9.

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Joshua.


Llegamos temprano a mi casa, lo bueno que mis papás trabajan, John tenia entrenamiento, nos encerramos en el cuarto, me fui a poner esta apretada faja, peleaba con ella, tuve que acostumbrarme una semana para poder entrar en ella, Alondra me esperaba afuera y ella estaría al pendiente de todo, me estaría ayudando si me pongo nervioso o algo sale mal.

– ¡Vamos Joshi que me hago vieja!

Cuando por fin pude ponérmela, suspire, espero que no se dé cuenta de nada, lo bueno que la faja ayuda a cubrir mi miembro, pero espero que no se dé cuenta que no tengo tetas. Salí del baño y ahí estaba una enojada Alondra.

– Rápido Joshua, tu hombre te espera – me jalo y me puso enfrente del espejo.

– Creo que es una mala idea, puedo cancelarlo, solo debo... – tome mi celular pero ella me lo quito.

– Claro que no, Joshua no existe, solo veo a mi mejor amiga "Johana" – suspire, no podré ganarle.

Me sentó en el sofá y ella tomo la caja de maquillaje, tuve que guardar las cosas debajo de mi cama para que las sirvientas no lo vieran y se asustaran pensando que soy travesti, bueno, lo seré pero no quiero serlo, solo lo hago por ver a Elliot y que se lo crea.

Empezó a maquillarme, no podía verme en el espejo y ni quería verme, me sentía tan raro con esta cosa en mi rostro, después de media hora, ya no sentía que tocaba mi rostro.

– Listo – anuncio. – No te levantes y no te muevas.

No me moví y ni hable, no quería abrir los ojos, sentí algo en mi cabeza, creo que es la peluca, solo sentía como atravesaba cosas que me rasguñaban mi pobre cabecita.

– ¡Au! ¡Me lastimas Alondra! – me queje.

– No seas niña y deja de moverte – me regaño, suspire.

Una hora se había tardado en ponerme esa peluca, me daba cosquillas en mi piel con cada roce que hacia el cabello, pero no me movía porque sino recibía regaños por parte de mi maquillista, deje que ella siguiera, después ya no sentí nada.

– Listo – volvió a anunciar. – Solo falta la ropa.

Me levanto y sentía mis piernas dormidas, solo sentía esos típicos piqueticos que dolían y otras que me molestaba, se sentía tan extraño, me dio una blusa blanca de encaje y me la puse, también una falda beige, unas zapatillas de tacón medio alto, sentía que en cualquier momento caería, pero Alondra me puso a entrenar días antes para acostumbrarme y no caminar como bambi.

– Lo bueno es que eres lampiño – dijo acomodándome la falda. – ¿Sabes lo doloroso que es la cera caliente? Te lo digo porque mi madre siempre hace que vaya con ella a hacerlo, es una tortura.

– Lo siento por ti.

– Bien – dijo con una sonrisa y se levantó. – Ahora eres una señorita.

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You and Me. (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora