¡Quedate conmigo!

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- ¿Qué tal con El Ken de Plástico? - dijo Dylan sin mirarme.


- No ha estado mal. Le he ayudado ha hacer matemáticas y el me ha ayudado ha hacer lengua. - dije tirándome en la cama.

- Me alegro por ti. - dijo cogiendo su móvil.

- ¿Te pasa algo? - dije inclinándome en la cama para mirarlo.

- ¿A mi? Nada. - dijo toqueteando su móvil.

- Dylan, te conozco ¿que te pasa? A mi me lo puedes contar. - dije bajando de la cama y poniéndome en cuclillas y apoyando mis manos sobre sus piernas pero, este, se levantó de la silla haciendo que cayera de culo al suelo.

- ¿Que, qué me pasa? Kevin es lo que me pasa. Intento que estés alejada de el por el daño que hace a los demás y ahora vas y estas con el por las tardes. Miriam, el hace daño a todo aquel que se le acerca tan solo con respirar. - dijo estrellando sus puños en mi pared.

Me quedé quieta sin poder contestar. No me gusta pelearme con nadie y menos con el. ¿Por qué tiene que poner las cosas tan difíciles? No entiendo porque se ponía así. ¿no confiaba en mi, como para que quiera que me aleje de el?

- ¿Confías en mi? - dije mientras intentaba que las lágrimas que tanto luchaban por salir, no cayeran de mi rostro.

- ¿A que viene eso? - dijo mirándome por primera vez, desde que empezamos ha hablar.

- Contestame Dylan. - dije derramando las lágrimas. - ¡Contestame! - dije poniéndome nerviosa ante su silencio.

- No confío en el - dijo sin mirarme.

- Si confiaras en mi, no tendríamos esta discusión tan absurda. - dije limpiándome las lágrimas mientras el, solo se limitaba a mirar el suelo sin tener valor de mirarme a la cara.

- Confío en ti. ¿O a caso dudas? - dijo levantándome la voz.

- ¡No lo haces, no confías en mi, estas dudando!. ¡No me puedo creer que de verdad pienses, que me puedo ir con una persona como Kevin!. - dije sollozando. No me podía creer que mi novio, creyera eso de mi.

- No me grites. - dijo Dylan andando hacia donde estaba. - No me hables de esa manera.- dijo el levantándome la mano. Cuando hizo eso, sollocé a un más fuerte. No podía creer que por una tercera persona, todo el tiempo que hemos pasado juntos, se vaya a pique.

- Haz lo, pegame. - dije gritándole tan fuerte como mi cuerpo me lo permitiese. - Dylan, creo que deberías marcharte. - dije volviéndome para no verle la cara. El, protestado y dándole puñetazos a la puerta, se fue sin decir palabra.

Cuando oí la puerta cerrarse, me desplomé en el suelo y seguí llorando.

Marcos apareció de momento en mi habitación y cuando me vio tirada en el suelo, llorando desconsoladamente, se tiró a mi lado y me abrazó con tantas fuerzas que me sentí como en casa

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Marcos apareció de momento en mi habitación y cuando me vio tirada en el suelo, llorando desconsoladamente, se tiró a mi lado y me abrazó con tantas fuerzas que me sentí como en casa.  Lloré a un más cuando el me abrazó.

- Estoy aquí. - dijo dándome un beso en la frente mientras nos balanceábamos despacio. - Estoy aquí pequeña. - dijo abrazándome más fuerte. 

- Gracias. - dije intentando hablar. Intenté decirle mas cosas pero no me salieron. Agradecía tanto que el estuviese aquí conmigo....



Dos horas después...


- Miriam, Miriam. - dijo mi hermano balanceándome para que me despertara.

- ¿Que? - dije frotándome los ojos.

- ¿Por qué no te das una ducha? Así a lo mejor te sientes mejor. - dijo el levantándose de el suelo.

- Esa es tu forma de decir, estas horrible y hueles mal, ve a ducharte guarra. - dije intentado reírme pero, no me salió la risa.

- No quería decir eso. - dijo cogiéndome en brazos y levantándome de el suelo. - A demás, tu siempre hueles bien. - dijo con su sonrisa que tanto me gustaba y llevándome al cuarto de baño. - Te dejo que te desvistas y te traigo la ropa. - dijo saliendo de el cuarto de baño.

Me empecé a quitar la ropa y me metí en el plato de ducha, eché la cortina y mientras mi hermano venía, me duché. El entró en el cuarto de baño cundo yo me estaba secando y nada más mirarme, se giró para darme la espalda y no mirarme.

- Lo siento, pensé que ya habías salido y que estabas con la toalla puesta. - dijo tapándose los ojos y con la cara más roja que un tomate. Yo me envolví en la toalla y me dirigí hacia donde estaba el.

- No pasa nada. - dije dándole un beso en la mejilla y cogiendo mi ropa. Terminé de vestirme y salimos los dos de el cuarto de baño. No tenía ganas de comer, así que me metí en mi cuarto y me acosté en la cama. Marcos estuvo a mi lado todo el tiempo, hablando y haciéndome reír todo el tiempo. Cuando ya empecé a quedarme dormida, el me dio un beso en la frente y cuando se quiso salir de mi cama, le agarré de el brazo.

- No te vayas Marcos, por favor. - dije mirándole a los ojos.

- Miriam, estarás mejor durmiendo sola. - dijo mirándome como yo lo hacía.

- Quedate conmigo Marcos. - dije con tanta necesidad que se me escapó una lágrima que, antes de que llegara a la almohada, Marcos limpió mi mejilla y sonriéndome.

- Siempre pequeña. - dijo dándome un beso en la frente y acostándose a mi lado.

 - dijo dándome un beso en la frente y acostándose a mi lado

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¿POR QUÉ EL? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora