi pijama y ropa interior para empezar a acariciarme... allí y gimo.

-¿Crees que alguien más nos haría sentir así?- me besa en el cuello y yo me sostengo de sus musculosos brazos- Esto es algo que solo entre nosotros podemos sentir- gimo fuertemente.

Juan introduce un dedo en mi y poco a poco lo va moviendo hasta que introduce un segundo.

Mi vista se empieza a nublar y sé que estoy a punto de llegar cuando mis piernas empiezan a temblar.

-Te amo- le susurro- Te amo- repito mirándolo a los ojos.

-Te amo más nena- saca sus dedos de dentro de mí; húmedos y resbaladizos- Y no sabes cuánto amo que te sientes en mis piernas pero estoy escuchando pasos acercándose.

-Tienes razón- y por suerte me bajó de su regazo tiempo antes de que la puerta se abre, miro los dedos de Juan y él rápidamente se los mete a la boca y me sonrojo.

-Nina- dice mi padre con una gran sonrisa- Te tengo un regalo.

Volteo los ojos esperando bolsas con él logotipo de alguna tienda pero en cambio Felipe entre y grito como niña en la mañana de Navidad a pesar de estar un poco sin aliento por lo que Juan me acaba de hacer.

-¡Felipe!- me levanto y lo abrazo.

-Estás preciosa- me sonríe- Y mira a esos pequeños- toca mi vientre- ¿Ya sabes que son?

-En dos semanas- contesta Juan por mí y sé que está celoso.

-¿Porque tienes los dedos en la boca?- le pregunta Oliver y ahora Juan es el que se sonroja.

-Eh.... Nutella- y le ofrece su otra mano a Felipe- Juan- se presenta.

-Felipe- acepta su mano- Soy gay.

-¿Ah?- le dice Juan confundido.

-No tienes que estás celoso; soy gay- y lo único que puedo hacer es reírme.

Después de unos minutos pasamos al comedor para cenar y todos estamos opinando sobre los conciertos de Juan hasta que una voz nos saca de nuestra agradable cena.

-¡Felipe!- exclama Nadia al entrar- un gusto verte- Su voz se apaga en cuanto me ve sentada en la mesa al lado de Juan- Oliver cariño, ¿Se puede saber qué hacen estos en nuestra casa?

Mi Pequeño Gigante 1 (MALUMA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora