Aquella tormenta era solo la calma cap 30

31 3 0
                                    

Mizu

— Y cuando conseguí salir de la enfermería me hicieron vestir un elegante traje negro y supervisar el baile —continuaba contándome Rezick, mientras yo solo tenía la vista pérdida en la habitación, apoyada en su hombro y jugando con nuestras manos unidas me lamentaba por haberlo dejado pasar por todo eso solo- pero allí estabas tú, rodeada por chicos que no eran yo, con todos en aquel salón mirándote embelesados, y aquél tipo que te sacó a bailar.
- David, y puede entrar aquí en cualquier momento así que vigila lo que dices -le advertí sonriente.
- Bueno ese tal David, te sacó a bailar y por supuesto yo no podía permitirlo.
- Ah ¿no? -le interrumpí juguetona acercando mis labios a su cuello.
- Por supuesto que no, así que me puse mi antifaz y fui a por ti -contestó moviendo la cabeza para alejarme su cuello y rozar sus labios con los mios- y por eso te secuestre.
- Oh y ¿piensas dejarme ir? -pregunté siguiendo con su juego.
- Digamos que es un secuestro indefinido -y finalmente unió nuestros labios en un dulce beso, el olor a champú de su pelo me incitaban a acercarme más, mucho más, recordando el lugar en el que nos encontrábamos me separé de él y le di un último beso, un simple roce y cambié mi posición para sentarme al lado suya con las piernas cruzadas y observando su perfil.
El me dio una mirada de molestia.
- No me apetece que ni Mein ni nadie más nos pille así -le expliqué.
Rezick lanzó un bufido y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, al ser tan alto se quedó mirando al techo.
- Iré a por algo de comer, niño chico -sentencié levantándome y apretando su mejilla al pasar por detrás, el intentó morder mis dedos y yo me alejé rápida y le enseñé el dedo de en medio junto a una sonrisa.

Entré en la cocina donde encontré a un James cargado de comida.
- ¿Te ayudo? -le pregunté divertida viendo cómo sujetaba bolsas con los dientes.
James emitió una especie de ruido raro que entendí por un sí, comencé a coger todas las bolsas que pude hasta que el pudo volver a hablar y coger aún más cosas.
- James creo que éstas siendo un poco excesivo.
- Es nuestra última noche y tengo que conseguir que Marissa quiera algo serio conmigo es demasiado...
- ¿Dispersa?
- No -respondió impresionado para después hacer una pausa y continuar- puede que también un poco, pero no le gusta demasiado el compromiso, de cualquier tipo.
- Bueno eso es cierto, pero entonces ¿piensas conquistarla con comida?
Contempló los montones de chucherías, chocolates y patatas para después levantar su mirada de cachorro abandonado y preguntar:
- ¿Si?

- No es un mal plan, ánimo, iré llevando esto -rei mientras hacía malabares con las bolsas para poder hacerle el signo del Like a James, después volví al salón.

Cuando llegué Jon había entrado y parecía llevarse bien con Rezick, David con mala cara estaba en el sofá alejado de ellos dos mirando la televisión, solté toda la comida en la mesa de cristal situada delante del enorme sofá color crema y decidí subir a la segunda planta en busca de Marissa. Si me quedaba en el salón Rezick volvería a acercarse y con David cerca no tenía ganas de soportar miradas de asco.

Subí los escalones de dos en dos y abrí al llegar a la puerta principal.

- Marissa -llamé al otro lado de su puerta- voy a entrar.
Abrí la puerta y pasé a su habitación miré a mi alrededor tratando de encontrarla, hasta que la vi, grité tan fuerte que no me entrañaría que los demás me hubiesen escuchado y corrieran a ver que pasaba.
- Marissa, no, tú no, no lo entiendo.
Una lágrima comenzó a amenazar con deslizarse por mi mejilla. Me tiré al suelo de rodillas...
Y comencé a reír como una posesa, al punto de llorar de la risa.

- Mizu para ya, no tiene gracia.

Marissa me contemplaba con los brazos cruzados en su pecho, envuelta en una toalla de "My little pony" con unas pantuflas con enormes orejas de conejo rosa y una mascarilla en la cara no podía ser mejor imagen.
Continué riendo hasta tirarme en el suelo con dolor de estomago, me deje caer tan rápido que me golpeé la cabeza pero seguía sin importarme.
- ¡Tengo que estar guapa!
- ¿Y tu tienes 18 años? -pregunté mirándola aún entre risas.
- Son mis gustos.
- Lo siento pero después de las broncas que me has dado a lo largo de estos días no puedo verte así y tomarte enserio.
Mis risas no paraban pero me levanté corriendo en cuanto Marissa se acercó a mi al grito de:

- Te vas a enterar.
Se quitó una de sus adorables pantuflas y comenzó a perseguirme por todo el piso, cuando ya no podía correr más me la tiró a la cabeza y volvió a su cuarto a quitarse las mascarilla.
- Te espero abajo pequeña pony rosa.
Cerré la puerta a mis espaldas con rapidez y escuché como al otro lado me maldecía entre risas y el sonido de otra pantufla golpear la puerta.

Volví a la segunda planta dando saltos, estaba tan tranquila ahora que tenía de nuevo a Rezick que me sentía flotando en una nube.
No, un momento, estaba literalmente flotando, mis pies descalzos habían dejado de tocar los peldaños de la escalera y tan solo tenía la barandilla aún a mano así que antes de saber qué pasaba me agarré a ella con fuerza. La gravedad desapareció y noté como una enorme presión tiraba de mi contra la pared a la que la escalera estaba unida, mi espalda golpeó en la pared con una fuerza bruta que me dificultó respirar.

Abrí los ojos con dolor y observé como mis compañeros atravesaban la puerta de cristal del salón de James y Mein, todos se golpearon contra la pared al igual que yo salvo que mucho más heridos, Jon fue el primero en atravesar el cristal y al que vi mas herido aunque los demás también tenían cortes.

— Rezick —susurre buscándole con la vista borrosa, la presión me asfixiaba pero no podía evitar necesitarlo cerca para dejar de tener tanto miedo.
La presión aumentó muchísimo más en mi cuello y una lágrima comenzó a resbalar por mi mejilla mientras respiraba con dificultad, delante de mi, a mi derecha, la puerta de madera de la segunda planta se rompía en pedazos dejando pasar al cuerpo de Marissa el cual se pego a la pared a mi lado con la misma fuerza que los demas, solo que no tenía los ojos abiertos, ni tampoco luchaba por separarse de la pared.

Materia de sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora