17. Compañía.

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-ELYZA-

-Espero que tu y tu amiguita tengáis buenos modales y me hagáis caso- tragué saliva y miré a Alicia. Aquel hombre nos estaba apuntando con una recortada. No teníamos escapatoria. -Ven- susurré a Alicia, que estaba tras de mi. Tendí mi mano y esta la agarro, bajo la mirada de aquel hombre. -¿Que quieres?- le pregunté, intentando exitosamente que mi voz no temblara, al contrario que mi cuerpo entero. 

-No es lo que QUIERO- recalcó la palabra, se movió sobre sus pies -Es lo que NECESITO- giré mi cabeza mirándo a Alicia. El hombre comenzó a andar hacia nosotras, haciéndonos retroceder. -¿De dónde has salido? Hemos tapiado las puertas- le dije, intentando captar información. El hombre caminaba hacia nosotras, haciéndonos entrar en la suite. -Tendríais que haber asegurado todas las puertas del pasillo...-miré a Alicia, su mirada estaba fija en ese hombre envuelto en sudor y mugre. -Que bien os lo habéis montado... Lástima que no vayáis a disfrutarlo más- el hombre cargó su escopeta y apuntó a Alicia. -¡Eh!- le grité -Deja que ella se vaya- el hombre me miró, pero el arma seguía apuntándole a ella. Veía como ponía su dedo sobre el gatillo era ahora o nunca. 

Empuje al hombre haciendo que disparara la escopeta, al techo. El arma cayó a varios metros de él. Alicia estaba encogida en el suelo. Me tiré encima del hombre, sentada sobre su espalda, sin dejar que se moviera. Con las rodillas aprisioné sus brazos. -¡Alicia!- estaba hecha una bola en el suelo, al lado del sofá, cubierta de escayola del techo de la habitación. -¡Alicia!- levantó la cabeza, yo hacia fuerza para que el hombre, que solo murmuraba cosas, se estuviera quieto. -No sabes con quien te has metido- susurré en su oído. 

Alicia se acercó a nosotros, despacio. -Coge la escopeta y dámela- fue lentamente donde estaba, la cogió y me la dio. No había expresión en su cara, sus ojos miraban al vacío. Me levanté de encima del hombre, y cargué la escopeta. -¡Levántate!- le grité. El hombre seguía susurrando. -Vete hacia la terraza, lentamente- le dejé andar un par de metros delante de mi, para tener espacio en caso de que se pusiera tonto. -Van a venir a por vosotras- tras decir esto, se comenzó a reír como una persona con problemas mentales, serios. "Psicópata" se vino a mi mente. Alicia nos observaba desde el otro lado de la habitación. 

Me olvidé de ella, tenía que centrarme en hacer algo con ese hombre. Anduvimos hasta la terraza. -Baja por esas escaleras- las señalé -Asquerosa niña, tú no me vas a decir más que hacer- se dio l a vuelta y vino hacia mí. Me encaré, apuntando directamente con el arma a su rostro. -Atrévete, mamón- tragó saliva -¡Ha dicho que bajes!- Alicia apareció a mi lado, gritándole con furia a ese hombre. 

Aquel monstruo giró sobre sus talones y se agarró a la barandilla. -Baja- le dije firmemente al ver que no tenía intenciones de comenzar su descenso. Tras varios minutos el individuo llegó al suelo. Alicia y yo le mirábamos desde la terraza. Yo no había parado ni un solo segundo de apuntarle con el arma, sabía que era capaz de accionar ese gatillo. 

Le indiqué con la mano que siguiera su camino hasta la calle. Una vez en medio se paró. Encogió los hombros, no tenía ni idea de lo que le estaba apunto de venir. Disparé cerca suyo, sin darle, no quería causarle ningún tipo de "daño", al menos no yo. Cargué de nuevo la escopeta y volví a disparar, esta vez más cerca, el hombre echó a correr. ¿Habrían divisado los caminantes a su nueva presa? 

Así fue, tras varios segundos viendo como el hombre corría calle abajo, se vio aparecer tras el una horda de caminantes, no muy lentos que digamos... Era mejor que se los llevara con el, así nos quitábamos dos problemas de en medio; los zombies y el monstruo. 

