Capítulo 7

1.5K 86 7
                                    


•Narra Adele•

—Angelo ven aquí—dije persiguiéndolo.
Angelo corría de un lado a otro.
—Papi—gritaba mientras corría y se reía.
—Papi no esta vámonos—dije a punto de alcanzarlo.
—Papi—dijo y entró a la habitación frente a nosotros.
—Angelo...—me detuve al ver a Alex frente a Angelo—. Angelo... Ven con mami—dije sin quitarle la mirada a Alex.
Alex me sonrió y luego volteó a ver a Angelo.
—Hola hijo—dijo y se puso a su altura.
—Angelo ven acá—dije nerviosa.
Angelo volteó a verme justo cuando Alex levantó la mano dispuesto a golpearlo.
—¡No!—grité antes de escuchar el golpe.
Desperté agitada.
Me ubiqué rápidamente, la habitación de huéspedes, Angelo dormido a mi lado. Aún pequeño... a salvo, empecé a respirar más tranquila. Había sido una pesadilla horrible.
Me levanté con cuidado para no despertarlo. Pude percibir el olor a suciedad de mi ropa. Sigue oliendo a lo que olía mi casa...bueno, mi ex casa. Mi cabello era un completo desastre. Me arreglé un poco y me quedé viéndome al espejo. Los moretones seguían presentes, un poco menos inflamados gracias a la medicina del doctor pero seguían ahí, solo para hacerme sentir peor.
No sé ni siquiera qué hora es, no quiero salir y despertar a Simon. No tengo idea de que hacer ahora me siento completamente perdida, mi vida se ha vuelto un desastre.
Angelo empezó a llorar y corrí a calmarlo, no quería despertar a Simon.
—Ya pequeño ya—dije meciéndolo—. No hay que despertar a Simon...shhh.
Cuando se calmó un poco salí de la habitación. Bajé y me dirigí a la cocina por la leche de Angelo.
Tomé el biberón que compró Laura e intenté abrirlo pero con Angelo en mis brazos es muy difícil. Y ahora no tengo su bambineto ni su silla, ni su cuna o su carreola, toda su ropa, su lámpara de noche. Empecé a llorar de impotencia. Si lo dejaba en la mesa podía caerse, era tan dificil. Me senté y reprimí mi llanto para no hacer escándalo, de por sí Angelo ya estaba empezando a llorar de nuevo.
Lo cargué con un solo brazo y empecé a abrir el biberón. Angelo se movía desesperado por comer.
—Ya Angelo espera, déjame preparar el biberón—dije con la voz entrecortada por el nudo en mi garganta.
—¿Ese pequeño peanut está haciendo rezongar a mamá?
Volteé y vi a Simon en la entrada de la cocina caminando hacia mí con una sonrisa. Bajé la mirada por vergüenza.
—¿Te desperté?
—Llevo un buen rato despierto. Yo no quería despertarte a ti ni a Angelo pero al parecer el ya está más que despierto.
—Vaya que si—dije sorbiendo mi nariz.
—¿Estás llorando?
Negué sin verlo a los ojos, seguía ocupada con el biberón y tratando de controlar a Angelo con una sola mano.
Simon tomó el biberón y la leche y empezó a prepararlo.
—¿Cuántas cucharadas?—dijo poniéndole el agua. Me le quedé viendo un segundo, él volteó a verme y me sonrió.
—Tres—dije tragándome el nudo en la garganta.
Puso las tres cucharadas de leche en polvo mientras yo arrullaba a Angelo.
Agitó el biberón y me lo dio.
—Gracias Simon...—dije y le di el biberón a Angelo. Empezó a tomarse la leche con rapidez.
—No hay problema Adele—dijo y acaricio mi cabello. Levanté la vista—. ¿Quién iba a decirlo? Pasamos de que me ayudaras con mi tarea a yo ayudarte con tu bebé.
—Wow, que extraño se escuchó eso—dije sonriendo—. El tiempo vuela ¿no?
—Vaya que si.
Nos quedamos viendo el uno al otro por un buen rato a los ojos. No sé qué sucedió pero me perdí...me perdí en sus ojos.
Desde que éramos chicos me han encantado sus ojos. Tienen algo que no sé cómo explicar.
Él tampoco dejaba de verme a los ojos.
Volví a la Tierra cuando Angelo empezó a atragantarse.
—Oh dios, Angelo cuidado jajajaja—dije quitándole el biberón y levantándolo un poco—. Jajajaja pequeño glotón.
—Jajajaja—se rió Simon y volteé a verlo sonriendo—. Está precioso peanut.
De querer llorar pase a estar feliz, solo Simon podía lograr eso.

•••
—¡Mi guitarra Simon!—dije llorando.
—Maldición pero, ¿por qué la dejaste aquí Adele?
—Porque tenía que llegar a la clase y... ¡Ay no mi guitarra!—me cubrí el rostro para que no me vieran llorar.
—Vamos a encontrar a los malditos rateros hijos de...—dijo Ben, mi otro mejor amigo.
—Si, y vamos a golpearlos en...
—Cálmate Laura—dijo Simon. Era el mayor de los cuatro, por lo tanto el más "cuerdo".
Me habían robado mi primera y única guitarra. Lloré a mares hasta que se terminaron las clases.
—Haremos esto—dijo Simon. Siempre nos íbamos caminando juntos hacia nuestras casas después de la escuela, él vivía al lado de mi casa—. Le diremos a tus padres que un malandro te la arrebató, entonces yo valientemente lo perseguí hasta que huyó por un callejón oscuro y no logré alcanzarlo. Así no te regañaran por despistada—me dio un golpe amistoso en el hombro—. Y yo quedaré como un héroe.
—Serías héroe si en tu gran historia hubieras recuperado mi guitarra—dije viendo el pavimento. Sentía mis ojos hinchados por el llanto pero ahora estaba sonriendo por la historia absurda de Simon.
—Bueno... Casi héroe.
—Eres un tonto.
—No no, héroe. Puede que tonto pero sigo siendo héroe.
—Jajajaja.
—Ves, los héroes hacen que sus amigas se rían después de un momento triste.
Ya no dije nada. Tenía razón.
•••

Save me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora