Apocalipsis. Soulmate. #Lexark.

19. Problemas de mujeres.

ALICIA

Tras despertar, la mañana se resumió en recoger todo. Elyza y yo temíamos que no entrara todo lo que habíamos conseguido en el monovolumen. Poco a poco fuimos bajando las cosas. Fue pesado, ya que teníamos que subir y bajar el carro con la cuerda. Elyza tenía más fuerza que yo así que ella se quedaba en la terraza cargando las cosas del apartamento ahí, y yo lar guardaba en el maletero del coche.

¿Cómo puede ser que en apenas un par de semanas tuviéramos tantas cosas? La mayoría era material, como madera, láminas, cubos para el agua... No nos fue difícil encontrarlo, pero sería mejor no tentar a la suerte... Así que cargaríamos todo lo que era necesario. LA bolsa de deportes con munición estaba casi vacía, así que decidimos llevar la munición encima y llenar la bolsa con las latas de comida que teníamos.

Una vez todo en orden nos pusimos en marcha. Conduciría yo esta vez, ya que Elyza se había esforzado mucho en subir y bajar la carga, tenía la espalda hecha añicos así que, lo mejor era que yo condujera.

Cogimos la calle principal de Kansas, quedaba justo en frente del hotel. Llegábamos justo al mercado -¿Quieres que paremos para ver si hay algo más de provecho?- le pregunté a Elyza, ella simplemente negó. Se estaba quedando dormida, dejé que durmiera.

Por suerte teníamos el depósito más lleno que vacío, por lo que la gasolina no era una de nuestras preocupaciones, hasta que se acabara... Había que usar lo menos posible. Cogí carretera y puse la marcha más larga, y seguí conduciendo. No miraba las señales, no servían para nada. Y creí mucho más útil huir al campo que meternos de lleno en una ciudad, que sería la boca del lobo.

Decidí conducir sin rumbo fijo, había muy pocos coches a las afueras, y el combustible de la monovolumen estaba empezando a escasear... Tendríamos que parar. Estacioné el coche en medio de los demás vehículos. –Ely...- levanté la mano y la posé sobre su mejilla, retiré un mechón rubio que caía sobre su cara y lo coloqué tras su oreja, se movió bajo ese gesto, murmuró algo –Ely, despierta- le susurraba lo más dulcemente que podía, pero seguía sin despertar.

Me desabroché el cinturón y me acerqué a ella, besé su frente, su sien, su mandíbula... Bajé por su cuello y volví a subir a sus labios. Los suyos se movieron, en cuanto lo hicieron me separé de ella –Venga, despierta, que necesito tu ayuda- volví a mi sitio y abrí la puerta. Dí la vuelta al coche y abrí la suya, se había despertado y me miraba triste -¿Y mi beso?- comencé a reír, se veía como una niña pequeña, era bastante adorable, y totalmente increíble que esa misma chica que tenía delante pudiera llegar a matar a algo o alguien.

-Cuando me ayudes te lo daré- se cruzó de brazos, yo estaba apoyada en la puerta del coche, mirándola. –Venga, que nos hemos quedado casi sin gasolina- le dí una palmadita en la pierna y me alejé al maletero. Saqué un trozo de manguera, que era el que usábamos precisamente para esto, la peor parte era lo primero, aspirar para que la gasolina cayera. Elyza se encargaba de abrir los depósitos con la palanca, muchos de esos coches estaban cerrados, por lo que sus depósitos no se podían abrir fácilmente. Yo era la de la manguera.

-A por este- dijo Elyza señalando el coche que quedaba a la derecha del nuestro. Tenía la luna delantera rota y llena de sangre. Su interior estaba repleto de vísceras y gusanos, las moscas lo acompañaban, como a casi todo en estos tiempos. Con un par de golpes en el depósito sabíamos si merecía la pena o no gastar el tiempo en ese coche. Y este lo merecía. Elyza puso nuestro depósito paralelo al de aquel coche, teniendo que dar la vuelta, ya que lo tenían en el mismo lado.

Rutina. Mete la manguera, pega un chupito a la gasolina –sin tragarlo, obviamente- y prepárate para arcadas durante unos cinco minutos aproximadamente. En cuando pude conecté la manguera al depósito de nuestro coche, algo se derramó, más de lo que me hubiera gustado. Repetimos lo mismo con otro coche más.