Capítulo 23: Golpeado Por La Realidad

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-¿Y a este qué le pasó?- Escuché la voz del detective a lo lejos.

-No lo sé- Respondió el guardia.- Estuvo toda la noche gritando incoherencias, por eso lo he llamado.

Me hallaba sumergido en lo más profundo de mi cabeza. Los recuerdos empezaban a hacerse más claros y nítidos, estaba totalmente agobiado. Era como si estuviese en una película, en esta horrible película... Yo era parte de los hechos y no quería saber que venía después.

-Howell- Me llamó.- ¿Qué diablos te pasa?

Transpiraba, temblaba, balbuceaba... no era yo mismo.

El detective hizo que abrieran mi celda y se adentró, dio unos cuantos pasos y se colocó en cuclillas frente a mí. Me observó con ligera preocupación y volteó mi rostro analizándolo.

-Necesita ir a un Doctor...

Inmediatamente fui alzado y arrastrado ya que se me imposibilitaba mantenerme en pie. Antes de pasar por la puerta logré articular unas cuantas palabras.

-Detective...

Se volvió hacia mí.

-Yo lo hice...

Me miró confundido y pareció no entender. Los hombres que me llevaban me jalaron nuevamente continuando su camino, él quedó inmóvil.

***

Todo estaba oscuro, me encontraba atado a una silla. No podía mover las manos ni los pies, una cuerda color rojo me lo impedía. Alcé la mirada y a lo lejos vi una luz blanca, venia de arriba.

Intenté moverme pero era imposible.

Bajo esa luz apareció una persona, era Elizabeth. Su ropa estaba sucia y rasgada, la parte izquierda de su rostro estaba ligeramente hinchada y un hilo de sangre corría por su boca.

-Elizabeth...- Solté.

Me miraba con tristeza y decepción.

-Perdóname.

Se acercó a mí con lentitud y su rostro cambió radicalmente, ahora me miraba con desprecio.

-Para mí estas muerto- Dijo con voz cortante.

Sentí como si me hubiesen apuñalado por la espalda, se me dificultaba respirar, me estaba asfixiando. Un sollozo salió de lo más profundo y bajé el rostro arrepentido.

De repente ella se esfumó con la luz dejándome en completa oscuridad.

***

Desperté desorientado, miré a mis alrededores y caí en cuenta de que estaba en el hospital. A un lado me suministraban suero, bajé la mirada a mi mano derecha y ahí estaba la aguja insertada en mi piel.

Por breves segundos de mi atontamiento tuve la sensación de que todo había sido un mal sueño, que me encontraba aquí simplemente porque me había pasado el desayuno y el almuerzo en la escuela, que pronto mi madre aparecería y me gritaría con su usual comportamiento bipolar. Pero no fue así, al ver al detective sentí el horrible golpe de la realidad.

Venía con el doctor charlando con seriedad, pasaron frente al cristal de mi habitación y luego se adentraron.

-¿Cómo estas John?- Dijo el señor de bata blanca.

-Mejor- Me referí a mi estado físico.

-Bien, eso es bueno- Se acercó.- Estabas deshidratado y por poco desnutrido, viniste a tiempo.

Desaparecida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora