Epílogo, parte 1.

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Cinco años después.

El avión se tambaleó levemente por tercera vez en dos minutos, y yo supe automáticamente qué cabeza se iba a asomar desde detrás de mi asiento para decirme -otra vez- que deberíamos haber cogido un barco.

—Deberíamos haber cogido un barco. —Y ahí estaba.

Giré un poco la cabeza para mirar a Stiles, que se había agarrado con fuerza al respaldo de mi asiento y me miraba con el horror en los ojos por encima de mi hombro. Como las veces anteriores, puse los ojos en blanco.

—Solo son turbulencias, amor —contesté, intentando tranquilizarle por enésima vez—, en unos minutos terminarán y podremos seguir volando con normalidad.

Stiles abrió mucho los ojos.

—¡¿Con normalidad?! Entonces estás admitiendo que ahora no estamos volando con normalidad. Madre mía, Lydia, recuérdame por qué estamos haciendo este vuelo de más de diez horas antes de que me dé un ataque de nervios.

Me giré completamente para mirar a Stiles de cara. Le obligué a centrarse en mis ojos y no hablé hasta que estuve segura de que no iba a saltar de nuevo con alguno de sus comentarios absurdos.

—Mi prima se casa mañana y me niego a ir hasta Londres en barco. —Hablé con firmeza, aunque tanto Stiles como yo sabíamos que no le estaba reprochando nada, en realidad. Era la primera vez que Stiles volaba en avión, así que era comprensible que estuviese nervioso. Con una voz más suave y baja, añadí—: Ya quedan solo dos horas, Stiles, tranquilo. Ven aquí.

Con una pequeña sonrisa en el rostro, Stiles no tardó ni un segundo en juntar nuestros labios en un rápido beso antes de separarse y volverse a acomodar en su propio asiento. Yo también me senté bien, mirando al frente.

—Tu marido puede resultar ser extremadamente molesto —apuntó Allison, que estaba sentada a mi lado.

—¡Te he oído! —repuso Stiles desde detrás.

—Esa era la intención.

Bromas y comentarios como ese eran típicos entre Stiles y Allison desde que él y yo empezamos a salir de verdad. Se picaban mutuamente, aunque nunca con mala intención, pero es que sus personalidades siempre habían chocado, siendo ambos tan impulsivos.

Por otro lado, Kira nunca tuvo ningún problema con Stiles. Y prácticamente lo mismo se podía decir de su relación con Scott, que seguía tan viva como cuando empezaron a salir, cinco años atrás. De hecho, ambos estaban esperando su primer bebé, aunque Kira estaba de pocos meses, y menos mal, porque de lo contrario no la habrían dejado subirse a un avión.

Desde el otro lado de Allison, Kira se inclinó hacia delante para mirarme. Rió por lo bajo mientras se acariciaba su de momento poco notoria barriga. Al final, hasta yo terminé riéndome con ella de lo absurda que era la situación.

Kira estaba en el lado del pasillo, Allison en el centro, y yo en la ventanilla. Detrás de mí iban Stiles y sus miedos, y a su lado se encontraba Scott, con su sobrina en brazos. Su sobrina que era mi hija y la de Stiles, claro.

Athena tenía dos años recién cumplidos y estaba mil veces más emocionada que su padre por volar en avión. Claro está que ella no comprendía muy bien lo que estaba pasando; sus manitas revoloteando en el aire y su incesante risita por las bromas que le hacía Scott lo demostraban.

—Le estás causando tanta risa que le va a entrar el hipo —se quejó Stiles, a la defensiva. No pude evitar sonreír tiernamente, ya que si de algo estaba segura era de que Athena era la princesita de mi marido, y no iba a negar que me encantaba cuando se ponía en modo protector sobre la niñita de sus ojos—. Anda, dámela y cáusale hipo a otra persona.

Do we have a deal? || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora