Lo que él tiene que contar cap 28

22 3 1
                                    


Rezick

Otro golpe, lo único de lo que era realmente consciente era del sabor aguado de mi sangre, y la rabia recorriendo mi cuerpo y haciéndome temblar, parecía que tras tanto rato ese tío se había cansado de golpearme, y con cada herida nueva yo planeaba en mi mente una manera de acabar con él. Todo lo que estaba soportando por haber tenido que aceptar esta mierda de encargo para que esa capo de la dorga me escondiera de la policía.

- No estas dispuesto a confesar por lo que veo -dijo limpiando mi sangre de sus manos en un trapo grasiento que cogió de por ahí.
No respondí.

Por fin el hombre se alejó y salió de la sala dejandome junto con dos tipos que me habían acompañado, pero eran unos completos inutiles.
Cuando deje de escuchar los pasos del matón me apresure a buscar una solución.

- Eh -comencé a susurrar intentando llamar a los que estaban conmigo, los dejaron tirados en el suelo tras golpearlos- vamos tenemos que salir de aquí.
- Eh -susurró uno de ellos aturdido- ¿Qué a pasado?
Emitió un quejido de dolor, yo alce la cabeza mirándolos desde arriba, puede que con prepotencia he de admitirlo, desde un lado de mi frente notaba bajar una gota de sangre lenta y espesa, sobre la herida de la que surgía comenzaba a caer sudor provocando que el dolor aumentase, sentía como mi pómulo izquierdo estaba inflamado, como mi labio tenía una raja, y eso tan solo era la cara.

- Podrías, pedazo de inútil, dejar de quejarte por un golpe en la cabeza y un mareo y ayudarme a sacarnos de aquí.

El me miró intentando intimidarme pero yo era el que hasta hace unos minutos estaba escupiendo sangre mientras el dormía, no era momento de estupideces.
- Puedes ayudarme o puedo escapar yo solo y dejar que os maten a los dos.
- ¿Y si puedes salir tu sólo porqué no lo intentas?
- Llamalo prisa o compasión como tu lo prefieras -le contesté procurando poner entonación en la palabra compasión.
Por fin reaccionó y se acercó maniatado lo máximo que pudo, comencé a explicarle lo que tenía en mente y tras dejarlo aclarado volvió a su lugar a fingir estar aún inconsciente.
Pasaron los minutos.
Le atrevería a decir que una hora.
Los golpes en mi cuerpo no se sentían mejor, en el estómago sentía como si me es tuviesen perforando, la cabeza me palpitaba y sentía cada vez más debilidad.

- ¿Ya te has replanteado hablar?
El plan estaba en marcha, el tío había vuelto y como imaginé más agresivo.
Si esos idiotas no hacían ninguna estupidez saldríamos pronto, según lo planeado uno de mis acompañantes dio un gran golpe con el pie en el gemelo del matón, eso dejaría marca y no me disgustaba la idea. Cuando comenzó a caer me apresure a levantarme arrastrando la silla a la que estaba atado para golpear su estómago con mi cabeza y todas mis fuerzas.
Conseguí que se tambaleara hasta caer, ahora venía la parte dolorosa, reuniendo fuerzas corrí hacía donde el tipo estaba tirado y me giré para después tirarme de espaldas encima suya, mi peso rompió la silla contra el, liberandome de mis ataduras y dejando a ese cerdo aún más aturdido.

Aproveché y descarge en el toda mi ira, le cogí por el cuello de la camisa y comencé a golpearlo en la cara sin descanso, cuando comenzó a brotar la sangre de diferentes partes paré, estaba inconsciente.

- ¿Lo has matado? -preguntó con seriedad uno de mis acompañantes.
- Eres idiota si crees que con tan sólo eso a muerto -podía ver en sus ojos el miedo, cada vez me convencía más de que me acompañaron los peores puede porque quisieran deshacerse de ellos.

Comencé a buscar las llaves para salir de ese zulo y las encontré por suerte y con rapidez en el cinturón de ese gigante que se encontraba tirado en suelo, creo que estaba comenzando a roncar.
Con la destartalada puerta a mis espaldas hice señas a los otros dos para que estuvieran en silencio, introduje la llave en su ranura con cuidado y abrí, esperé expectante algún ruido que me indicase si había alguien fuera, silencio, abrí la puerta por completo y susurré a mis compañeros:

- Rápido, a menos que queráis quedaros.

Tardaron tan solo un segundo en correr detrás de mi a la salida, continuamos por un largo pasiilo hasta que fuimos interrumpidos.

- ¡EH, QUE SE ESCAPAN! -gritó a mis espaldas un tipo de aspecto malgastado.
- ¡Más rápido! -exigí.
Con la misma velocidad que usé para huir de los policías recorrí los pasillos, aparentemente interminables, del edificio en el que nos habían encerrado. Lo raro era que nos persiguieran tan poca gente con el escandalo que estabamos armando.
Justo cuando giré una esquina para entrar en otro pasillo escuché alarmado la vibración de una bala pasar por detrás de mi cabeza, y para mejorar la situación no había salida, tan solo una ventana.
Mis patéticos compañeros no tardaron en notarlo.
- ¡No hay salida! -gritó uno de ellos con lo que parecía mal humor.
- Pues la haremos nosotros a menos que queráis discutirlo con ellos -señalé a mis espaldas.
- ¿Hacerla? -preguntó el otro, pero con voz temblorosa de miedo.
- ¡SI!

Sin pararme a dudar, sin darme tiempo a mi mismo de tener miedo salté, contra el cristal cerrado de la ventana, escuchando disparos a mis espaldas, cubriendo mi cara con los brazos pero notando el cristal cortarme y arañarme los brazos desnudos.

Y noté la caída, y el vértigo, el aire rozando mi cabello con velocidad y más tarde el suelo duro en mi espalda y polvo, muchísimo polvo, el pavimento roto bajo mi cuerpo pero yo seguía vivo.
Los párpados me pesaban tanto y luego una mano calida en mi mejilla sobre una de mis heridas...

Materia de sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora