09.

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Cuando la puerta de mi habitación se cerró detrás de nosotros, solté un suspiro de alivio por estar fuera de la vista de mi madre y Scarlett por primera vez en lo que llevábamos de noche. Hubiera preferido que Stiles se fuese a su casa pero, pensándolo bien, todavía no estaba preparada para enfrentarme al interrogatorio y los comentarios de mi familia respecto a mi supuesto novio. Y menos cuando mi madre y mi prima parecían tener una alianza para dejarme en evidencia.

—Antes de que abras la boca para soltar algún comentario sarcástico sobre lo que ha dicho mi madre de tener "un poco de intimidad" —le dije a Stiles una vez me aseguré de que solo él podía escucharme—, que conste que no nos vamos a besar.

Stiles se giró hacia mí y alzó las cejas con el amago de una sonrisa en los labios.

— ¿Acaso vamos a hacer algo más? —preguntó acercándose hacia mí—. Yo no tengo ningún problema.

Acorté la distancia que quedaba entre nosotros y le di un golpe en el brazo con poca fuerza. Stiles se intentó defender echando el cuerpo para atrás y tapándose el pecho con los brazos automáticamente, pero no tuvo ningún éxito. A pesar de mi pequeño ataque, Stiles acabó riendo, así que yo le fulminé con la mirada en un intento de expresarle sutilmente la poca gracia que me hacía su comentario.

—Eres un cerdo, ¿lo sabías? —le aseguré mientras me dirigía a mi cama.

—Eres tú la que se acaba de sentar sobre la cama, no yo. —A pesar de su respuesta, Stiles ya se estaba alejando de mí e iniciando una inspección exhaustiva de mi cuarto. Sin molestarse en mirarme, continuó—. Luego no te quejes si interpreto mal tus indirectas.

Di un resoplido y rodé los ojos, pero no contesté. En vez de eso, me quedé observando a Stiles, que a su vez observaba todas las cosas que había en mi habitación. Paseaba la vista por mi estantería, repleta de libros de todo tipo, y pude ver cómo arrastraba un dedo por el lomo de cada uno de ellos, como si así pudiera leer los títulos rápidamente. Cuando terminó con la estantería, se dirigió hacia mi escritorio, que no estaba lo que se dice ordenado. Los apuntes de clase estaban esparcidos por todas partes, y Stiles soltó una risita al verlos. Se giró para mirarme de nuevo, y esta vez tenía algo en las manos; un libro que yo había dejado abierto sobre la mesa por la tarde.

—Te gusta leer —comentó Stiles. No era una pregunta, sino una afirmación—. Estabas leyendo este libro mientras estudiabas, ¿verdad?

Me encogí de hombros y me hice a un lado para dejarle un sitio a mi derecha sobre la cama. Stiles no tardó en sentarse junto a mí y depositó el libro entre nosotros, cerrándolo a pesar de que no tenía el marcapáginas dentro.

— ¡Oye! —me quejé agarrando el libro y pasando las páginas—. Ahora ya no sé por dónde iba.

—Página 311—me dijo Stiles, y yo alcé la mirada hacia sus ojos—. Tranquila, Lydia, no hace falta que te alteres.

—No me altero, solo que no me hace gracia que toques mis cosas como si nada —repuse yo en un tono más cortante del que me gustaría. La verdad era que no estaba molesta, pero no iba a admitir delante de Stiles que, efectivamente, me había alterado por nada. Le di la vuelta al tema rápidamente—. Sí, me gusta de leer. De hecho, es una de mis cosas favoritas.

—No me digas —me interrumpió Stiles con una sonrisa divertida. Señaló a mi estantería, a las torres de libros que había apilados a ambos lados de mi cómoda, al libro que descansaba sobre mi almohada detrás de mí y, finalmente, al libro que yo tenía en ese momento entre las manos—. No me había dado cuenta.

Para variar, puse los ojos en blanco, pero lo hice con una sonrisa. De alguna manera, la suya resultaba contagiosa.

—Lo hago siempre que puedo —continué explicándole sin responder a su comentario burlón—. Me gusta entrar en otros mundos que son, en la mayoría de los casos, tan diferentes al nuestro.

Do we have a deal? || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora