1- ¿Amigos?

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 En un parque de la gran ciudad se puede apreciar a los niños corriendo divirtiéndose y jugando, en una esquina de ese parque justo en el estanque de patos se puede observar a una solitaria niña con el cabello negro como el ébano y con sus dos pequeños ojos azules como el mismo estanque observando a los pequeños patos, no se percata de lo que pasa a su al redor lo único que le interesa son los patitos y alimentarlos, estando tan concentrada en dicha labor no se percató de que un niño se dirigía hacia ella en una bicicleta y que le gritaba que se alejara, Kamie que era el nombre de la niña no se dio cuenta de ello hasta que ambos y la bicicleta estaban dentro del lago. El niño muy enojado le reprochaba a Kamie.

-Es que eres tonta –decía el niño muy enojado.

-Yo no soy tonta aquí el tonto eres tú –le respondía la niña –Por tu culpa mi padre se va a enojar.

-Yo te grite que te hicieras a un lado y tú no te quitaste ¿Eres sorda?-ahora el tono del niño no era de enojado si no de curiosidad.

-No, no lo soy simplemente observaba los patitos- respondió Kamie un poco enojada.

-De todas formas la culpa la tuviste tu no yo.

-Eres tú el culpable por no haber frenado si sabías que me ibas a arrollar.

-La bicicleta no tiene frenos –respondió el niño apenado.

Antes de que los niños pudieran seguir con su conversación llegó la que aparentaba ser la madre del niño.

-Lindo ¿Por qué estas todo mojado?

-Me he caído de la bicicleta justo en el estanque, pero madre lo juró ha sido culpa de esa niña.

-¿Quién es está pequeña Lindo? ¿Cómo te llamas pequeña?

-Mi nombre es Kamie, señora –dijo la niña con una amplia sonrisa. 

La mujer le devolvió la sonrisa mientras le decía –Kamie busca a tu madre no te vayas a enfermar y disculpa si Lindo fue el causante de esto-esto último lo dijo con tonó apenado, por otra parte Lindo seguía empeñando en que había sido culpa de Kamie y su madre lo seguía regañando, al final y al cabo tanto Lindo como su madre se despidieron de Kamie y se fueron rumbo a su casa.

Cuando Kamie ya no pudo divisar a Lindo se volvió a sentar en el césped a observar a los patos. Muy pasada la tarde y Kamie sigue sentada en césped hasta que un hombre muy bien vestido se baja de un lujoso Audi de color negro y caminaba en dirección a Kamie.

-Kamie, se puede saber porque no has ido directo a casa tal y como te lo ordene, una niña de 10 años no puede estar sola a esta hora de la tarde, tu abuela me llamó muy preocupada –la voz del hombre demandaba autoridad y enojo.

-Padre tú me prometiste que hoy me recogerías a la salida del colegio - la voz de Kamie era una mezcla de tristeza, melancolía y desesperación.

-Te dije que hoy no podría porque tenía una reunión importante y lo sabes.

-Siempre tú trabajo ha sido más importante que mí –ahora dos lagrimas rodaban por sus mejillas.

El hombre tomo a Kamie y la abrazo, noto que estaba un poco mojada.

 –Mi vida –susurraba a la oreja de la niña – yo te quiero más que a mi vida, prometo reponer el tiempo perdido –Kamie no pudo responder y comenzó a llorar.

 - ¿Cuándo padre? ¿Cuándo vas a tener tiempo para mí?- decía la niña en medió de los sollozos- Kamie, mañana te llevaré a tomar un helado de menta con chocolate como te gusta y también iremos al cine, pero primero vamos a la casa para que te cambies sabes que tu salud es muy delicada y estas empapada – Tanto Kamie como su padre subieron al auto para ir a su gran casa.

Toda una vida para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora