Capítulo 43

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—¿Podrías apresurarte?—dijo Ryan subiendo a la patrulla.
—Estoy sin una maldita gota de energía cierra el maldito hocico—dijo Alex acelerando el paso.
Todos subieron a la patrulla. Ryan encendió la luz y vio a Alex.
—Wow, pareces un muerto viviente.
—Estoy que me muero... Necesito...
—¿Esto?—dijo Ryan sacando una bolsa con ese polvo que tanto anhelaba Alex.
Alex sin decir nada la tomó rápidamente y la guardó entre sus manos.
—Si Alex, de nada.
—¿Entonces?—dijo el policía—. ¿Cuál es el plan?
—Primero a mi casa, después ya decidirá este bastardo—dijo Ryan.
—Perfecto—el policía arrancó la patrulla.
Pasaron por vigilancia, el policía dijo que iba a su guardia nocturna. Lo dejaron salir y cuando por fin estuvieron afuera de la carcel Alex sintió como sus piernas dejaban de temblar al igual que sus manos. Estaba libre.

•Narra Adele•

Cuando terminé de limpiar me sentía como una vil cucaracha. Estoy completamente loca. Por nada hice que mis dos hombres se enojaran conmigo. Ahora estoy enojada conmigo misma. Es estupido.
Caminé hasta la habitación de peanut y me di cuenta de que ya estaba dormido. Ni siquiera le di las buenas noches, eso me entristeció aún más. Odio mis hormonas en este momento. Cada que me enojo o hago un escándalo después me dan ganas de llorar. Entré a mi habitación justo cuando Simon apagó la televisión. Me vio en la oscuridad y se hizo a un lado para dejarme espacio en la cama.
Me recosté a su lado y cuando por fin me acomodé volteé a verlo, tenía los ojos cerrados y la respiración ligera, ha de estar cansado, cansado de aguantarme. Yo estaría cansada de aguantarme.
Las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas y reprimí mis sollozos para no despertarlo.
Yo también estoy cansada y tengo muchísimo sueño así que me empecé a quedar dormida rápidamente.

