¡Allanamiento de morada!

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- Venga Lucía, date prisa. - dije mientras corríamos por la carretera.

- Ya voy. - dijo Lucía detrás de mi. - ¿Has estado en atletismo o algo? - dijo casi con la lengua afuera.

- No, solo estuve en natación y me quité con los 10 años. - dije reduciendo la velocidad.

- Pues parece que has estado toda tu vida en atletismo. - dijo poniéndose a mi lado. - Bueno esta es la casa, ¿que coño quieres hacer como para traerme corriendo?

- Vamos a colarnos en su casa. - dije mirando la casa detenidamente. Se hacía tarde y decidí enviarle un Whatsapp a Dylan y a Marcos para que avisaran a mi abuela de que esta noche, llegaría un poco tarde.

- ¿Que vamos a que? - dijo Lucía abriendo los ojos como platos. - ¿Pero tu estas bien?

- Si lo estoy. - dije enviando el mensaje a mis dos amores. - Solo necesito algo en que agarrarme y saltar. - dije dirigiéndome al patio trasero donde, estaba su ventana.

- Cerca de su habitación hay un árbol pero, no está lo suficientemente cerca como para que saltes, acaso que te quieras chocar como un mosquito en el parabrisas. Pero hay una enredadera que, no se si soportará nuestro peso. - dijo rascándose la pierna.

- Tan poco estamos tan gordas. - dije para que nos riéramos un poco. Después me dirigí a la enredadera de la que me había hablado Lucía, me colgué de ella y esperé un tiempo para ver si, soportaba mi peso. - Después de mi. - dije subiendo por la enredadera.

Mientras subía, algunas de las ramas iban crujiendo pero, no me daba miedo caerme. Ya lo había echo muchas veces, a demás, tenía costumbre de colarme casi todas las noches en la habitación de Dylan. Ante eso me reí ya que si se lo cuento a alguna de mis nuevas amigas, pensarían mal y, la verdad, yo pienso tambien muy muy mal.

Cuando llegué arriba, vi a nuestra amiga, tirada en la cama sin moverse. Pensé que estaría dormida hasta que vi un bote de pastillas de ibuprofeno, tirado en el suelo y, pensé lo peor. Entré sin preocuparme si había alguien en casa y me tiré (casi) encima de Sonia.

Ella no respiraba y se salía de su boca, espuma. Se había intoxicado. Intenté hacerle el boca a boca durante un tiempo hasta que, Lucía entro en la habitación y empezó a gritar. Corrí hacia ella para callarle la boca.

- Lucía, llama una ambulancia ¡ahora! ¡CORRE! - dije señalando la puerta. Lucía salió casi tropezándose con todo, mientras bajaba las escaleras. Yo mientras seguía haciéndole el boca a boca a mi amiga. Después opté por meterle una camisa en la boca, cosa que haría que vomitase y, así lo hizo. Empezó a devolver todo lo que había ingerido en un momento. Sostuve sus pelos para que no se manchara pero, el suelo quedó cubierto de su almuerzo, cena y desayuno. Tuve que girarme ya que, olía muy mal y yo, era de esas típicas personas que me da un poco de <<asquito>> ver a otra personas vomitar.

Lucía al escuchar a su amiga vomitar, vino corriendo y se sentó (en el lado que no estaba la pota) al lado de su amiga.

- Ya he llamado a una ambulancia. Viene de inmediato. - dijo cogiendo pañuelos y limpiándole la boca.

- Yo cogeré una fregona y limpiaré todo esto. Tu llevala al piso de abajo y exlicale a los médicos que es lo que ha pasado. Su no puedes te ayudo. - dije ayudándola a levantarla.

- No no, yo puedo. Las cosas de la limpieza están en la cocina en una puerta chica. - dijo cogiendo a Sonia que, estaba medio inconsciente y llevándosela a la planta baja.

