Epílogo, parte 2.

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Estaba sentada en una de las sillas del banquete, observando todo. Aunque pareciera increíble, Derek y Scarlett, esa pareja por la que nadie daba un duro, se habían casado. Y ellos no podían estar más felices. Busqué con la mirada a la feliz pareja, pero, para mi sorpresa, los encontré separados. Derek se hallaba conversando con Scott y Stiles, este último con nuestra hija en brazos. Scarlett se dirigía hacia mí.

—Prima, ¿te lo estás pasando bien? —preguntó una vez ya estuvo frente a mí. Yo asentí con la cabeza—. ¿Y qué haces aquí sola?

—Digamos que los tacones acaban cansando los pies —dije, subiendo un poco mi vestido para que mi prima pudiera ver mis zapatos. Llevaba puesto un vestido largo color azul, con piedrecitas brillantes en la zona del escote. No me hacía mucha gracia al principio por el color, pero Stiles insistió en que el color azul en mí era una maravilla.

—Qué me vas a decir a mí, y eso que aún no hemos bailado —dijo, enseñándome también sus zapatos, escondidos tras el largo y precioso vestido de novia—. No me puedo creer que me haya casado. ¿Tú también estabas eufórica cuando te casaste con Stiles?

—¿Que si estaba eufórica? Casi me da un ataque al corazón. —Las dos reímos.

Recordaba perfectamente el día de mi boda con Stiles. Yo estaba hecha un manojo de nervios, pensando en todas las cosas que podían salir mal. Mis amigas y mi prima fueron las que me animaron y me dijeron que todo saldría estupendamente, y así fue. Me casé con el hombre de mi vida, aquel del que no querría separarme, al único que querría ver junto a mí por las noches.

No tardé mucho en quedarme embarazada tras la boda. Los meses de embarazo fueron algo duros, pero con Stiles a mi lado, todo se hacía mucho más sencillo. Ahora teníamos una niña preciosa, que era el centro de todas las miradas, incluso en la boda de mi prima.

Athena vino corriendo hacia mí, pasando sus brazos a lo largo de mis piernas y escondiendo su cara en el vestido. Scarlett me miró con ternura, y yo me agaché para quedar a la altura de mi hija.

—Cielo, ¿qué ocurre? —pregunté, acariciando sus rizos castaños.

—Papi y el pimo. —Levanté la vista para ver a los dos aludidos de pie frente a mí, a punto de excusarse por cualquier cosa que hubieran hecho.

—Derek, cariño, ¿qué le has dicho a la niña? —preguntó Scarlett, acercándose a su ahora ya marido.

—La culpa es de este delgaducho —dijo señalando a Stiles—, ¡le ha dicho a su hija que soy malvado!

—Eso no es del todo cierto —apuntó Stiles, jugando con sus manos. Sabía que estaba pensando una excusa, pues únicamente jugaba con sus manos cuando estaba nervioso—. Solamente le he dicho que el primo Derek es un poco como el enanito Gruñón.

—¿Y le has dicho que me llamo Derek? —preguntó este, cruzándose de brazos.

Stiles se mordió la lengua antes de responder.

—Claro.

—No, papi, ¡pimo Miguel! —gritó Athena, causándonos la risa a Scarlett y a mí.

—Ath, ¿qué te he dicho? No tienes que hacer quedar mal a papá.

—Chicos, lleváis así desde que os conocisteis. ¿No creéis que ahora que sois familia deberíais controlaros? —preguntó Scarlett, tratando fuertemente de no sonreír. Stiles y Derek se miraron entre ellos para, finalmente, asentir—. Estupendo. Ahora, Derek, tienes que venir conmigo, tenemos que ir a saludar a todos los invitados.

—¿Es verdaderamente necesario? —se quejó él. Scarlett abrió los ojos como platos, sorprendida-. Vale, vale, lo pillo. Vamos, entonces.

El matrimonio se despidió y se alejó a conversar con los invitados, dejándonos a los tres solos.

Do we have a deal? || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora