Durante el último descanso del día, Elsa hizo de vigía mientras los demás se sentaban en círculo en el suelo de la celda de Harlan. Ryan les enseñó los bocetos de la planta que había dibujado en las toallas de papel.
—Aquí está la despensa —explicó, señalando su mapa—. Y esta es la sala de los guardias.
—La sala está cerrada durante las tareas del día —dijo Jes, mirando a Elsa —. Si se nos ocurre alguna forma de distraerlos mientras entras...
—¿Por qué tengo que ser yo?
—Porque eres la única que cabría
—respondió Ryan, y se volvió hacia Harlan—. ¿Cómo va la excavación?
—Despacio. El chico de la celda de al lado se quedó despierto casi toda la noche, así que no pude empezar hasta tarde.
—Pasarán meses antes de que podamos meter a alguien dentro —dijo Ryan, mirando a la pared—. No tenemos tanto tiempo.
—Estoy a punto de acabar con el ladrillo —repuso Harlan—. Solo necesito un poco más. Un par de días. —Olvídate de la pared —dijo Elsa con un suspiro—, lo que necesitamos es un destornillador. ¿Alguna idea?
—Julian dijo que se lo pensaría...
—Pues vas a tener que esperar sentada —dijo Ryan, sacudiendo la cabeza—. Pero si lográramos sacarlo de su celda...
—Viene un guardia —dijo Elsa entre dientes.
La chica se alejó de un salto de los barrotes, Ryan escondió el plano improvisado debajo de la cama de Harlan, y Jes vació en el suelo una baraja de cartas raídas.
Esperaron a que pasara el guardia y, cuando se perdieron sus pisadas, Elsa se acercó aún más al grupo.
—En realidad no tenemos ni idea, ¿no? —susurró mientras tiraba sus cartas—. No son más que unas cuantas posibilidades...
Harlan asintió con la cabeza para darle la razón.
—Ya sabes que por mucho que se planifique algo, siempre puede fastidiarse. Hay demasiadas variables.
—Variables —repitió Elsa mientras examinaba la celda, como si buscara algún rastro físico de la palabra.
—¿Estás bien, Elsa?
—Esa palabra me suena. Es como si hubiera olvidado algo que tengo que recordar. Algo sobre nosotros.
—Me estás asustando —dijo Ryan, sonriendo para intentar suavizar la situación.
—Bueno, no por mucho tiempo — respondió ella al darse cuenta de que unos cuantos de los presos del otro lado salían de sus celdas—. Tengo que irme, Adler no me quita los ojos de encima.
La chica salió de la celda sin hacer ruido.
—Iré a ver si está bien —dijo
Harlan antes de seguirla.
—Me preocupa —le comentó Jes a
Ryan—. Creo que está a punto de... —¿De qué?
—De rendirse. Dicen que todos lo haremos, tarde o temprano.
Se puso a guardar las cartas y rozó la mano de Ryan, que había tenido la misma idea.
—Perdona.
—No pasa nada —contestó él, sonriente—. Me alegra poder contar contigo, Jes. Me alegra que estemos en el mismo equipo.
Se inclinó hacia delante y, por un segundo, Jes creyó que la iba a besar. Sin embargo, el chico se limitó a recoger las toallas de papel y se las guardó en el uniforme.
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Sin Lugar - Jon Robinson
Science FictionEn SIN LUGAR, liberarse es el fin y el principio de una aventura sin tregua. En medio de un bosque denso, se esconde SIN LUGAR, una prisión apartada donde han encerrado a cien adolescentes de todo el país. Todos ellos son criminales, aunque ninguno...