Bajé abajo y vigilé a mis dos amigas, de si necesitaban ayuda. Cuando ya vi que estaban fuera de peligro, entré en la habitación que me habían dicho y cogí el cubo y la fregona y subí a la planta de arriba, donde me esperaba una gran pota. Me quité mi sudadera nueva y, la puse en la cama para no mancharla. Metí la fregona en toda esa mierda y, la ensalada de esta mediodía un poco más y sale. Me controlé muchísimo ya que, yo no soportaba ese olor. Abrí puertas y ventanas de toda la planta de arriba para que no se concentrara ese olor tan desagradable cuando, escuché la sirena de la ambulancia lo que significaba que, venían a por mi amiga.

Cuando bajé solo permitían que entrara una de nosotras dos, así que dejé a Lucia que entrara con ella. Ellas son las verdaderas amigas aquí y yo no tendría derecho alguno a montarme con ella. Cuando se fueron y me dejaron sola, seguí recogiendo la pota de mi amiga cuando, de repente, escuché que alguien abría la puerta de casa de mi amiga.

Cogí el bate que tenía mi amiga en la habitación (¿por qué siempre cojo bates?) y lentamente, fui bajando las escaleras para ver quien era. Vi a un chico de unos veintipico de años, abrir la nevera como si estuviera en su casa.

- ¿Quien eres? - cuando dije eso, el chico pegó un respingo y se le cayó todo lo que tenía en manos. El chico estaba sin camisa y sin pantalones y me miraba confundido y extrañado.

- Soy hermano de Sonia y........... ¡Espera! quien tendría que preguntar quien eres, soy yo. ¿Que haces en mi casa? - dijo cogiendo algo para taparse.

- Perdón por el susto. - dije soltando el bate en la mesa de el salón. - Soy amiga de tu hermana y........ -no sabia como decirle que su hermana había tratado de suicidarse porque e novio la había dejado.

- ¿Por que te paras? Prosigue. - dije acercándose a mi.

- Tu hermana, tu hermana esta......... - no era capaz de decírselo así sin más.

- ¿Que le pasa a mi hermana? - dijo cogiéndome de los hombros.

- Lucia y yo vinimos a verla y la encontramos en su habitación inconsciente y no respiraba, le hice vomitar para que así pudiera reaccionar y ........... - el hermano de Sonia me soltó, se puso la camisa, el pantalón, cogió las llaves y volvió a cogerme, pero esta vez de la mano para llevarme a su coche.

- ¿A que hospital la llevan? - dijo abrochándome el cinturón como si no supiese.

- Creo que leí algo de San Juan de Dios, pero no estoy segura.

- ¿Como no vas a estar segura? Estabas con ella. - dijo cerrando mi puerta y yéndose a su asiento.

- Te recuerdo, que yo era la que estaba limpiando la pota de tu hermana, no abajo con ella.

- Vale vale, tranquila. - dijo arrancando el coche y saliendo rápido de el aparcamiento.

- No lo estaré si sigues conduciendo así. ¡Nos vas a matar!

El seguía conduciendo como un loco y yo me aferraba al asiento como si fuera mi salvavidas. Me daba miedo que la gente condujera así ya que, esto conllevaba a los accidentes. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, cambió la velocidad lo que hizo que, mi cuerpo se fuera hacia adelante pero, algo me agarró para que no me estampara contra lo que tenía delante.

Era el brazo de el hermano de Sonia el que, había salvado que mi cuerpo se espachurrara contra el cristal. Cuando aparcamos, salió corriendo de le coche y yo lo seguí. Preguntamos por su hermana en el mostrador y nos dijo, una mujer amargada y con cara de vieja que su hermana estaba en una habitación en la tercera planta. Corriendo nos montamos en el ascensor ya que, no había ganas de subir escaleras y, nada mas que se abrieron las puertas, salimos corriendo buscado la habitación en la que se hallaban mis dos amigas.


¿POR QUÉ EL? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora