Capítulo 21

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—Adele no llores por favor—dijo Laura con Angelo en sus brazos. No pude seguir en el restaurante, no puedo ni comer. ¡¿Cómo rayos voy a estar tranquila si Simon puede estar herido o... Muerto?! ¡Dios mío no por favor!
Mi madre me tiene entre sus brazos.
Cuando estábamos en el restaurante después de ver la noticia me puse de pie, puse dinero en la mesa, cargué a Angelo y me salí sin decir nada más. Estaba estupefacta, no...no sabía qué hacer. Lo único que se me ocurría era gritar pero no quería armar escándalo. Sentí el abrazo de mi madre cuando salieron tras de mí. Me di la vuelta, la abracé también y me puse a llorar. Después de eso me trajeron a mi apartamento. No recuerdo nada del camino hasta acá porque yo estaba muy ocupada llorando y diciendo cosas sin sentido, aunque para mí si tienen sentido.
—¿Que voy a hacer?—dije llorando—. ¿Qué? Simon... Esta...
—No lo sabemos—dijo Laura—. No lo sabemos por favor tranquilízate. Tenemos que esperar...
—¡No puedo esperar Laura! Uno no puede estar tranquilo cuando te dicen que tu novio puede haber muerto—dije ahora en fase de enojo y desesperación. Además ya me tienen harta con "tranquilízate", que estupidez más grande.
—¡No me grites! No es mi culpa que esté pasando todo esto—me contestó también enfadada.
—Lo que pasa es que tú no tienes ni la menor idea de lo que estoy sintiendo. Tú siempre has tenido una bonita vida con tu esposo perfecto. Yo ahora que había encontrado por fin un poco de paz me pasa esto. Lo amo ¿entiendes? Amo a Simon con toda el alma y lo conozco desde que éramos unos mocosos. No puedo "tranquilizarme".
—No me vengas con eso. Es mi mejor amigo Adele. Yo lo conocí antes que tú, gracias a mi... ¡Tú! Señorita introvertida sin amigos lo conociste. Si no hubiera sido por mí no lo habrías conocido. Así que no me vengas con "lo conozco desde que éramos unos mocosos, tú no entiendes" claro que entiendo. Estoy que muero del susto pero estoy intentando guardar todas mis esperanzas. Y he intentado de todo para que tú también te calmes pero si así quieres actuar por mi esta bien.
—¡Pues así actuaré porque no sé que otra cosa hacer!
—¡Chicas ya!—dijo mi madre—. Solo empeoran las cosas.
—Yo no—dijo Laura—. Ella lo hace, a mí ya me hartó. Yo intentando que olvidara un poco planeando alguna celebración para mañana. ¿Sabes qué? Si no quieres hacer nada por mí está bien... Me largo.
Laura le dio a Angelo a mi madre. Me vio en silencio por unos minutos y comprobé que es cierto eso que dicen de "el silencio dice más que mil palabras" después se dio media vuelta y salió del apartamento con un portazo. La furia y la adrenalina siguen recorriendo mi cuerpo.
—Adele...
—¿Puedes dejar a Angelo en su cuna?—dije sin verla.
—Si si, yo...
Caminé sin inmutarme hasta mi habitación. Di un portazo y me tiré a la cama. Grité con todas mis fuerzas contra mi almohada.
¿Cómo puede estar pasando esto? Ahora que por fin se estaban arreglando las cosas.

•Narra Simon•

El sonido de las aspas está metido en mi cabeza, es eso o estoy soñando. Abrí los ojos sintiendo aún la humedad de la sangre en mi frente.
—¡Simon Simon! ¡Vamos! Levántate—me gritó Lucas.
Con dificultad y poca agilidad empecé a levantarme. El sonido de las aspas no era un sueño, es un helicóptero.
—Vienen por nosotros—dijo tomándome de la espalda.
El helicóptero aterrizó y un hombre bajó de él. Subieron a Cassidy primero, después al piloto y luego a mi.
—¿Se encuentra bien?—me dijo uno de los hombres del helicóptero tocando mi frente.
—Me duele bastante y estoy un poco mareado—dije con la voz en un hilo.
—Le curaremos la herida. Recuéstese.
—Espere... Tengo que avisarle a mi novia que estoy bien.
—Nosotros informaremos no se preocupe pero si no curamos esa herida se infectara.
—Llámenla por favor. Por favor.
—En cuanto tengamos señal informaremos.
—Pero llámenla a su casa, o a su celular. No quiero que se preocupe.
El hombre empezó a curarme la herida, el ardor me hizo cerrar los ojos.
—Usted tranquilícese.
—Déjele un mensaje—dijo una señorita con el mismo uniforme que el hombre.
Mis ojos se cierran del dolor y el cansancio.
—Lo grabaré y se lo pondremos a su novia en cuanto podamos.
—Okay...
Empecé a hablar pero mi voz se fue apagando de a poco. Sentí un piquete en mi mano y volteé a ver al hombre.
—Relájese—dijo él hombre acercando un algodón a mi frente.
—¿Algo más que quiera decirle?—dijo la señorita.
Dije una frase más antes de cerrar los ojos y no saber nada más.

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