Capítulo 30

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—¿Pero dónde está?—dijo Angelo caminando de la mano de Laura.
—No lo sé. Yo creo que ha de estar en el tren camino a Manchester. Dijo que el viaje solo es para grandes.
—Yo quería ir—dijo Angelo bajando la mirada.
—Bueno es que es su trabajo peanut...
—Mami dijo que me llevaría. Y dijo que llegaría temprano.
—Tal vez surgió un inconveniente.
Siguieron caminando un buen rato en silencio.
—¿A dónde vamos?—dijo Angelo al percatarse de que no era el camino que siempre tomaba con Adele hacia su casa.
—A mi casa pequeño. Llame a tu abuela pero no estaba en casa. Así que mientras estarás con el tío Dani y yo ¿si?
Angelo asintió un poco asustado. Era la primera vez que no estaba con su madre después de la escuela.

Llegaron al apartamento de Laura. Abrió la puerta y dejó que Angelo pasara primero.
Daniel estaba adentro en la cocina y vio que Angelo entraba.
—¿Angelo? Hola que gusto—dijo acercándose a él.
Angelo no frecuentaba mucho a Daniel así que corrió a esconderse tras de Laura.
—Jajajaja no tengas miedo peanut. Es Daniel mi esposo.
Angelo, sin embargo, siguió aferrado a las piernas de Laura.
—Oye que grande esta—le dijo Daniel a Laura. Volteó hacia la entrada—. ¿Y Adele?
—Me dijo que lo recogiera porque tiene un viaje a Manchester. Llamé a Penny pero no me contesta. Supongo que está trabajando.
—¿Y cuando vuelve Adele?
—No lo sé, no le pregunté. ¿Cuándo vuelve tu mami Angelo?
Angelo se encogió de hombros, si lo sabía pero no lo recordaba. Lo único que pasaba por su cabeza era que quería a su mamá. De la nada sintió muchas ganas de llorar. Agachó su rostro y empezó a soltar lágrimas.
Laura y Daniel se vieron el uno al otro sin saber qué hacer.
—¿Qué ocurre peanut?—dijo Laura poniéndose a su altura y acariciando su cabello.
—Quiero a mi mami—dijo Angelo entre sollozos.
Angelo recordó las palabras de Simon: "cuida a tu mami y a Louie..."
—Regresará pronto solo fue a unas cosas de su trabajo—dijo Laura con voz calmada.
—¡Louie!—dijo Angelo levantando la cabeza y dejando ver sus pequeños ojos y su nariz rojos por el llanto—. Tengo que cuidar a Louie—dijo moviendo sus manitas nervioso.
—Okay mira tranquilo—dijo Laura tomándolo de los hombros—. Primero hay que dejar de llorar, respira hondo—Laura le mostró cómo hacerlo y Angelo la imitó—. Muy bien. Louie tiene comida, ¿recuerdas su máquina de comida? No tenemos que cuidarlo.
Angelo se relajó un poco...solo un poco.
—Y llamaremos a mami para preguntarle cuando vuelve. ¿Te parece?
Angelo asintió mientras tallaba su ojo.
—Ten—dijo Daniel dándole el teléfono—. Está llamando...
—Gracias.
Laura y Angelo escucharon los tonos de llamada hasta que la contestadora sonó.
"Hola, no puedo contestarte en este momen..." Laura colgó.
Volvieron a intentar mientas el nerviosismo de Angelo iba en aumento.
—¿Por qué no responde?—dijo Angelo.
—Debe de estar en el tren y no lo ha de escuchar.
Laura pudo ver cómo Angelo seguía moviendo nerviosamente sus manitas.
—Mira, ¿qué tal si vamos a mi Libreria a la lectura que voy a ofrecer? Después volvemos s llamarla. Ven será divertido.
Angelo le dio la mano resignado.
—Puedes dejar tu mochila aquí si quieres—le dijo Daniel al percatarse de la mochila en sus hombros.
Angelo negó. Estaba seguro que volvería a casa muy pronto.
—Bueno, entonces vámonos. Adiós Daniel—dijo Laura y le dio un beso.
—Adiós, nos vemos en la noche.

•Narra Adele•

—Ponte a limpiar ¡ya!—gritó Alex en mi oído.
Aún así me quedé tirada sobre la alfombra. El dolor en mi rostro me vence, mi cuello sigue palpitando del dolor, y mi mente me traiciona haciéndome recordar todos aquellos momentos que dejé atrás, muy escondidos en mi mente y que están saliendo a la luz de nuevo.
Alex se fue a su oficina dejándome sola. Tengo que levantarme y salir de aquí, tengo que hacer algo, no quiero ser la víctima de este maniático de nuevo. Me paré con dificultad, agarrándome del sofá.
—Ten—dijo Alex saliendo de la oficina. Me aventó un trapo—. Limpia. No me tienes muy contento y ese golpe no se compara con lo que soy capaz de hacerte si me enojo.
—Alex, no soy tu esclava, ahora estás infringiendo la ley. ¡Déjame ir ya!—dije furiosa.
—La ley me importa un comino. Diario estuve cerca de ti estos dos años.
Ese comentario me aterró.
—No te creo nada. Ya no te creo nada—dije intentando ocultar mi miedo.
Caminó hasta mi, comencé a caminar hacia atrás y para mí suerte choqué con la pared. Me acorraló.
—Te contaré todo de principio a fin—me tomó del brazo y me llevó hasta el sofá. Me sentó con brusquedad—. Empezaré por el día en que nos divorciamos—su mirada esta un poco más clara. Creo que esas drogas se introducen demasiado en su organismo.
—Decides deshacerte de mí. Firmo el estupido papel para que estuvieras tranquila y yo poder recuperarte de nuevo sin que te percataras. Todos los días después de ese fui a esconderme frente a tu escuela. Te seguí desde que salías hasta la parada de autobuses donde nunca supe a qué parte se dirigía. Siempre te me perdías en un lapso del viaje. Así que tranquila, sigo sin saber dónde es tu maldita casa.
Después empecé a seguir a Simon, al estupido de tu amante. Su casa la tengo bien ubicada. Hasta le propiné un buen golpe una vez afuera de su trabajo para que te dejará en paz y a forma de venganza de la vez que me golpeó...

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