Capitulo 27

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Alyn se tambaleaba sobre unas piernas que ya no sentía, aunque sabía que seguían siendo las suyas. Apenas capaz de ver en la oscuridad, se lanzaba de árbol en árbol y se agarraba a ellos como podía. El aliento se le escapaba entre los labios como un susurro ronco, y cada vez que inspiraba sentía que le entraba hielo en los pulmones.

«Sigue moviéndote —se dijo—, no puedes parar. Morirás. Tiene que acabar pronto. Tiene que acabar».

El ruido del viento que le silbaba en los oídos cada vez lo confundía más, y como no había tenido la oportunidad de acallar los recuerdos y pensamientos anteriores con una buena noche de sueño, todos se repetían pesada y torpemente, como los movimientos de su cuerpo.

—Si te paras, morirás —dijo en voz alta, y no parecía su voz. «Sigue moviéndote».

Sin Lugar - Jon RobinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora