Apocalipsis. Soulmate. #Lexark.

12. Igualdad de condiciones.

-ALICIA-

-Esto no se va a quedar así...- le susurré en el oído a Elyza. Acababa de vivir una experiencia sexual única, formidable. Y quería que ella también disfrutara, por mucho tiempo que dijera que tuviéramos. No siempre íbamos a tener la calma que habíamos conseguido en esa habitación. Habíamos tenido mucha suerte, no solo con la habitación, también al encontrarnos. 

Elyza estaba sobre mí, abrazada a mi torso, con su cabeza en mis pechos. Retiré un mechón de pelo que estaba sobre su cara y se lo coloqué suavemente detrás de su oreja. Al terminar de hacerlo movió su cabeza para captar mi mirada. Acerqué mi cabeza a la suya y junté nuestros labios suavemente. Elyza se acomodó sobre mí. Mi mano subió por su brazo hasta llegar a su nuca, la cual presioné contra mí para profundizar nuestro beso. Nuestros cuerpos desnudos se rozaban, el calor que teníamos debido a la situación nos aislaba del frío de la habitación.

Se apoyó sobre sus codos, permitiéndome mover bajo su cuerpo. -Ahora....-me acerqué a su oreja, chupando su lóbulo -...Es mi turno- le susurré. Con mis piernas atrapé sus caderas y con un impulso de mi pelvis cambié nuestras posiciones, yo arriba y ella abajo. Ataqué violentamente su cuello. Elyza jadeaba bajo mi dominación. Estaba sentada sobre ella, mis manos bajaron hasta sus pechos. Los apreté con fuerza, de la garganta de Elyza salió un sonido gutural, un gruñido, su pelvis se alzó contra la mía. Separé mi boca de su cuello y cogí sus manos con las mías. Las puse suavemente sobre mis caderas. Nuestras miradas estaban conectadas. 

Comencé a acariciar sus pechos con la palma de mis manos, mientras empezaba a hacer movimientos rítmicos con mi pelvis, rozando nuestros sexos. -Joder...- suspiró Elyza. Se apoyó sobre sus codos sin dejar de mirarme. Bajó su mano derecha por mi pierna, acariciando lentamente la parte interior de mi muslo, no dejaba de moverme.

Nuestras respiraciones comenzaban a hacerse más pesadas. La mano de Elyza subió hasta mi pecho, con la otra comenzó a hacer el mismo recorrido que había hecho por mi pierna anteriormente. Terminó sobre mi centro. Con su pulgar acarició mi clítoris, estaba a flor de piel. Solté un gemido, pero cogí sus manos y se las puse por encima de la cabeza, ella era la que iba a disfrutar ahora. Me apoyé sobre mis brazos y puse una de mis piernas entre las suyas, como ella había hecho anteriormente. 

Acerqué mi boca a la suya, sin tocarla. Rocé mi nariz en su mejilla, cerró los ojos. Mi mano viajaba por su cuerpo; su cuello, sus pechos, su abdomen, su muslo... Hasta llegar a su centro. Al mismo tiempo que comencé a besarle empapé mis dedos en su humedad -Estas...-susurré en su oreja -muy mojada- Elyza terminó la frase. Con ambas manos apretó mis glúteos contra ella, en recompensa comencé a masajear su centro suavemente a la vez que mi lengua pedía permiso para entrar en su boca. Fue bienvenida. 

Atrapé su labio con mis dientes, apreté lo suficiente como para hacerla jadear -Eso ha dolido- frunció su ceño separándose de mi boca. Pero no duró mucho, en milésimas de segundo sus labios rozaban violentamente los míos. Nuestros pechos se rozaban bajo nuestros movimientos. 

Hundí mis dedos en su humedad, Elyza se retorció suavemente, alzando su pelvis. Una vez dentro de ella comencé a mover mis dedos. -Más...- rogaba la rubia. Bajé por su cuello, dándole besos, mordiendo y lamiendo su piel a mi paso. Continué por sus pechos, el sujetador no engañaba en absoluto. Con mi mano libre agarré su pecho izquierdo, hundí mis labios en su pezón, mi lengua no tenía control sobre el. Sentí las manos de Ely sobre mi cabeza, apartando mi pelo. Alcé mi vista, ella miraba atentamente cada uno de mis movimientos. Su pecho subía y bajaba, aguantando el ritmo acelerado de su respiración. 

Cuando dejé ese punto sensible, bajé lamiendo hasta su abdomen. Deposité suaves besos a cada lado de sus caderas. Colé mis manos bajo sus piernas, abarcaban completamente sus glúteos. Aproveché para clavarle las uñas. Seguí besando su piel, la parte interior de los muslos, a lo que ella respondió abriendo un poco más sus piernas para mi degustación. No quise demorarme más en sentir el sabor de Elyza en mi boca.