Capítulo 2

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—Laura...—dije mientras lavaba los platos. Alex acababa de irse. Había días buenos y días malos. Semanas en las que estaba consciente y enojado y semanas en las que estaba completamente fuera de este mundo. Aún guardo la esperanza de que puede cambiar. Solo me ha golpeado dos veces desde la primera vez que me golpeó, pero en cuanto vuelve en sí me pide perdón. Estoy planeando algo para detener esa adiccion que tiene. Dice que quiere dejarlo. Hace unos minutos mientras comíamos me prometió que iría a preguntar a un grupo de apoyo, eso la verdad me levantó el ánimo bastante.
—Ya te dije que no.
—¿Pero por qué no? Solo es una noche, dos horas, y tú solo cantarías una o dos canciones.
—¿Y mi bebé?
—Déjalo con Alex.
—No puede, tiene...trabajo—dije simulando normalidad. Alex no está en condiciones de cuidar al bebé, ni de chiste.
—Con tu madre entonces.
Me quedé en silencio meditando su oferta. Me pidió que cantara en el evento de inauguración de la librería en la que trabajará. Irá Jessie y su esposo, Dani el esposo de Laura y ahora solo falto yo.
—Ese silencio me dice que si quieres.
—Si pero...
—¡Vamos! Si quieres invita a Alex también.
—Tiene trabajo ya te dije—qué ganas de poder salir con él como en los viejos tiempos...
—Bueno entonces tú... Ah...¡Ya se! ¿Tienes miedo de que se enoje? No creo que Alex se moleste Adele.
—Lo sé—tengo miedo de que llegue perdido de nuevo y haga algo estupido que ponga aún más en riesgo su vida... Siempre que llega me quedó vigilándolo. Una vez estuvo a punto de caerse por las escaleras. A veces cuando está fuera de sí parece un niño pequeño, otras es agresivo y otras veces solo va al sofá y se queda ahí. Pero no quería arriesgarme a dejarlo solo y que...
—¿Entonces? Vamos vamos vamos—dijo en forma de súplica.
Me quedé pensando. Alex había dicho que iría al grupo. Tal vez llegaba tarde y en sus cinco sentidos. Se veía dispuesto a hacerlo, además moría de ganas por cantar de nuevo, despejar un poco mi mente...
—Esta bien. Iré—dije secándome las manos—. ¿A qué hora?
—A las siete para que ensayes. ¡Gracias Delly! Te amo.
—Jajajaja de nada—dije y colgué.
Preparé a peanut, su pañalera y su carreola.
—Vamos mi vida, visitaremos a la abuela—dije cargándolo.
Puse mi ropa para el concierto en una mochila y salimos de la casa.
El frío aire me cubrió la piel haciéndome erizar. Le puse una cobija a Angelo sobre la carreola, acomodé mi bufanda y me fui directo a la casa de mi madre.

Hace bastante que no caminaba por las calles, viendo la ciudad, respirando tranquilamente, despejándome de todo lo que pasa en mi casa. Me imaginé a Alex conduciendo por las calles... Pero pensar en él me recordaba aquello de lo que me quería olvidar, así que mejor lo borré de mi mente y me puse a pensar en lo que cantaría esa misma noche. Estaba emocionada, llevaba meses sin cantar, sin ver a Laura. Me dije a mí misma que esa noche me la pasaría muy bien, como en los viejos tiempos.
Llegué a la casa de mi madre y toqué el timbre. Cuando abrió la puerta su cara se tornó en asombro y dejó relucir una gran sonrisa.
—Adele cariño ¿cómo estás? Que agradable sorpresa—se lanzó a mí y me dio un abrazo que me reconfortó bastante.
—Hola mamá—dije abrazándola. Se separó de mí y descubrió la carreola de Angelo. Estaba chupando su dedo pulgar.
—Mira a este pequeño tan Hermoso—dijo viéndolo—. Como ha crecido.
—Un mes una semana—dije viéndola con una sonrisa. La extrañaba.
—Ven pasen pasen—dijo haciéndose a un lado. Volteó hacia la calle buscando a alguien más.
—No viene—le dije sonriendo tristemente.
Al percatarse de que adiviné sus pensamientos bajó la mirada pero de inmediato volteó a verme a los ojos y sonrió.
—Tranquila cariño, lo sé—entré a su casa y cerró la puerta.
—Y ¿a qué debo tu visita? ¿Quieres té, galletas?
—Té mamá gracias—dije sentándome y sacando a Angelo de la carreola.
—Muy bien enseguida vuelvo.
En un dos por tres volvió con dos tazas humeantes. Los tés que hace mi madre son los mejores que he probado en mi vida.
—Cuéntame, ¿cómo estás?—dijo viéndome.
—Pues... Bien. Decidí salir de casa por fin y despejarme un poco.
—Ya era hora mi vida—dijo sonriendo—. ¿Cómo va...?
—Pues creo que mejor—dije viendo a Angelo que jugaba con su chupete. Acaricié su mejilla—. Hoy en la comida me prometió que iría a un grupo de apoyo para pedir informes. Eso me dio un poco de esperanza.
—Adele, cariño...
—Se que vas a decir, sé que me ha prometido dejarlo varias veces pero... Esto es diferente—acerqué un poco más a Angelo hacia mi—. Nunca había mencionado un grupo de apoyo, con la clínica me di por vencida porque... Bueno.
—Lo sé, no tienes que recordármelo—dijo enfadada.
—Pero por eso me dio esperanza ese comentario suyo.
—Bueno creo que es un avance.
—Exacto—Angelo empezó a llorar—. ¿Qué hora es?
—Las seis en punto—dijo mi madre viendo el reloj en su muñeca.
—¿Te molesta si lo alimento aquí? Es su hora de comer...—dije quitándole el chupete a Angelo.
—Pero claro que no Adele, ¿cómo me va a molestar eso?
Sonreí tristemente recordando la segunda vez que Alex me golpeó.

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