Miré la recortada, no quedaba ningún cartucho en la recámara -Que pena...- Alicia me miró -¿Que pasa?- su vos era seria y cortante - No quedan cartuchos en la escopeta- Alicia soltó un bufido. -Seguramente en su habitación haya munición, ¿Vamos?- asentí. Entramos a la sala y cerré la puerta tras de mí. Era la primera vez que la cerrábamos. No había caído en la cuenta de que podríamos no estar solas, y por esas escaleras podría subir cualquiera.

-¿Estás bien?- le pregunté a Alicia, estaba preocupada. La reacción que había tenido en el salón con el hombre... No me la esperaba para nada, ni el tono usado... No me cuadraba. Ella se giró, no me miró, tenía la vista en el suelo, con la cabeza gacha. Me acerqué a ella y tomé su barbilla, obligándome a mirarme a los ojos. Estaban húmedos, rojos, a punto de llorar. -Ven aquí- la estreché entre mis brazos, ella se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar. -Ey, ya pasó, estoy aquí- la abracé más fuerte mientras le susurraba en el oído. 

-Estoy aquí, estoy aquí- repetía una y otra vez en el tono más tranquilo que me podía permitir. La llevé hasta el sofá y la senté, dejé la escopeta a un lado y me senté a su lado, acunándola entre mis brazos. Tras varios minutos en esa posición, Alicia despegó su cabeza de mi pecho -Es que... estaba ahí, y me apuntó y no sabía que hacer...- comenzó a llorar de nuevo -No quería morir Elyza, no puedo morir- murmuraba pegada de nuevo a mi. Acaricié su cabeza lentamente, entrelazando mis dedos en su pelo, el cual besé una y otra vez, inhalando su aroma.

Poco a poco Alicia dejó de llorar, pero no se separó de mi. Yo en cambio creía más oportuno cerrar la puerta o ir a por más munición. Me levanté suavemente -¿Dónde vas?- Alicia me miró. -No te preocupes, ahora vuelvo, voy a registrar su habitación, ábreme cuando llame, pero mira la mirilla por si acaso- ella asintió. Me acerqué rápidamente y deposité un suave beso en sus labios. Luego salí de esa suite, cerrando la puerta tras de mí. 

Abrí la puerta de la suite lentamente, mirándo hacia todos los lados, no había nadie. -Buena señal- dije susurrando -A ver que tienes por aquí- el sitio estaba totalmente destrozado. Botellas de alcohol inundaban la habitación, sobres de barritas y trozos de comida podrida adornaban la moqueta del suelo. Las cortinas estaban corridas, pero por alguna rendija se colaban los rayos de sol. No olía para nada bien. Era una habitación no muy grande, no era una suite. 

Era la mitad de la nuestra, sin cocina ni terraza. Solo baño, habitación y salón, todo junto, excepto la puerta del aseo. Fui directamente a las mesillas, una a cada lado de la cama, en una encontré una pistola y dos cargadores -¡Bingo!- en la otra mesilla nada, solo trastos y pilas desechables. Me dirigí al armario, había una montaña de ropa maloliente, tanto de mujer como de hombre... -¿¡Que coño!?- saqué ropa interior de mujer de dentro de esa montaña -¿Que clase de depravado eras?- solté el tanga en el suelo de la habitación y seguí buscando en el armario.  Finalmente lo encontré, dos cajas de munición para nuestra querida recortada. 

Cogí una camiseta de la montaña y la extendí sobre la cama, puse el arma y la munición dentro y até sus extremos. La cogí como si se tratara de una bolsa. Fui al salón, no quedaba gran cosa a parte de basura y... -¡Cigarros!- había paquetes empezados por todas partes. Podría haber pasado totalmente de ellos, estaban arrugados y a penas se podía adivinar que había algo "fumable" en su interior. Llené los bolsillos de mi pantalón y mi chaqueta. 

Cerré la puerta de esa habitación tras de mí. Llamé a la puerta de la suite. Una vez, dos veces... Empezaba a impacientarme, tres veces. -¡Alicia!- grité -¡Alicia! ¡¿Estás bien?!- no recibía contestación -¡Joder!- no tenía la llave y esa puerta sin llave solo podía ser abierta desde el interior. No quería pensar negativamente, estaba sola... Estaría dentro y no me oiría... Nada más. Me senté en el suelo, apoyada sobre la puerta. Sólo podía esperar, romper la puerta a patadas no entraba en mis planes.


Apocalipsis. Soulmate. #Lexark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora