Capítulo 25

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•Narra Adele•

Estaba impaciente en la sala de espera con Angelo en mis piernas hasta que vi como Laura salía disparada del consultorio. Daniel intentaba alcanzarla pero Laura es muy muy rápida, ni siquiera iba corriendo, daba grandes zancadas hasta que la vi desaparecer por el pasillo. Me puse de pie rápidamente y fui hasta Daniel.
—¿Qué ocurrió Daniel?—dije preocupada.
—No lo está—dijo triste—. Tenemos que alcanzarla, temo que haga alguna estupidez.
—Oh no... Pero bueno no era su tiempo. Tal vez después...
—Solo hay que encontrarla Adele—dijo Daniel interrumpiéndome.
—Claro vamos.
Caminamos, casi corrimos, por donde se había ido Laura. Al salir del hospital la encontramos sentada en una banca en el pequeño parque de al lado. Viendo hacia el piso con las piernas cruzadas.
—Laura... Lau cariño—dije sentándome a su lado—. Sé que no estás embarazada pero puede que después logres...
Volteé a ver a Daniel y me indicó que me callara. Confundida volteé a ver a Laura de nuevo y ella me veía con una expresión indescriptible.
—No hay ahora, no habrá después Adele. Solo...—soltó un ruidoso suspiro, acomodo su largo cabello a un lado y se puso de pie—. Necesito asimilarlo—volteó a ver a Daniel—. Lo lamento... Lo lamento en serio—y sin decir nada más dio media vuelta y se fue.
Angelo empezó a mover su mano diciendo adiós con su pulgar en la boca.
—¿Daniel?—dije en busca de una explicación.
Daniel se sentó a mi lado y después de un gran suspiro me miró a los ojos.
—Laura no puede tener hijos—dijo con la mirada triste.
—¿Qué?—dije incrédula.
—Los análisis dicen que no es capaz de tener hijos. Su retraso solo es pasajero. Está destrozada.
—¿Cómo una persona como Laura, que ama a los niños, trabaja con ellos, vive por ellos, no puede tener hijos?—dije incrédula.
—Sus genes no lo permiten.
—Pero... Pero...—me sentí mal por haberle dicho que tal vez después podría tener hijos sin saber lo que en realidad estaba ocurriendo—. Debe de haber un error.
—Al parecer no—dijo triste—. Bueno Adele, tengo que ir a hablar con ella.
—Lo siento Daniel.
—No lo sientas. No es culpa de nadie y tengo que hacérselo entender. Adiós Adele.
—Adiós—dije inundada de tristeza. Mi mejor amiga no podía ser madre.

•Narrador normal•

Laura caminó hasta su apartamento decidida a una cosa y solo una cosa, irse. Entró y cerró la puerta de un golpe. Corrió hasta su habitación y tomó su maleta. Empezó a llenarla de ropa sin ningún orden y de sus pertenencias. Tomó una foto de ella y Daniel sonriendo como dos viles maniáticos. Como lo amaba, era su pareja ideal pero ella para él no. Laura sabía perfectamente que el sueño de Daniel era tener un pequeño o pequeña y formar una hermosa familia, y ella no podía ofrecerle eso. Daniel no se merecía perder su sueño por su culpa. Laura se sentía tan culpable de no poder hacer feliz a Daniel que prefirió dejarlo libre para que encuentre a alguien más que pueda hacerlo feliz. Con lágrimas en los ojos siguió llenando su maleta.
Al terminar la cerró con esfuerzos y dio un último vistazo a la habitación. Salió limpiándose las lágrimas y respirando hondo. Pensó en dejarle una nota explicándole porque se iría. Tomó una hoja de la impresora en la que hacía sus libros, buscó una pluma pero cuando apenas iba a empezar a escribir escuchó el sonido de la puerta. Se paralizó y volteó hacia la entrada. Daniel se le quedó viendo, después a la maleta y luego otra vez a ella.
—¿Qué haces?—dijo confundido.
—Si sales unos cinco minutos cuando entres de nuevo encontrarás una carta explicándolo y yo habré salido por la escalera de emergencia, así que si no te importa...—dijo Laura indicándole con la mano que saliera.
—¿Pero de que rayos hablas? ¿A dónde vas?—dijo Daniel cerrando la puerta y acercándose a ella.
—Me voy Daniel, me voy para que puedas ser feliz—dijo Laura con ganas de llorar.
—¿Por qué?—dijo tomándola de la mano.
—Porque no te puedo hacer feliz. Yo lo único que quiero en esta vida es que seas feliz porque te amo y... Yo no puedo cumplir tu sueño, conmigo nunca podrás así que prefiero irme para que seas feliz y encuentres a una chica que te pueda dar un hijo.
Laura se soltó del agarre de Daniel y tomó su maleta. Se encaminó a la puerta pero Daniel la detuvo.
—Lo mejor que me ha pasado en la vida eres tú y si te vas nunca más podré ser feliz—dicho eso besó a Laura. Solo entonces ella empezó a llorar.
—Lo siento—dijo Laura entre besos—. Perdón por no poder...
—No es tu culpa—dijo Daniel sin dejar de besarla—. No es tu culpa.

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