Permíteme presentarme cap 32

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Con un chasquido de dedos, David eliminó la gravedad no puedo explicar de otra manera lo que pasó, y en cuestión de segundos Jon y yo atravesamos los cristales en la puerta, los trozos arañando mi cuerpo no eran nada comparado con la presión que me encerró contra la pared, vi también a lo lejos a Mizu de la misma manera que yo, intenté llamarla pero el aire no pasaba por mi garganta.
Justo cuando la falta de aire y la presión en mi pecho ardían tanto que parecía matarme la pared a mi espalda desapareció, llenando mis pulmones con aire frío de nuevo y me precipite sin remedio contra un suelo lleno de rocas, el dolor del impacto y las heridas eran dolorosas pero no lo suficiente, como pude me levanté a observar mi alrededor en busca de Mizu, los otros me importaban una mierda.
Con las manos en mis rodillas temblorosas intentando recuperar el aire la busqué, y el paisaje que se encontraba frente a mi aumentó mi miedo.
Un mar negro de olas gigantescas rompía contra las rocas oscuras en las que había caído, y entonces al seguir buscando, como un ángel, vi caer a Mizu desde una nube gris y precipitarse contra el mar, corrí con todas mis fuerzas hasta llegar justo a la orilla para ayudarla a salir. Tras mucho intentarlo encontré como intentaba salir a la superficie, en cuanto pude atrape su mano en el agua, solté un suspiro de alivio y tiré de ella.

La cogí entre mis brazos con el mayor cuidado esperando que abriera los ojos, y hablara de nuevo, que me dijera que estaba bien. La arrastre fuera del mar y comencé a intentar que despertara, cuándo empezó a toser me aleje dejándole espacio suficiente para recobrar el aliento, y la calma si podía, cuando terminó se dejo caer al suelo y entonces me acerqué y quitando el pelo de su cara busque sus ojos, parecía no estar muy consciente de lo que pasaba.
Cuando intentó levantarse me adelante a ella y rodee su cuerpo tembloroso con mis brazos, no volvería a perderla de vista.
— Mizu —susurre a su lado esperando una respuesta.
— Rezick ¿Qué ha pasado? —me preguntó sin abrir los ojos.

Algo detrás de mi en el mar llamó mi atención un segundo, fijé mi vista y con miedo vi como el agua se movía tras el paso de una aleta azul deformada.
No sabía que era pero no me gustaba.

— No lo sé —le contesté a Mizu pensando que no era momento de explicar que la culpa la tenía David, tampoco quería pararme a explicarle quién era Aer, escuchando ruidos que me hacían desconfiar en el mar intenté que Mizu se moviera— pero aunque estés cansada tienes que levantarte por favor, tenemos que irnos de aquí, y tenemos que irnos ya.

Lentamente se levantó del suelo algo temblorosa y preguntó:
— ¿Dónde está Marissa? ¿Y todos los demás?

Vi en su mirada la tristeza de haber visto así a sus amigos, pero también un brillo de esperanza de que yo supiera algo, me dolía decepcionarle así que la atrape entre mis brazos cuando parecía a punto de llorar.

— Ven aquí —suspire sin saber muy bien que decir— lo siento pero lo primero de todo es alejarnos de ese mar.
Creo que mi voz sonó algo nerviosa.
Tomé  su mano con firmeza y caminé con rapidez intentando que Mizu siguiese mi ritmo, a mi alrededor todo se volvía mas oscuro y tenebroso, el mar a lo lejos sonaba más fuerte, las nubes de tonos grisaceos ahora cubrían por completo el cielo. El miedo me consumía, no sabía a donde ir y este lugar no parecía tener fin, puse mis esperanzas en seguir caminando y con suerte encontrar algo o a alguien.

— Vamos Mizu, tan solo un poco más —apreté su mano con cariño intentando reconfortarla.
Al terminar la frase noté como tiraba hacia abajo de mi mano, me giré con rapidez para ver que quería y vi como lentamente se precipitaba contra el suelo, a unos centímetros del mismo la atrape con dificultad y comencé a mirar su rostro palido buscando el motivo por el cuál se había desmayado, alguna herida grave o cualquier cosa. Toqué su frente y noté como estaba ardiendo, tenía muchísima fiebre.
— Mizu no por favor, ahora no.

En cuestión de segundos todo se sumió aún más en la oscuridad, una niebla espesa nos rodeó, era de preocupantes tonos grises, me asfixiaba, cuando pensé que no podía ir peor una desagradable risa que por desgracia conocía bien.

— Aer...
— Muy bien joven, veo que no me olvidas —dijo entre risas— bueno la buena noticia es que saldrás de aquí pronto.
— ¿De qué estás hablando? —le pregunté asqueado.
— Ella.
Miré a Mizu con miedo sin saber de que hablaba.
— No sé que quieres de ella pero no te atrevas a tocarla.
De nuevo escandalosas risas, una nube descendió en espiral hasta acabar al lado nuestra, se formo con la figura de un hombre y la voz salió de ella:
— Te di una misión y la has cumplido, entregame esa chica.
Mi cabeza procesaba la información con rapidez, y pegue mi cuerpo más a Mizu, no terminaba de comprenderlo ella no era humana, yo era el único aquí.
¿No?

— Nunca, te has equivocado de persona, ella no es humana —le dije intentando convencerme a mi mismo de que tenía razón.
— Claro que lo es ¿acaso crees que sabes más que yo? Inepto.
Una fuerza, similar a la que David usó me hizo apartarme de Mizu que cayó al suelo en un golpe seco, y me levantó con los brazos inmóviles.
— No te atrevas.
— Observa —su voz desprendía ira— esa niña entró aquí sin mi permiso, es un peligro, pienso acabar con ella.

Comenzó a elevar su cuerpo con la niebla.
El miedo a perderla delante de mis ojos me mataba, me sentía inútil.
Y entonces Mizu abrió los ojos, lentamente, fijó su vista en la figura de Aer y habló:

— ¿Qué... está pasando?
— Tú, no importa qué esté pasando no aguantarás mucho.
Una línea de niebla gris comenzó a rodear el cuello de Mizu.

— No —su cara comenzó a tornarse a un color rojo, una lágrima resbaló por su mejilla lentamente, y a duras penas podía hablar— ¿Porqué?...
Aer estalló en risas para después hablar:

Mizu

— ¿Quién eres, qué está pasando? —el miedo hablaba por mi, no entendía nada.
— Oh que descuido, permíteme presentarme, soy Aer, aunque puedes llamarme tu verdugo —la figura delante de mi estalló en carcajadas.
— ¿Porqué haces esto? —pregunté con ira.
— ¿NO LO SABES?
El grito fue precedido por un insólito silencio, y tan solo Aer comenzó a reír.
— Mizura tu no eres humana —dijo altanero con voz seria.
— ¿De qué estás hablando? —le conteste con el mayor desprecio que había sentido nunca y que mi garganta me permitía.
— De que no eres como el resto, no eres totalmente humana como por ejemplo Rezick, por así decirlo eres...
Materia de sueños...

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