Cuando abrí los ojos por una patadita del bebé de la derecha vi el reloj y eran las tres de la mañana. La patada me despertó al igual que las ganas de hacer pipí. Me levanté con cuidado para no despertar a Simon y por mi vientre. Me puse mi bata para cubrirme del frío por la fuerte tormenta que está cayendo y fui al baño. Después me dirigí a la cocina por algo de comer. No había cenado y muero de hambre. Supongo que la patada fue un reclamo del bebe.
Saqué fresas de la nevera y un bote de chocolate de la alacena. Literal aventé las fresas en el bote de chocolate. Busqué una cuchara cuando empecé a escuchar un llanto, el llanto de Angelo justo después de un trueno.
Olvidé las fresas y caminé lo más rápido que pude a su habitación.
—Peanut—dije en voz baja. Abrí la puerta y lo vi con los ojos apretados, el ceño fruncido y cubriéndose con la cobija. Las lágrimas empapan sus mejillas—. Peanut cariño ¿que sucede?—dije preocupada sentándome a su lado.
—Ha...había un monstruo—dijo entre sollozos—. ¡Era muy feo Y... ¡Hizo un ruido fuerte!
Abrió sus lindos ojos y me vio lleno de temor.
—Ven aquí—se sentó y lo acerqué a mí para abrazarlo de lado por mi vientre, lo abracé con todas mis fuerzas y él se desahogó entre mis brazos—. Solo fue una pesadilla, no es real peanut—dije acariciando su cabello—. Sé que a veces parece real pero no lo es.
—¿No hay monstruo?
—No peanut. No existen los monstruos. Tranquilo—lo separé de mí y limpié sus lágrimas—. Todo va a estar bien—me quedé en silencio viéndolo mientras calmaba sus sollozos—. Ven...
Me puse de pie y extendí mi mano. Sin ninguna duda o cuestionamiento me dio la mano y bajó de su cama. Puse mi dedo sobre mi boca para indicarle que no hiciera ruido. Él asintió imitándome.
Entramos a mi habitación, Simon estaba durmiendo tan profundamente que estaba roncando. Angelo soltó una risita y tapó su boca con su mano. A mí también me causó gracia pero me contuve para no despertarlo.
Tomé el atrapa sueños y salimos de la habitación de nuevo.
Acosté a Angelo y me senté.
—Esto es un atrapa sueños. Cuando estás dormido ahuyenta todos los sueños feos, todas las pesadillas.
—¿De verdad?—dijo asombrado viendo el atrapa sueños.
—De verdad—dije sonriendo. Limpié los restos de lágrimas de sus mejillas y le di un beso—. Vamos a ponerlo aquí—colgué el atrapa sueños en la lámpara en forma de coche—, y veras que los malos sueños van a desaparecer.
Se acostó y lo cubrí con la cobija.
—¿Puedes quedarte a dormir?—dijo haciendo puchero y tallando su ojo derecho por el sueño.
—Me quedaría pero no quepo en tu cama peanut. Estaré aquí hasta que te duermas de nuevo ¿Okay?
Asintió.
—¿Le dirás al monstruo que se vaya?—dijo luego de dar un gran bostezo.
—Claro que lo haré. Duérmete pequeño peanut.
—¿Me cantas la canción del río?
—Por supuesto—aclaré mi garganta—. No te burles si canto feo, mi voz es más profunda ahora. Estos bebes me vuelven loca.
—Si lo hacen—dijo sonriendo.
—Perdón por lo de hoy peanut—dije de nuevo con ganas de llorar.
—Esta bien—dijo más dormido que despierto.
—As I went down to the river to pray...
Canté en voz baja y bastante grave pero a peanut no pareció importarle. Abrazando su peluche se quedo dormido solo un rato después.
Luego de darle otro beso me puse de pie y fui a la cocina por mi bote de chocolate y fresas. Me senté en la barra mientras comía las fresas, estaban exquisitas.
Había una hoja de papel con mis garabatos, me estiré por ella y tome una pluma que estaba al lado. Atrás de los garabatos me puse a escribir.
—"When the night keeps you from sleeping, just look and you will see that I will be, your remedy"
Lo dejé a un lado para comer otra fresa. La puse en mi boca cuando escuché pasos y volteé asustada.
—¿Cena a media noche?—dijo Simon.
Me limpié la boca y mi mano quedó llena de chocolate. Me volteé para que no me viera pero él se puso frente a mí y me dio una servilleta. La tomé viéndolo a los ojos intentando descifrar si seguía furioso o ya solo estaba un poco molesto.
—Gracias—dije en voz baja y con la boca aún llena.
—¿Tuvo pesadillas?—dijo refiriéndose a Angelo.
Asentí.
—Deberíamos comprar otro atrapa sueños.
Entró a la cocina, abrió un cajón y sacó una cuchara.
—¿Puedo?—asentí y le acerqué el bote de chocolate.
Terminé mi bocado por fin.
—Simon...—dije con voz temblorosa.
Él levantó la mirada y pude ver su boca llena de chocolate. Me hizo reír pero las ganas de llorar se mezclaron así que hice un ruido extraño entre risa y sollozo.
—¿Qué sucede?—dijo con la boca llena.
—¿Me perdonas?—dije sin verlo empezando a llorar.
—Adele...—dijo con voz calmada pero no levanté la vista.
—Estoy completamente loca, me enojo demasiado y no.... No quiero que me odien. Yo los amo y...
—Adele—dijo levantando mi barbilla haciéndome verlo a los ojos—. ¿Cuándo vas a entender que mi amor por ti es tan grande que no voy a dejar de amarte nunca? Y menos por una pequeña pelea.
Solté un sollozo sonriendo y cerré los ojos, después sentí sus besos sobre los míos. Saben a chocolate y a fresa. Abrí los ojos cuando dejó de besarme, me estaba sonriendo.
—Delicioso—tomó mi mano—. Perdón por ser tan sobre protector.
No dije nada, solo le pedí que se acercara de nuevo y me besara otra vez. Me separé de él al sentir un dolor en mi vientre bastante fuerte.
—Adele... ¿Qué sucede?—dijo preocupado.
—Un dolor... Creo que se están moviendo—dije con los ojos apretados. Me levanté y la espalda empezó a dolerme bastante. Tuve que sentarme de nuevo. Simon me tomó de la mano.
—¿Quieres que llame a la ginecóloga?
—Son las cuatro de la mañana Simon... No va a contestar.
—Pero si te duele podemos...
—Debe de ser porque me esforcé mucho hace unas horas cuando estaba limpiando. Sentí un dolor en la espalda mientras limpiaba pero lo ignoré. Ahora sé que no debí hacerlo.
—Adele te dije que no te esfuerces.
—Lo sé pero... ¡Ah!—volvió a dolerme cuando intenté pararme de nuevo.
—¡Adele! Con cuidado.
Respiré hondo hasta que se me pasó el dolor. Simon me llevo de la mano hasta la habitación.

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