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Normalmente nunca tenía tanto ánimo de comenzar algo nuevo, algo extraño en mi comodidad, pero estaba emocionada esta vez. Por primera vez, por un nuevo comienzo. Por fin comenzaría mi vida universitaria.

Había viajado a la capital sólo para asistir a esa prodigiosa universidad, Universidad Nacional de Seúl, dejando atrás todo. Era la mejor del país y aunque hubiera dejado mi ciudad natal atrás, valdría la pena en el futuro. Así que no tenía remordimientos. Podría superar todo, porque si había dejado todo atrás sin chistar, ¿Por qué me sería difícil ahora?

La universidad era inmensa, debo admitir. Me sentí una hormiga cuando me detuve en la entrada. Un diminuto ser sin saber hacia dónde debía dirigirme. Muchas personas entraban platicando, otras solas como yo, otras leyendo algo. Daba igual. Me iba a adaptar pronto a ese nuevo estilo de vida. Sonreí. Quizá estaba siendo muy optimista, pero tenía que ver el lado positivo de todo esto. Estaba a punto de empezar a estudiar lo que más quería.

Normalmente hubiera estado asustada, como la primera vez que vine a vivir a la capital, pero luego de dos meses ya me había adaptado a la vida de Seúl. Así que no era extraño estar rodeada de gente con lujos, o gente sencilla, como lo era yo.

Caminé y me dirigí al edificio de Ciencias económicas. Sí. Desde pequeña amaba todo lo que tenía que ver con empresas, economías, etc. Supongo que era por influencia de mi padre, aunque este fuese arquitecto. Vi a muchas chicas arrastrando sus maletas, dirigiéndose a los dormitorios. Hubiera accedido a vivir en los dormitorios de la Universidad, pero de alguna manera iba a querer privacidad, no podía compartir un lugar con alguien que no conocía, además mamá estaba de acuerdo, así que rentó un pequeño departamento, el cual no quedaba muy lejos.

Cuando llegué al inmenso edificio, observé gente por doquier. Algunos mayores, otros perdidos, otros con cara de niños, incluso parecían aún escolares. Quizá yo en ese momento también me veía así. Divisé el mapa del edificio en un panel y ubiqué rápidamente mi primer salón tras revisar mi horario.

D-416.

Cuarto piso. Podría haber tomado el ascensor porque llevaba zapatillas con taco, ya que era muy pequeña, más del promedio coreano, sin embargo opté por subir las escaleras con tranquilidad. Respiré pesadamente tras el trajín cuando llegué al piso correspondiente. Si hubiera sabido que el salón estaba del extremo opuesto, hubiera subido por las otras escaleras. Así que recorrí todo el pasillo mirando a las pocas personas conversando cerca del balcón. Miré mi horario para verificar el número otra vez ya que el salón estaba cerrado. Sin embargo, al mirar que había más personas supe que ese era el salón. Miré mi reloj, aún faltaba cinco minutos para las 8.

Decidí colocar mis audífonos y dejé que la música de Huang YiDa sonara. Hacía mucho tiempo, cuando tenía apenas 11 años, conocí a tal cantante en un viaje a China con mamá, aquel había estado en un fanmeeting abierto en el momento que crucé en su delante. El cabello negro lacio y esa sonrisa me cautivó rápidamente, al extremo de detener mi andar. No era fan de bandas o cantantes, es más siempre escuchaba música al azar sin aprender los nombres de los cantantes o siquiera de la canción, pero en ese entonces, la voz de aquel chico resonando en el centro comercial me enamoró. Adoraba su voz dulce aunque no fuera alguien tan conocido.

Estaba escuchando un segundo de consolación cuando observé como un chico se recostó a mi costado, pegado a la pared. Vestía todo de negro y era alto. Sin embargo, fue lo único que logré ver, porque justamente apareció quien supuestamente sería el profesor con la llave y abrió la puerta del salón. Saqué mis audífonos y los guardé rápidamente en mi bolso en tan sólo unos segundos, segundos suficientes para que muchos entraran al salón.

Caminé ligeramente rápido. No quería sentarme en primera fila, así que me alivié cuando vi varios asientos libres en el medio de salón. Apenas me senté, me di cuenta que el chico que había visto con anterioridad pasó de frente, aunque pronto sentí su presencia tras de mí.

Tenía que admitirlo. Esta vez sí había logrado ver su rostro. Era lindo, pero bueno, ¿qué esperar de la capital? En la capital habían chicos más guapos que en Busan, de dónde provenía. Olvidé ese tema rápidamente cuando el profesor empezó con la clase.

Saqué la libreta donde tomaría mis apuntes y un bolígrafo negro. La clase era introducción a la economía así que estaba atenta hasta que me tensé. Una voz había intervenido de repente desde la parte posterior de mi asiento. Era dulce. Muy dulce. Parecía la voz de un ángel, incluso podía deducir que si fuera cantante sus canciones me atraparían en un 100%. Quise voltear por completo para mirarlo, pero sólo giré un poco. Algo me decía que si lo hacía podría pasarme algo malo ya que tras sus palabras había una tremenda seriedad indescriptible.

Jeon.

Su apellido era Jeon.

Lo supe cuando el profesor lo elogió por su intervención y que lo estaría observando. Era el alumno que había destacado en la primera clase, así que sería memorable para el profesor. La clase terminó, por lo que tomé mis cosas, pero antes de siquiera levantarme de mi asiento, Jeon pasó por mi costado con dirección hacia la salida. No hablaba con nadie y parecía no querer hacerlo.

Lo miré a lo lejos. Una inmensa curiosidad por aquel chico de apellido Jeon nació en ese entonces.

Lo siento + Jjk  » Book 1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora