Capítulo 3

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Capítulo 3

—Respóndeme—arrastraba las palabras al hablar.
—Fui con Laura...—dije aterrada. Pude ver su silueta en la oscuridad del pasillo de arriba.
—No me mientas...
—No estoy mintiendo—dije bajando un escalón.
—Puedo oler la loción de hombre a kilómetros...
—Fue la inauguración de su librería, había...—con cuidado, lentamente iba bajando sin perderlo de vista.
—¡No mientas!—gritó furioso.
—No estoy mintiendo. Déjame terminar de explicarte.
—¿Dónde está tu amante? ¿Acaso Laura te lo presentó?—con una velocidad impresionante bajó las escaleras y se puso frente a mi.
—Yo no tengo un amante—dije con voz temblorosa.
—No te creo nada—se quedó callado respirando con dificultad justo frente a mi rostro. Siento que cualquier movimiento en falso lo hará explotar.
—¿Por qué no me dijiste que te ibas a ir? Que ibas a llegar a estas horas.
—Lo siento. Creí que llegaría más temprano pero el tiempo se me fue volando.
—El tiempo se te fue volando con tu amante ¿cierto?
—No—dije asustada y enojada. Sentía una enorme impotencia al no poder hacer que Alex entrara en razón.
—Acaso lo amas más que a mí—dijo después de susurrar algo indescifrable.
—Alex entiende por favor—pero obvio que no iba a entender.
—¿Quieres que te demuestre que yo soy mejor que él?
—Alex...—mis lágrimas no se detenían.
—Si eso quieres vamos al cuarto... Anda—me tomó del brazo pero con todas mis fuerzas me agarré del barandal.
—Alex déjame por favor permíteme explicarte.
—No te resistas—dijo sin soltarme.
De repente se quedó callado viéndome fijamente. Los minutos en silencio me parecieron eternos.
—Si no quieres subir lo haré aquí.
—Por favor te lo suplico, suéltame.
Me soltó. Creo que pude ver una chispa de razón en sus ojos. Respiré hondo.
—Al...
—No quiero que salgas—dijo lentamente—. Tú debes de estar aquí...—yo ya estaba llorando a mares—. Cuidando la casa, y al bebé que no deja de llorar...
Se tapó los oídos y frunció el ceño, estaba grave, Angelo ni siquiera estaba en casa.
—No te permito salir... Eres mía y nada más.
—Alex... Yo no tengo un amante. Por favor entiéndelo. Yo solo fui a la...—demasiadas palabras, demasiado ruido para sus oídos. Me golpeó con tal fuerza que quede tirada en el suelo.
—¿Qué dices?—dijo agachándose para verme a la cara.
Sentía el calor recorriendo mi labio inferior y toda mi quijada.
—Cállate. Solo hablo yo, mando yo... ¿Entiendes?
—Alex por favor...por favor déjame—dije llorando.
—¡Que te calles!—volvió a golpearme.
Mi mejilla está contra el suelo, las lágrimas están mojando el piso pero no puedo levantarme.
—Aquí el que manda soy yo. Levántate...¡levántate te digo!—no lo hice, no porque no quisiera, porque no podía. Era demasiado el estado de shock en el que me encontraba, además el dolor era insoportable.
Estoy destrozada por dentro, mi esposo... Es un vil monstruo.
Se quedó murmurando cosas por no sé cuánto tiempo, después se fue directo a la sala, dejándome tirada en el piso. Cuando ya estaba lejos de mi solté la respiración y me puse a llorar en silencio, no quería que me escuchara y volviera a golpearme.
El dolor de mi rostro fue nublando mi vista, las escaleras estaban frente a mi, inclinadas por la posición en la que me encuentro, borrosas...después todo se volvió oscuro.

•••
Laura está escribiendo como loca en una libreta. Yo solo tocaba mi guitarra sin ningún ritmo en específico.
—¿Estas preparando una serenata?—dijo Simon entrando al salón.
—Jajajaja claro. Para mi hermoso novio imaginario—dije y le saqué la lengua.
Se sentó a mi lado y volteó a ver a Laura.
—¿Qué hace?—dijo riéndose.
—Algo así de una idea, nueva historia...
—Para mi libro—dijo sin levantar la vista ni dejar de escribir.
—¿No tienes clases?—le pregunté a Simon.
—Las próximas dos horas no. Los profesores están preparando lo de la graduación así que tenemos tiempo libre.
—¿Me vas a invitar a la fiesta?
—¡Nos!—aclaró Laura.
—Claro señoritas. Será divertido verlas como representantes de su grado en una fiesta de puros graduados.
—Jajajaja cierra la boca—dije y seguí tocando.
—Mejor canta algo.
—Estoy escribiendo una canción pero aún no sé cómo seguirla.
—Canta lo que llevas y tal vez puedo darte alguna idea.
—Ni siquiera tengo letra, solo acordes.
—Rayos, de eso si no entiendo nada jaja.
—Ya saldrá algo—dije quitándome la guitarra.
—Tienes catorce Adele, tienes mucho tiempo para escribir.
Solo sonreí. Simon se acercó a mí y revolvió mi cabello.
—¡Oye! Me tardé horas peinándome.
Dicho eso Laura y Simon se rieron.
—Como si te peinaras—dijo Simon.
—Ja ja ja ja... Muy gracioso—le di un golpe en el brazo. A manera de respuesta volvió a revolver mi cabello, se puso de pie riéndose.
—¡Ven acá!—dije riéndome.
—No me alcanzas—dijo y se lanzó a correr.
Lo perseguí por los pasillos de la escuela. Ambos corriendo como locos, riéndonos...
•••

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