John Howell, Noviembre 2014.
Escribí con el filo de una hojilla que había encontrado, en la parte baja de la pared, debajo de la cama junto a un montón de nombres escritos de la misma forma.
Suspiré y me revolví en mi sitio, contemplando la escena.
Había muchos nombres y estaba seguro que al menos el 20% de esas personas estuvieron encerradas sin haber realizado algún crimen.
Cada día faltaba menos para declarar en tribunales, los venia contando desde que el detective entró una mañana a informármelo. Les demostraría a todos y sobre todo a Claire que estaban equivocados, y que todo esto era un maldito error.
Ansiaba ver su cara de miedo al verme, el deseo de venganza me lo repotenciaba. Quería hacerla quedar en ridículo y ver la palabra "mentirosa" escrita en su estúpida cara de chica inocente.
Esta vez nada ni nadie me detendría.
Pensaba en Elizabeth constantemente, esta vez los recuerdos me invadían y no abandonaban mi cabeza; es como si quisiesen mantenerme ocupado. De alguna forma me ayudaba ya que no había mucho que hacer en la celda.
Pero me volvía loco, no me dejaban salir a menos que fuera un interrogatorio.
No había vuelto a ver a mis padres. Por un momento llegué a pensar que sabían algo que yo no y se habían rehusado a visitarme tal vez por la vergüenza; pero en fin, todas estas eran cosas que realmente no venían al caso porque no sabía nada, y en el fondo tenía miedo.
La incertidumbre se adueñaba de mí poco a poco.
Cuando me sentía fuerte era cuando más esa sensación me atacaba, era como un trago amargo que no podía soportar.
Solo la determinación y la venganza eran un recordatorio que afirmaba el deseo de no quedarme de brazos cruzados.
Deje la hojilla de lado y me recosté en el suelo boca arriba, cerré los ojos por un momento y apareció la imagen de Elizabeth riendo con esa sonrisa de dientes perfectos, mirándome con compasión mientras me tomaba por las manos y dábamos vueltas sin parar muertos de risa.
Como si por un momento nada de esto fuese real y ese instante fuese el único que realmente contaba.
Podía sentirlo real, sus manos apretando las mías, el aire golpeando nuestros rostros, la alegría y gozo que sentía en ese momento, como nuestras risas se mezclaban creando una dulce melodía...
Si tan solo pudiese regresar el tiempo.
-¿Cómo perro encerrado?- Escuché una voz que provenía de lejos.
Pensé que esa voz se encontraba ligada a mis pensamientos pero luego volvió a resonar y tuve que hacer un inmenso esfuerzo para volver en sí.
Me volví y vi agachado a Will con una sonrisa.
-¿Qué? ¿No me reconoces?- Habló en tono estupefacto.- ¿Cuánto llevas aquí John?
Recorrió el sitio con la mirada y me vio fijamente.
-Puede que un par de meses ya...- Suspiró.-Escuché que te encerraron aquí gracias a Claire, quien lo diría.
Bufó y se levantó.
-No es tan ingenua como pensaba.
-¿Qué quieres?- Dije con dificultad.
Hizo seña de silencio seguido por un "shh".
-No hables John, perderás fuerzas. Además no es necesario que lo hagas.
-¿Qué estás haciendo aquí?
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Desaparecida?
General FictionElizabeth ha desaparecido y John hará lo posible por encontrarla. Sin embargo, luego de sus recaídas ¿Lo logrará o caerá en los vacíos de su mente? No confiar es la mejor opción. Atención: Esta historia contiene lenguaje y algunas escenas explícit...