Malas elecciones cap 19

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Rezick

El sabor oxidado se deslizaba por mi labio lentamente, haciéndome cosquillas, sentí el impulso de pasar la mano y limpiarlo pero una cuerda inmovilizaba mis manos en mi espalda, escupí la sangre que el último puñetazo de ese matón me había provocado y continué con mi mirada seria enfocada en el tipo delante de mi.

¿Que cómo llegué a esta situación?

Ni siquiera yo lo recuerdo bien, tan solo la recuerdo a ella, ella y el suave roce de sus labios...
Otro puñetazo interrumpió mis pensamientos.

Volvamos atrás por un momento:

Con su rostro entre mis manos la observé bien, dudando si volvería a verla o no, si tuve suerte y la encontré una segunda vez pero este mundo cada vez tenía menos sentido y eso me aterraba. Pero sobre todo me aterraba lo que había comenzado a sentir cuando estaba con Mizu, ¿de verdad podía ser tan estúpido de enamorarme de una invención de mi sueño?

- Te encontraré -le aseguré a Mizu procurando apartar la preocupación de mi rostro, su expresión de miedo me demostró lo mal que mentía, lo intenté nuevamente esta vez con una sonrisa mas relajada- te lo prometo.

- ¿Qué? -su rostro comenzaba a mostrar miedo.

Un policía agarró mi hombro con fuerza y me obligo a alejar una de mis manos de Mizu, siendo consciente de que debía dejarla marchar ya, la acerqué a mi con las ultimas fuerzas que ese oficial me permitía y deposité un casto beso en esos labios que por tantos días había observado, en unos segundos intente memorizarlos su suavidad, la presión, me permití ver su rostro asombrado una ultima vez, con una caricia en su mejilla me despedí y tras darle la llave mariposa cerré la puerta.

Presencié con desesperación como gritaba mi nombre y las lagrimas aparecían en esos dulces ojos color caramelo, al menos ella estaría a salvo.

Con ira me giré hacía el oficial de policía que estaba destrozando mi hombro desde hacía ya unos segundos, le atice un puñetazo en la cara intentando asegurarme de que me dejaría tranquilo, cinco policías más comenzaba a abrirse paso entre la multitud con rapidez salté del escenario por el lateral contrario a las escaleras intentando ganar tiempo, con todas mis fuerzas corrí fuera de la playa, algo difícil ya que mis pies se hundían en la la arena y eso comenzaba a frustrarme. Cuando llegué al limite de la playa me apoyé en el pequeño muro que separaba la playa de la calle comercial, salté por encima de el y me dirigí al primer callejón que pude localizar.

Escuchaba pasos corriendo detrás mía, mi pulso a mil por hora, no sabía cuanto llevaba corriendo pero ir por calles en las cuales no podía entrar el coche policial fue una de mis mejores ideas, la persecución empeoró cuando comencé a notar mis piernas temblar y sabía que estaba perdido cuando escuche el rugir de una moto acercarse.

Mi perdición.

Con el pulso aún más acelerado pensé con rapidez, no podía huir de una moto y estaba seguro que también era la policía, después de todo al parecer soy un asesino. La suerte me sonrió ya que encontré una casa con la puerta abierta durante mi huida.

"Primero asesinato y ahora allanamiento de morada, vas mejorando Rezick" pensé para mi mismo.

Me encerré en aquella casa y deslicé mi espalda por la puerta respirando con dificultad, para mi desgracia elegí esa casa.

- ¿Qué se supone que estas haciendo? -levanté la mirada para encontrar a una mujer de largo pelo negro que me miraba con unos oscuros ojos inquisidores, sentada en un sofá de lo que debía ser el salón, a unos pasos de mi me observaba como si no fuese extraño el hecho de que un desconocido entrase en su casa aunque si parecía enfadada.

- Ah, lo siento es que -pensé en mentirle pero puede que no me ayudase demasiado en este momento- me perseguían, sé que suena extraño pero tan solo le pediría que me dejase quedarme aquí durante una hora o dos después me iré.

La mujer frunció aún más el ceño, tragué saliva con dificultad y me prepare para tener que continuar con mi huida.

- ¿Y de qué o quién estas huyendo? -preguntó la mujer aún con ceño fruncido aunque parecía más curiosa que asustada.

- Lo cierto es que...

- Nada de escusas o mentiras chico -me interrumpió rápidamente- venga no tengo todo el día.

- De la policía, huyo de la policía.

La mujer permaneció durante unos segundos observándome mientras yo, aún sentado en el suelo, rezaba por haber entrado en la casa de una enrollada mujer a la que no le importase nada y me ofreciera un vaso de agua y un sofa durante unas horas.

- De acuerdo no te preguntaré como has acabado así.
"La suerte esta de mi parte" pensé momentáneamente eufórico.

- Y te esconderé, pero.

- ¿Pero? -ya decía yo que no podía tener tanta suerte.

- Trabajarás para mi, un solo encargo por supuesto.

- ¿Qué clase de trabajo?

¡Un capo de la droga! Había entrado en la casa de un capo de la droga, desde luego la suerte me sonreía, y de esa manera acabé con dos hombres a los que no conocía con el objetivo de entrar en un bar donde al parecer habían escondido mercancía que había sido robada a la mujer de aspecto "normal" en cuya casa entré.

Y así me encontraba apunto de escapar de un par de mafiosos que me estaban destrozando el rostro, ¿Porqué? Por que yo tenía que entrar justamente en la casa de un capo, ¿Porqué? Por que estaba huyendo de la policía, de nuevo ¿Porqué? Por que yo tenía que salvar a Mizu. Tan solo espero que esté en una situación mejor que la mía.

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