Capítulo 1: Sentimientos y noticias

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     Era una mañana que recién comenzaba

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     Era una mañana que recién comenzaba. El tráfico estaba normal y se escuchaban aviones de guerra retumbando por los cielos. Muchas personas caminaban por las calles como si nada, haciendo compras, entre otras cosas. En una de las calles donde se encontraban pequeñas pasarelas había un militar parado al lado de lo que se podía ver una gran pancarta en la que se leía "Inglaterra te necesita: ¡enlistate ahora!" con el dibujo de un militar.

     Dentro de lo que parecía ser una sala de reuniones se formaba una corta fila de jóvenes muchachos y pocos hombres mayores, detrás de un escritorio donde estaba sentado un hombre de unos 40 años, con uniforme y un cuaderno abierto. El primero de la fila era nada más y nada menos que Edmund Pevensie, el penúltimo de los hermanos Pevensie. Miraba fijo al hombre y éste a él.

     -¿Seguro que tienes 18?-le preguntó el hombre, incrédulo.

     -¿Por qué? ¿Cree que soy mayor?-se apresuró a decir Edmund.

     El hombre lo miró por un largo instante muy serio y extendió su mano. Edmund le entregó un pequeño cuaderno que solo eran hojas. Éste lo abrió y leyó su contenido: 

               Registro nacional

     Nombre: Alberta 

     Apellido: Scrubb

     Luego de leerlo dirigió su mirada, muy serio, a Edmund.

     -¿Alberta Scrubb?-preguntó con una expresión nada agradable.

     -Es un error tipográfico-dijo Edmund, tratando de mantenerse lo más serio posible-, debían de escribir "Albert Scrubb".

     -Edmund-se escuchó una voz femenina. Todos voltearon.

     Parada unos centímetros atrás del último chico de la fila se encontraba Lucy, la menor de los Pevensie, aunque ahora estaba mucho más grande que en su última vez en narnia.

     -¿No ibas a ayudarme con las cosas?-dijo con una pequeña caja con verduras dentro en sus manos.

     Todos en la fila comenzaron a reír, uno más que otro. El chico detrás de Edmund reía a carcajadas y detrás de él un hombre mayor reía entre dientes.

     Edmund miró al hombre detrás del escritorio y éste le entregó el registro.

     -Suerte a la próxima niño-dijo el chico de las carcajadas, corriéndole la boina que traía puesta.

     Edmund salió de la fila muy enojado y acomodándose la boina de mala gana. 

     -¿Niño?-protestó Edmund cuando ya hubieron salido,tomando la caja que tenía Lucy en sus manos-. Él apenas era dos años mayor. Soy un rey...he peleado en guerras y dirigido tropas.

     -No en este mundo-se apresuró a decir Lucy, mientras Edmund ponía la caja sobre una bicicleta y la aseguraba con un cinturón.

     -Sí. Aquí en cambio tengo que combatir a Eustace Clarence Scrubb, si es que alguien merece ese nombre.

     Lucy no prestaba atención. Estaba observando a dos jóvenes que charlaban alegres. El chico tenía un brazo a su lado y ella corría parte de su cabello por detrás de su oreja, riendo tímidamente. Lucy imitó esa acción. Lástima que Edmund se dio cuenta.

     -¿Qué estás haciendo?-preguntó extrañado, mirándola.

     -Nada-dijo Lucy, avergonzada-. ¡Vámonos ya!

     Mientras tanto en una de las habitaciones de la casa donde se estaban quedando los dos Pevensie había un niño, recostado panza abajo en el suelo, escribiendo en un cuaderno.

     "Querido diario: Hoy es el día 253 desde que mis odiosos primos Edmund y Lucy invadieron nuestra casa. No sé cuánto más soportaré que vivan aquí...y tener que compartir mis cosas. Si pudiera tratar a mis parientes como trato a los insectos mis problemas se resolverían. Simplemente los pondría en un frasco o los clavaría  con un alfiler."

     -¡Ya llegamos! ¡Hola!-se escuchó la voz de Lucy.

    " Nota personal: Investigar las consecuencias legales de empalar a tus parientes". Terminó de escribir Eustace y comenzó a juntar muchas envolturas de caramelos y dejándolos en una caja debajo de su cama.

     [ NARRA EDMUND ]

     Llegamos a casa y se podía escuchar el televisor, con las noticias. ¿Tan sorda era esta gente que no bajaba el volumen? Me quité el abrigo.

     -Hola tío Harold-dijo Lucy, dirigiéndose a la cocina-. Traté de comprar zanahorias pero sólo tenían nabos.

     Mi tío estaba sentado en su sillón sin mover el trasero por nada del mundo. Sostenía el periódico tapando su rostro y tenía los pies apoyados en un pequeño banquito.

     -¿Quieres que prepare la sopa? La tía Alberta llegará pronto-preguntó Lucy, sacándose el abrigo. Harold sólo tosió y dio la vuelta a la página del periódico. Efectivamente era idiota no sordo-. Tío Harold...

     Aproveché que el periódico tapaba su rostro y saqué la lengua. Lo sé, algo infantil, pero me daba igual.

     -¡Padre!

     Escuché la voz del idiota de mi primo. Me di la vuelta y estaba parado en las escaleras.

     -Edmund se burlaba de ti-con un pequeño palo escupió un papel y dio directo en mi cuello.

     -¡Eres un...-dije corriendo hacia las escaleras.

     -¡Padre, quiere golpearme!-mariconeó Eustace.

     -Edmund mira-gritó Lucy, justo al tiempo en que lo iba a golpear-, la envía Susan-y mostró una carta, muy sonriente.

     Miré a Eustace y sonreí. Estaba cubriendo su rostro con sus brazos. Con eso ya tenía, al menos estaba humillándose. Le hice señas a Lucy para que subiéramos a leer la carta justo en el momento en que llegaba la tía Alberta. Ambos subimos, dirigiéndonos al cuarto donde Lucy dormía. Nos sentamos en la cama y comenzó a leer.

     -"...Desearía que estuvieran con nosotros. Ha sido una gran aventura, pero nada como nuestros días en narnia.

     América es muy emocionante pero nunca vemos a nuestro padre, trabaja todo el tiempo.

     Fui invitada a la fiesta del té del consulado británico por un oficial naval, que además es muy apuesto. Creo que le gusto un poco"- Lucy hizo una pausa.

     Me levanté de la cama. No importaba si Susan le gustaba a alguien o no, sólo quería saber si habían noticias de otra forma. Fui hacia un cuadro  que había en la pared en el que había un barco navegando aguas muy movidas. Pensé en narnia, ya que se me hacía muy parecido y pensé...¿cuándo volveremos? Al igual que de repente se me vino a la mente una cosa  que me habían dicho de...conocer a alguien interesante. Una chica de Cambridge o Londres estaría bien, son lindas, sí, pero no tienen lo que busco. Yo buscaba...desafío,aventura.

     -"Parece que los alemanes han hecho difícil cruzar el océano. Son tiempos duros. Mamá espera que puedan pasar unos meses más en Cambridge"-paró en seco.

     Me dí la vuelta,saliendo totalmente de mis pensamientos, incrédulo.

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   Hola chicas! Ojalá les haya gustado este primer capítulo y a prepararse para el próximo por que se viene toda la aventura..

   Gracias por leer!!!

     

       

     

La versión desconocida de la Travesía del Viajero del Alba  (Edmund y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora