Capitulo 10

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SEIS MESES ANTES

Harlan se abrió paso entre la masa de trabajadores que volvían a casa. La lluvia salpicaba el pavimento y se estrellaba contra los parabrisas de los coches atascados. Al lado de la estación de tren, el toldo de lona de un puesto de flores se agitaba y ondeaba con furia al viento.

Contento por poder guarecerse de la tormenta, Harlan encontró un hueco junto a la entrada. Estaba sacudiéndose la lluvia del mono cuando notó que alguien se le acercaba.

—Tú debes de ser Harlan.

Levantó la vista y se encontró con un hombre de pelo blanco y barba que vestía un andrajoso abrigo largo.

—Creía que no aparecerías —le dijo el hombre—. Venga, vamos a buscar un sitio donde podamos hablar.

—Espere un momento, ¿no me va a decir cómo se llama? —preguntó

Harlan.

—Cuando sepa que puedo confiar en ti —respondió el individuo mientras observaba a Harlan con cautela.

Diez minutos después, los dos estaban sentados en la parte de atrás de una cafetería, en medio de una calle tranquila.

—Bueno —dijo el hombre mientras apartaba el vaso de poliestireno—. Quiero saber cómo me has encontrado.

—Buscaba... a otros como yo en internet. Di con su página. Daba la impresión de que llevaba años sin actualizarse, pero había una dirección de email de contacto al final de la página. La verdad es que no esperaba una respuesta. Pasaron varias semanas y me olvidé del asunto. Y entonces, un par de meses después, me llegó su respuesta, así que aquí estoy... para «analizar el asunto», como acordamos.

El hombre miró un momento por la ventana, asintiendo para sí mismo, como si verificara la historia de Harlan.

—Me llamo Henry —le dijo.

—¿Es su verdadero nombre o solo intenta hacerme creer que confía en mí?

—Eres un chico listo, Harlan — respondió Henry, sonriendo—. Dime cómo te van las cosas.

—¿Se refiere al instituto o...?

—Ya sabes a lo que me refiero.

—Ha empeorado desde que le escribí —respondió Harlan, mirando la mesa—. Las coincidencias están por todas partes... Es como si... Es como si me estuviera volviendo loco. O ya lo estuviera.

—A lo mejor lo estás.

—Empiezo a ver patrones por todas partes, en todo. Cosas que eran completamente independientes las unas de las otras ahora están

interconectadas... Pienso en alguien que llevo un año sin ver y, de repente, ese mismo día, me lo encuentro... Entro en las tiendas y sé qué canciones van a sonar... Sé cosas que no debería saber. Hasta mis amigos empiezan a darse cuenta...

—¿Y?

—Y sigue pasando... más que nunca. Tiene que haber un modo de detenerlo.

—No puedo detenerlo —dijo Henry

—, pero no estás solo. Hay otros como tú.

—¿Dónde? Tengo que conocerlos.

—Todavía no, Harlan.

Henry le dio un sorbo a su vaso, pero se detuvo de repente y miró por la ventana. Apenas llovía.

—¿Qué pasa? —preguntó Harlan.

—Nada —respondió Henry mientras apartaba de nuevo el vaso y se ponía de pie rápidamente—. Tengo que irme. Te llamaré pronto.

—No puede irse sin más... Tengo

Sin Lugar - Jon RobinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora