Capítulo 34

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Cargué a Angelo y nos dirigimos a la habitación en donde estaba Adele.
Cuando llegamos ya se estaba levantando, una enfermera la ayudaba por si aún estaba débil.
Me vio y me mostró una sonrisa triste, yo en cambio estaba demasiado feliz como para contener mi alegría.
—Hola—dijo cuando estuvo completamente de pie.
—¿Qué tal?—dije acomodando a Angelo en mis brazos.
—Pues bien, creo. No sé que me pasó en serio—dijo acomodando su blusa—. Estaba limpiando la habitación de Angelo y empecé a marearme a tal grado de que no supe que pasó después.
—Pero estás bien no te preocupes. ¿Tomaste tu pastilla para el dolor?
—Si. Me estaba molestándola herida cada que me agachaba. Acomodé mi venda pero no funcionó así que me tomé la pastilla—dijo acariciando la espalda de Angelo.
—El doctor dijo que eso pudo afectar. Dice que puede ser muy fuerte el medicamento.
—Por lo menos no me está doliendo ahorita—le di un beso en la mejilla.
Al parecer no sabe que está embarazada. Me muero por decirle pero no se lo diré aquí, prefiero decirle en el apartamento.
Subí a Angelo al asiento trasero de la camioneta. Adele se sentó en el asiento del copiloto y se recostó.
—¿Aún te sientes mal?
—Solo un poco cansada. No sé que me pasa en serio Simon. Tengo muchísimo sueño—dijo con los ojos cerrados.
—Duerme.
—No, esperaré a llegar a casa.
—Yo te cargo—le dije sonriendo.
—Ja, cierra la boca—dijo sonriendo con los ojos cerrados.
—Ya extrañaba eso.
—¿Qué?—dijo abriendo solo un ojo y volteándome a ver.
—Tu sonrisa.
Eso la hizo sonreír aún más. Se levantó y me dio un beso en la mejilla. Volvió a recostarse y no tardó en quedarse dormida.
En una luz roja volteé a verlos, Angelo y ella lucen iguales al dormir y se ven preciosos. Pensar en tener un bebé con Adele, un hijo de mi sangre, me pone tan feliz.

—¿La cargo señorita?—dije en voz baja cuando llegamos a casa.
Angelo estaba sentado en el asiento de atrás tallando sus ojos por el sopor.
—Mami, despierta—dijo con voz adormilada moviendo el hombro de Adele.
Adele se despertó y bajamos del auto.
Al entrar al departamento se tiró literalmente en el sofá.
—¡Rayos! Recuérdame no volver a hacer eso—dijo poniendo la mano en su espalda.
Me senté a su lado, Angelo corrió hasta la terraza para ir con Louie.
—¿Cómo te sientes?
—Cansada—dijo recostándose en mi hombro—. ¿Volverás a la oficina?
—Solo tengo que terminar un informe. Después volveré de inmediato.
—Entonces ¿me desmayé por la pastilla?
—Dice que tal vez es demasiado fuerte para ti y para el bebé.
—¿Qué?—dijo sentándose bien—. ¿Qué bebé?
—Al parecer estas embarazada.
—¿Qué Simon?—dijo con cara de susto—. ¿Quién te dijo? ¿Cómo...? ¿Yo..?—empezó a jugar con sus manos y bajó la vista.
—El doctor. En los análisis lo vio—tomé sus manos entre las mías—. Tranquila—le dije sonriendo.
—Simon...—dijo con ganas de llorar—. ¿Cuánto tengo de embarazo?
—Dijo que pocas semanas. Deberíamos ir a un especialista para saber exactamente.
—¿Pocas semanas?—dijo soltando la primera lágrima.
—Si... Es por eso que no lo sabías, no lo sabíamos.
—¿Una... Dos?
—No lo sé Adele.
Empezó a llorar aún más. Se soltó de mi agarre y se puso de pie.
—Adele... ¿A dónde...?—dije pero Adele se fue hacia la entrada—. Adele—dije alcanzándola.
—Adele tranquila. Hablemos y cuéntame por qué estás así.
—Déjame sopesar la noticia por favor, necesito... Necesito... Solo...—abrió la puerta y salió. Nunca creí que lo tomara de esa forma.

•••
—¿En qué salón va?—gritó Laura—. Dime en qué jodido salón va y le romperé su lindo rostro—dijo tratando de liberarse del agarre de Ben.
—Cierra la boca, estás empeorando las cosas—dijo Ben.
—¿Qué rayos sucede?—dije viendo que estaba Adele llorando atrás de los dos.
—El estupido le dijo que esta fea. Ni que él estuviera muy bonito hijo de...—dijo Laura.
—Cállate Laura.
Adele se puso de pie y corrió evitándonos a todos.
—¿Ves?—le reclamó Ben a Laura.
—Rayos, iré con ella—dijo Laura.
—No no, voy yo—dije y seguí a Adele.
Llegamos hasta el patio. Adele se recargó en la pared de los baños y cruzó sus brazos. Me acerqué a ella sin hacer ruido.
—¿Por qué tan triste la señorita?—le dije al oído y le saqué un susto.
—Vete a clases Simon—dijo limpiándose las lágrimas y caminando para alejarse de mí pero la seguí—. ¡Simon déjame sola!—caminó más rápido.
—No huyas Adele. Siempre huyes y así no arreglas nada—le grité.
Se detuvo y se sentó en una de las bancas al lado de las canchas. Me senté a su lado.
—Iba a hablarle y lo escuché diciendo que estoy fea como para ser su novia o hasta su amiga—dijo sorbiendo su nariz—. Fue humillante, se lo estaba diciendo a todos sus amigos cuando yo estaba justo detrás de ellos y todos empezaron a reírse.
—No le hagas caso a esos idiotas, tú no estás fea, él es un monstruo. Debería estar agradecido de que te hayas fijado en él—dije abrazándola de lado—. Pero no huyas. No te alejes de los que te queremos ayudar ¿Okay?
Asintió sin separarse de mi.
•••

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