Capítulo 30 - Un triste pero esperado adios

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Entré con Susana, a su habitación, estaba dormida, no sabía qué hacer, si esperar a que despertara, darle la noticia sería terrible para mí, pero su madre no podría hacerlo y no me quería arriesgar a que los doctores se portaran poco sensibles con ella, temía en verdad que Susana se pusiera mal. Durmió por mucho tiempo, yo estaba sentado junto a ella, pero me ganó el sueño y caí muerto, desperté al amanecer y ella ya estaba despierta, me veía con esos intensos ojos azules.

— Tú tienes algo — dijo con una voz muy tenue

— No, estoy bien —froté mis ojos con mis manos

— No, tú tienes algo, se te nota en la mirada... — no dejaba de verme — algo me ocultas — en tan poco tiempo ella lograba descifrar todo de mi

— Susana... — ¿Cómo decirle? ¿Cómo decirle que está muriendo? — Te has sentido muy mal ¿cierto?

Ella aún estaba acostada, se veía cansada y parecía traer mucho sueño — Si, desperté varias veces por el dolor, pero pude sopórtalo — ¿Por qué?

— Susana... — pasé saliva — ayer el doctor conversó un poco con tu madre y conmigo sobre tu situación y... — ella me veía con ansias de saber — no has mejorado ni un poco, de hecho cada vez empeoras

— Eso lo sé, yo soy la que está internada Terry — dijo con cierto aire de sarcasmo

— Susana es en serio — me comencé a molestar — El doctor dijo que no hace el medicamento, que tu herida empeora y que no hay mucho que hacer al respecto — ella se quedó congelada, sin decir nada lagrimas comenzaron a rodar por su rostro

— Sabía que ese color no era normal, ya me lo esperaba, creí que una vez mi pierna amputada no tendría problemas, pero parece ser que la vida no deja de darme sorpresas — dijo sin más

— Susana, no quiero que te pongas triste, yo quiero que sepas que aquí estoy, que a pesar de todo he vuelto a ti, que estaré contigo en todo momento — dije tratando de animarla

— Terry, gracias, pero ahora la muerte me llama lentamente, ¿crees que no sé lo que me espera? Quizás ya es tiempo, el día que presentaste Romeo y Julieta ya daba por terminada mi vida, y no tanto por el hecho de que yo no era la dueña de tu corazón, no porque Candy iba ir a verte y que me mataba la idea de saber qué hacías con ella. No Terry, no era eso, mi dolor era que yo había sacrificado mi vida por ti y tú no eras capaz de verme, siempre intenté acercarme a ti pero estabas tan centrado en Candy, mi vida estaba acabada porque no podía hacer las dos únicas cosas que amaba... estar contigo y actuar, mi mundo se había derrumbado.

— Susana...

— No, déjame hablar... — ella lloraba, pero su voz no se quebraba — Cuando decidiste quedarte conmigo me daba golpes de pecho y pensaba que era una persona terrible por obligarte a estar conmigo en toda mi vida. Cuando te marchaste y me dejaste, pensé que habrías ido a buscar a Candy, que irías con ella y que no volverías. Estar contigo me dio esperanzas, esperanzas de formar un vínculo más íntimo contigo, pensé que podría gustarte, que... podríamos formar una familia y que me amarías como lo hiciste con Candy, pero no es así, aun en mi silla de ruedas no deje de soñar una vida contigo, pero tu tenías otros planes y fueron arruinados por mi estupidez, si yo no te hubiera amado tanto ni yo ni tu estaríamos aquí. Pero Terry no me arrepiento de mis sentimientos, que quiero mucho, y agradezco que hayas estado cuando quienes creía mis amigos me dejaron, quizás no me amas, pero tú eres el único que no ve me con lastima al estar en la silla de ruedas, me tratas normal aunque no lo sea, Terry ya me has dado suficiente.

No supe que decir, Susana estaba tomando las cosas de una forma muy madura, ella era más fuerte que antes — ¿Y qué propones que hagamos? ¿Te dejamos aquí? ¿Regresamos a casa?

— Si voy a morir que sea en la tranquilidad de mi hogar, si los doctores dicen que ya no pueden hacer nada, pues yo tampoco, ni un milagro me salvaría de la muerte, ya lo hizo una vez, diles que me lleven a casa — dijo firmemente

— Pero y si te llega a doler mucho, ¿no crees que aquí podrían ayudarte?

— No, ya no quiero que gasten más tiempo y dinero en mí, vámonos

Susana regresó a su casa, dejó la silla de ruedas, pues pasaba casi todo el día en cama el dolor se hacía más fuerte para ella cuando tenía que estar sentada, comía poco y adelgazaba con rapidez, pero ella se mantenía fuerte, aunque estaba muriendo lentamente ella sonreía y cada mañana que me levantaba para ir a trabajar escuchaba de su tierna voz "Que tengas lindo día" y aunque ella se la pasara todo el día acostada, se sentía feliz, porque esta yo ahí.

Pocos días le quedaban y no podía permitir que ella se fuera de este mundo sin saber lo que yo sentía, esa noche sería una de las ultimas a su lado, por primera vez la abracé al estar acostado en la misma cama en la que habíamos dormido por casi un año.

— A decir verdad, al principio me desagradaba estar contigo, pero cuando te dejé, pensé en lo malo que había sido, no pensé en ti, solo en mí, yo estaba completo y sano, tú estabas en silla de ruedas, debía hacer algo por ti, sentía después que tenía una deuda contigo, aun no sé cómo pagarte el haberme salvado la vida, me pregunto quién se habría quedado conmigo si yo hubiera perdido mi pierna. Susana, después de tanto llegue a tenerte cariño, tienes razón, no te amo, pero te quiero, si no has sido un gran amor, pudiste haber sido una gran amiga, aunque no conversábamos mucho, creo que la compañía que nos hicimos nos hizo fuertes, somos diferentes, mira hacia atrás y hemos cambiado, hemos madurado, juntos y eso me agrada, quisiera en verdad quisiera estar en tu lugar, después de todo no eres mala persona ni eres fea, siempre me pareciste muy linda, pero no eras mi tipo, quizás fue eso, no lo sé no lo quiero pensar mucho, aquí estoy, aun cuando te vayas te extrañaría, porque me acostumbre a estar contigo, Susana te quiero — la abracé más fuerte y solo escuchaba sollozos

— Terry — tomo mis manos, no dijo más, nos quedamos dormidos

Solo 5 días más y su calvario estaba por terminar, ella entregó su alma, rodeada de todos sus seres queridos, no podía ni hablar, pero fue lindo ver que antes de cerrar sus ojos emanar una hermosa y radiante sonrisa, muy parecida a la que hizo como cuando la vi por primera vez, cerrando sus ojos lentamente dijo "Gracias". Llantos se escucharon en toda la habitación, pero aunque me sentía triste, me sentía conmovido, haber estado en ella hasta su muerte no fueron tan malos me acostumbre a estar con ella, pensaba que si ella vivía un poco más, quizás me comprometía con ella, solo para que se fuera feliz, pero el haberle dicho lo que sentía le fue suficiente, así fue como Susana murió.


NOTA: Hola gente! Por fin, una actualización, estoy de vacaciones ese es el porque, pero por fin el esperado capitulo, espero que les haya gustado, no se olviden de comentar y votar :3 Denle una pasadita a mis otras obras para que se vayan encariñando con ellas, porque ya esta cerca el final de esta historia y no quiero que se olviden de mi, vale? :) Un Saludo! 

Terry Grandchester y su historia (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora