Capítulo 23 - Adiós...

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— ¡Es tu culpa que este aquí! ¡Deberías permanecer a mi lado el resto de tu vida! — me gritó

— Susana — fue lo único que pude decir, estaba impactado a ese cambio tan drástico de actitud, nunca pensé que fuera capaz de decirme algo así

Su mirada era fría, pero no tardó en romper en llanto — No es tu culpa, no es tu culpa, mamá no debería guardarte tanto rencor — creo que ella sabía por lo que yo estaba pasando porque lo que me dijo era la respuesta — Terry, no te lo hagas... ¡Has que la obra sea un éxito! Y se... feliz con esa chica — sus ojos estaban empañados en lágrimas, yo solo la veía, ella sufría mucho — ¡Por favor, déjame sola! ¡No vengas más! ¡No vengas más Terry!

Sabía que era momento de irme, me acerqué a la puerta — Pasaré mañana — le dije antes de salir

Esa noche no pude volver a dormir.

Faltaba menos de 24 horas para que presentáramos la obra, iría a recoger a Candy en la estación del metro, me sentía fatigado y agobiado, tenía mucho peso, eso que me dijo Susana "Deberías permanecer a mi lado el resto de tu vida", era lo que me reprimía más, porque me sentía culpable y responsable por ella, pero no podía condenarme a mí mismo a estar con alguien a quien no amo.

Ya casi era la hora de pasar por Candy, nevaba, era diciembre, claro que estaba el clima así, tuve que disfrazarme de alguna forma, de ahora que iba a interpretar a Romeo muchas admiradoras no me dejan en paz y no había tiempo que perder, tenía que pasar desapercibido, vi a Candy, parecía buscarme y de repente se acercó a un tipo gordo y feo, quizás me había confundido, me reí al ver que ella se había equivocado de persona.

Tomé a Candy del brazo y comencé a correr con ella de mi mano — ¡Eh, usted! ¿Qué está haciendo? — Me gritaba — ¡No crea que soy una niña! — Para nada creía eso, ella lucía tan bella — ¡No podrá secuestrarme tan fácilmente! — Seguimos corriendo lejos de la estación — ¡Pero déjeme! ¡Si no lo voy a morder!

— Siempre tan susceptible — le dije aún cubierto de la cara

— Terry — dijo mi nombre y casi que desvanecía, entonces me quité la bufanda y levanté el sombrero

— Candy

— ¡Terry! — Parecía no creerlo porque solo se me quedaba viendo — Al fin te encontré

Moría de ganas de abrazarla y no dejarla ir nunca, pero podría no soltarla, me contuve y solo le di mi mejor sonrisa, la llevé a un café de por ahí, conversamos un poco.

— Terry, te hiciste un buen hombre — decía tan sonriente y radiante mi querida Candy — veo que cambiaste un poco

— Y tu... también —

— Si, lo sé, no crecí en lo absoluto — decía con aires de tristeza

— No vale la pena usar ese tono — le dije para animarla

— Perdona, pero cuando estoy contigo, tengo que actuar a la defensiva... Te acuerdas que tú me llamabas la "señorita pecas"

— Perdón, perdón, no lo diré más, es verdad, es muy descortés decir esas cosas a una estudiante de enfermera — le dije a mi chica

— Una enfermera — me giñó el ojo

— Tenía tantas ganas de verte — dijo tiernamente Candy

— Yo también — había amado a Candy desde hacía tiempo, deseaba estar con ella más que nada en el mundo, había soñado con estar a su lado por siempre

Discutimos un poco porque ella le habló a ese tipo y reíamos, le dije que tenía que esconderme porque si no, no me dejarían en paz.

— ¿Qué pasa? — le pregunté al verla diferente

Terry Grandchester y su historia (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora