11.

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Scarlett y yo estábamos viendo la televisión cuando el timbre sonó. La miré un segundo, preguntándole con los ojos si esperaba a alguien, pero ella simplemente se encogió de hombros. Mamá no estaba, quizás se hubiera olvidado las llaves en casa, pero realmente era demasiado pronto para que hubiera terminado de trabajar. Pensé en Kira y Allison, que igual querían hacer algo esta tarde y por eso se estaban presentando en mi casa sin avisar.

Me levanté del sofá para abrir la puerta y, cuando estaba a tan solo un movimiento de alcanzar el pomo, una última posibilidad me vino a la mente. De todos modos, no sería la primera vez que aparecía en mi casa sin previo aviso. ¿Podría ser...?

—Stiles —dije nada más abrir la puerta y verlo ante mí—. ¿Qué haces aquí?

Él me ofreció una media sonrisa al ver mi cara de desconcierto.

— ¿Acaso uno no puede sorprender a su novia cuando le plazca? —inquirió inclinándose hacia delante, con unas claras intenciones que no tardé en adivinar. Rápidamente, eché la cabeza hacia atrás y le puse la palma de mi mano delante de su cara, sobre sus labios.

—Ni se te ocurra —le advertí mirándole a los ojos—. Ya he tenido suficiente con el beso de hoy —añadí, refiriéndome al beso que me había dado para evitar que me fuera de la lengua delante de mi prima sobre la verdad de a quién estaba mirando en el entrenamiento.

Stiles rió y se apoyó contra el marco de la puerta.

—Sabía que dirías eso —me confesó—. Por cierto, ya estoy un paso más cerca de averiguar quién es el chico misterioso que no se va de la cabeza de Lydia Martin. —Alcé las cejas y me crucé de brazos, desafiándolo—. Tú solita te has delatado; has estado a punto de admitir que habías ido a ver a otra persona al entrenamiento.

Abrí mucho los ojos, cayendo por primera vez en la cuenta de lo que mi casi desliz suponía. Ahora Stiles había conseguido reducir el número de chicos.

—Pero para que veas que soy buena persona, pequeña —continuó Stiles, resaltando con diversión en los ojos el apodo con el que solo él me llamaba—, he preferido salvarte de la terrible humillación de tu prima, a pesar de que estabas a punto de darme la respuesta en bandeja de plata.

Solté un bufido y puse los ojos en blanco. Sabía que Stiles tenía razón, pero en esos momentos mi orgullo era demasiado fuerte como para admitirlo en voz alta y agradecérselo.

—Creo que, a cambio, al menos debería tener el pivilegio de saber el nombre del afortunado —terminó, ahora con una sonrisa en el rostro que dejaba al descubierto sus blancos dientes—. ¿No crees?

—En tus sueños —dije, tomándolo del brazo y tirando de él para meterlo en casa mientras él reía. Yo pretendía subir a mi cuarto, pero Stiles me detuvo delante de la puerta del comedor, donde Scarlett seguía viendo la televisión—. ¿Qué haces?—pregunté en un susurro, sin apenas separar los dientes.

—Hola, Scarlett —la saludó Stiles a la vez que pasaba un brazo alrededor de mis hombros y me atraía hacia sí.

—Stiles —dijo ella alzando la mirada y entornando los ojos en cuanto nos vio tan juntos.

—Vamos a subir a la habitación de Lydia —le explicó—. No vamos a hacer nada malo, pero te agradeceríamos que no volvieras a entrar como la otra vez.

Dicho esto, Stiles me dio un sonoro beso en los labios y pude notar que sonreía contra mi boca. Sabía perfectamente que el comentario había ido dirigido para molestar a Scarlett, pero con ese beso solo pretendía hacerme rabiar a mí, cosa que consiguió. Cuando nos separamos, parpadeé un par de veces mientras recuperaba la compostura.

Do we have a deal? || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora