Elizabeth ha desaparecido y John hará lo posible por encontrarla. Sin embargo, luego de sus recaídas ¿Lo logrará o caerá en los vacíos de su mente?
No confiar es la mejor opción.
Atención: Esta historia contiene lenguaje y algunas escenas explícit...
Los días y las semanas se pasaban rápidamente, al parecer todos habían tomado su camino. La mayoría de los chicos se habían ido del pueblo y empezaban a establecer nuevas vidas en la ciudad, otros se iban a la universidad y el resto se quedaba aquí.
Yo era el último caso.
Y es que no podía pensar ni siquiera en mi futuro, no tenía aspiraciones ni metas. Realmente no me interesaban, no me interesaba mi vida.
No hablaba con nadie, solo con mis padres. La última vez que vi a Trevor y a Anni fue en la graduación, ya no sabía nada de ellos.
Una vez me encontré con Trevor en la cafetería pero ni se limitó a verme, y yo tampoco me esforcé en intentar arreglar las cosas, pero en cuanto a Anni, supuse que tal vez ya no se encontraba en el pueblo.
Y de no ser así ¿La buscaría? Ya no tendría sentido.
A medida que pasaban los días, había caído en cuenta, que todo lo relacionado con Elizabeth ya sea su desaparición o simplemente el tan solo pensar en ella me volvían loco. Sentía la necesidad de encontrarla, de tenerla junto a mí y no perderla nunca más.
¿Pero cómo podría hacerlo si me encontraba rodeado de personas que no les importaba una jodida mierda?
Me irritaba ver que todos ya ni la recordaban, que todos continuaban sus vidas, incluso sus padres. Y yo no podía hacerlo, era el único que no la olvidaba, que la tenia presente todo el tiempo.
Durante horas pensaba en estas cosas, a veces ni salía de mi habitación.
Pero la pregunta era ¿Qué ganaría con todo esto? Absolutamente nada. La realidad es que ella había desaparecido, punto y final. Se hizo lo que se pudo pero nunca se encontraron las suficientes pruebas, ya no se podía hacer mas nada. Simplemente aceptar, tragarme que ella ya no estaba y que tenía que continuar.
Lo entendía perfectamente, pero el problema es que no sabía cómo metérmelo en la cabeza.
Estaba tan inmerso en mis pensamientos que llegué a estar un mes sin salir de casa.
Me negaba, simplemente me negaba a continuar con mi vida.
-John, tus padres me dicen que ya no hablas con nadie y que no deseas salir de casa- Me decía el Doctor Brown desde el otro lado del sofá.
Volví en sí.
-Ellos creen que tienes otra recaída- Agregó.
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-Estoy deprimido.
-Eso puedo verlo.
Me encogí de hombros.
Suspiró audiblemente y me miró con detenimiento.
-¿Por qué John?
-Supongo que perdí la fe en la humanidad...- Hice una pausa.- Me di cuenta que a ellos no les importa más nadie que ellos mismos, son capaces de hacerse los desentendidos antes cualquier situación y solo velar por sus necesidades y por lo que más le convenga.
