Capítulo 41

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—Tomen asiento—nos ordenan cuando el juez a entrado. Agradezco a dios porque nos hacen sentarnos, mis piernas temblorosas no iban a resistir ni un poco más.
Michael me soltó la mano y empezó a sacar las cosas de su portafolio. Papeles, folders, todos contienen cosas que él llama "evidencias", yo las llamo horrores.

—Comencemos con las declaraciones de ambos lados. Primero del demandante—Dojo el juez.
Michael se puso después de una respiración honda. No está nervioso, es mera preparación antes de un gran discurso, o al menos eso dice él, y la verdad le creo.

—El hombre que tenemos aquí presente no es nada más que un maniático, golpeador....
Estaba dispuesta a escuchar todo el "discurso" pero fue superior a mis fuerzas así que decidí centrar mi atención en otras cosas.
Volteé ligeramente a ver a Alex, está con la mirada fija en algún punto que no entiendo cuál es. Juega con la pluma en su mano, supongo que está haciendo lo mismo que yo de no escuchar. Su abogado esta bastante entrado en las palabras de Michael. Sigo volteando y me encuentro con Simon. Esta atento también a las palabras de Michael. A su lado me sorprende ver a Laura y a Rose, aquella chica que me ayudaba a limpiar la casa hasta aquel día que huí por primera vez.
Laura me ve, me regala una sonrisa triste y levanta ambos pulgares a una altura en la que solo yo puedo verla. Rose también me ve. Hace un movimiento con la cabeza que interpretó como apoyo, sonríe y vuelve a centrarse en las palabras de Michael.
Decido seguir a la mayoría y escuchar a Michael.

—Tenemos todas las pruebas necesarias, todos los testigos necesarios, tenemos todo a nuestro favor porque estamos diciendo la verdad y nada más que la verdad—dice Michael con dureza viendo al juez.
Al terminar se sentó a mi lado y relajó sus músculos solo un poco. Apenas está empezando.

Al ser el turno del defensor, el abogado de Alex se pone de pie y parece seguro de sí mismo, pero no de lo que va a decir.
—Entiendo—comenzó y después hizo una pausa—. Que tienen todas las pruebas, todos los testigos, etcétera etcétera. Pero ¿cómo?, repito mi pregunta, ¿cómo sabemos que todo esto no es un simple teatro? Mi cliente no está bien. Esta enfermo, estuvo en el hospital y todos sabemos porque. Es por eso que me parece tan muy bien montado este acto. Se aprovechan de las condiciones deplorables de mi cliente para atacar...
—Objeción—dijo Michael poniéndose de pie—. Las autoridades al ver que el señor estaba lo suficientemente apto para venir al juicio fueron los que ordenaron la fecha, nosotros no.
—Procede. Continúe por favor—dijo el juez.
El abogado de Alex pareció un poco desconcertado por la interrupción pero se recuperó y siguió hablando.
Todos sus argumentos eran vanos, pobres, sin pies ni cabeza. Empiezo a creer que esto será más rápido de lo que todos pensamos.

—Procedo a mostrarle las primeras evidencias de el maltrato y abuso a mi clienta—dijo Michael al ponerse de pie con él sobre en las manos.
Ese sobre amarillo contiene fotografías que el juez saca con cuidado, una por una. Las observa con detenimiento, las pasa a los otros integrantes del jurado y también las observan.
En cierta forma siento vergüenza de que estén viendo esas fotos porque la verdad son denigrantes.

•••
—¿Tenemos que hacerlo?—dije sentada con los brazos cruzados.
—Creo que sería lo más conveniente. Es por tu propio bien Adele. No le veo fecha cercana al juicio y si no tenemos pruebas puede que tomen ventaja de esto—dijo Michael de pie frente a mi.
—¿Cómo sabes que esto va a desaparecer?—dije señalando mis moretones.
—Lo harán Adele. El juicio no será pronto pero eso moretones si saldrán en menos de lo que crees.
Me quedé en silencio sopesándolo. Volteé a ver al fotógrafo desconocido que está de pie en mi sala a un lado de Michael. Me ve con pena, no quiero causarle pena. Me puse de pie y los enfrenté cara a cara.
—¿Dónde me pongo?—dije resignada.
—¿Dónde sería conveniente?—le preguntó Michael al fotógrafo.
—Al lado de la ventana para la luz.
Lo obedecí. Seguí todas sus instrucciones. Puse mi rostro frente a la cámara y él comenzó a tomar las fotos.
También de los moretones en mi cadera y en mis piernas.
—Una última de la espalda—dijo Michael y lo odié como todo mi ser.
Me ayudaron a quitar la venda y dejar al descubierto la herida. Pude escuchar una expresión del fotógrafo, un "ouch" en voz baja. Si amigo, "ouch".
•••

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