Beso Letal (18+)

Cap.-21 "Parte III"

[Andrew]

Paseo la fotografía de Anthony Grant entre mis manos, ya no veo la hora de tenerlo frente a mí. Hace nueve años que llevo deseando esto y poco a poco estoy más cerca de la meta.

Guardo la foto y me muevo en la silla giratoria viendo hacia la puerta, esta se abre y Enid aparece, tiene el semblante oscurecido y puedo darme cuenta de que esta molesta, pero que lo esté o no, no cambia mucho más cosas.

— ¿Cómo te fue? —pregunto mirándole fijo.

— Me ha obligado a que me viera un medico —dice entrando a la habitación por completo. Cierra la puerta y camina hasta sentarse en mi cama—. Es una persona muy amable... ¿No le harás daño verdad?

Le miro y sonrío de lado. Esta es la razón por la que no elegí a Enid para ser mi compañera, ella es demasiado buena. Siempre se preocupa por los demás y yo necesito a alguien que solo obedezca órdenes y no tenga el mínimo resentimiento en matar. Gretel es perfecta en eso, aunque seguimos teniendo problemas a la hora de acatar órdenes.

— Ya te dije que no, solo quiero información de él.

— No pasé mucho tiempo con él, pero me hizo varias preguntas de ti —eso llama mi atención, le miro fijamente esperando a que continúe, ella evita mi mirada—. Obviamente no le dije nada, solo que somos amigos de la infancia.

— Bien, quiero que sigas acercándote a él, usa a su hermana o la opción que más te convenga, pero quiero que logres ganarte su confianza.

— Es policía, dudo que confíe en cualquiera tan fácilmente.

— No eres cualquier persona y confío en ti y tus habilidades para lograr entrar en su casa y su oficina.

— Todo esto... es por tu madre ¿verdad? Para hacer justicia, solo por eso, no hay otra razón más ¿o sí?

— No —digo con media sonrisa—. Lo hago por mi madre Enid, ya sabes.

— Es por eso que te ayudo, prometí que lo haría, pero...

— ¿Pero?

— No quiero que me vuelvas a llevar contigo para matar gente, me niego a hacerlo una vez más. Yo no soy como ella, como Gretel.

— Sé que no eres como ella, lo sé perfectamente.

Enid muerde su labio, se pone de pie y camina hasta mí, sus ojos me miran con reproche y una pizca de tristeza.

— ¿Realmente son novios? —pregunta sin dejar de mirarme, sus ojos se cristalizan, pero las lágrimas no salen.

— Lo somos —respondo y ella inhala profundamente.

— ¿La amas? —no puedo evitar reír por su pregunta.

— Sabes perfectamente que no puedo amar a nadie, a NADIE.

— ¿Entonces porque?

— La necesito, solo eso. Ya deja de hacer preguntas y concéntrate en tu trabajo, haz lo que debas hacer, pero quiero tener todos los movimientos de ese hombre bajo mis ojos y en eso tú serás mis ojos.

— ¿Y si me niego? —pregunta, me pongo de pie quedando en frente de ella, de inmediato agacha la mirada, tomo su barbilla para que vuelva a mirarme.

— No lo harás —sentencio fríamente—. Todo el mundo puede traicionarme y darme la espalda, pero tú no. ¿Verdad? —me mira largo rato y finalmente asiente.