Capítulo 42 - Recién casados

3.7K 240 32
                                    

— ¿Y luego? — yo no supe a qué se refería

— ¿Luego? — pregunté sin entender

— ¿Qué hay de nuestra luna de miel? ¿Nos quedaremos aquí? ¿Nos escapamos al jardín? ¿A la casita del árbol? ¿Tomamos un tren a otro lugar o que hacemos para celebrar nuestro matrimonio? — y entonces entendí a lo que quería llegar

Pensé en ello unos segundos — Vamos al jardín, una carrera a ver quién llega más pronto — le dije y ella sonrió con mucho destello

— Si, ¿y que si gano? — preguntó retadora

— Yo hago lo que quieras por todo un día, así sea trepar árboles y lanzarnos en lianas — le dije

Nos levantamos tan pronto como pudimos, bajamos las escaleras, por poco me caigo y entonces abrimos la puerta de un golpe, corriendo tan pronto como podía, me di cuenta que ya tenía mucho que no me ejercitaba, en los tiempos del colegio solía aguantar todo tipo de trabajo físico, pero ahora me sentía agotado, estar parado en un escenario no es en sí una cosa que me mantenga activo, en cambio Candy corrió más rápido que yo y me ganó, yo llegué detrás de ella agotado, casi sin aliento.

— ¿Es en serio Terry? ¿Antes eras igual de hábil que yo? — comenzó a reír a carcajadas

— He vivido en la cuidad, no suelo andar de salvaje como tú — ella puso cara de molestia y puso sus manos sobre la cadera

— ¿Salvaje yo? Su puesto que no, he estado muy ocupado cuidando a los niños de Pony — Candy comenzó a rascarse levemente la mejilla diciendo — Aunque les enseñé a los nuevos a trepar los árboles y hace unos meses visité a Tom e hicimos una competencia de lazo, pero he sido muy responsable y ya he dejado un poco esa vida

— Pues no deberías, eso es lo que te hace tú, la loca y atolondrada Candy, Tarzan pecosa — La tomé de la mano — ¿Te gustaría que nuestra casa en Inglaterra esté cerca de un lago y muchos árboles?, me gustaría que siguieras siendo una salvaje mientras la edad te lo permita — sonreí y ella se sonrojó

— Me encantaría, si está cerca de una colina, seré muy feliz — ella sonrió y al instante se puso sería — Aun no me hago a la idea de tener que irnos a Inglaterra, será raro estar de aquel lado del océano, en esos tiempos me sentía algo sola sin mis amigos del hogar de Pony, pero te encontré a ti, me reencontré con Annie y conocí a Paty y fue muy bueno, pero me pregunto que se sentirá estar contigo, a la luz del fuego de una chimenea, como aquella vez que estuvimos en tu casa hasta el amanecer

La rodeé con mis brazos y le dije en mi tono más dulce — Será hermoso, será como los tiempos en Escocia pero para siempre

Ella sonrió — Esos eran buenos tiempos, quizás si me guste — Candy se acercó a las flores y comenzó a olerlas

— ¿Te gustan mucho las flores verdad? — pregunté

— Bastante, además la familia Ardley es conocida por su dedicación al cultivo de flores, todas las casas de Albert están repletas de ellas, y me recuerdan a mi infancia, que aunque no fue fácil, traté de mantenerme feliz, en especial la Dulce Candy, única en su especie, es mi flor, cuando Anthony murió me llevé una Dulce Candy y la planté muy cerca de la colina de Pony, hay un par ahí, es curioso porque creí que solo crecerían en Lakewood, y por lo visto es una rosa muy dócil

Eso me dio una idea, me llevaría varías de esas flores a Inglaterra, y aprenderé a cultivarlas a escondidas de ella para cuando estemos en nuestra casa Candy llegue y vea un hermoso jardín lleno de flores cultivadas por mí, eso la haría sentir como en casa, lo que menos me gustaría es que Candy se sintiera sola o triste, eso la animaría mucho.

Terry Grandchester y su historia (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora