26- El dulce perdón.

279 24 0
                                    

            Tras escuchar lo que Max acaba de decir Lindo tomo sus cosas y rápidamente llego a la casa de los Cross y fue recibido por la nueva madrastra de Kamie a quien ni siquiera saludo para pasar directamente a la habitación de Kamie, que estaba cerrada y abajo Lindo podía escuchar como la madre de Max mascullaba algo no muy agradable sobre él. En la habitación de Kamie lo único que se podía escuchar eran los sonidos de llanto.

-Quién sea que esté afuera quiero estar sola, no me siento bien – Lindo tras escuchar lo que su amiga le había dicho se le congelo el corazón, no creía que Kamie se sintiera tan mal para llorar por una pelea con él, y lo que más miedo le causo fue la frase no me siento bien, en ese momento Lindo comenzó a vislumbrar el pasado ahora muy lejano que lo había unido a esa niña y empezó a preocuparse por el tiempo que les quedaba juntos, ningún adolescente debería pensar así, estaban en la época más hermosa e inolvidable de sus vidas y Lindo no tenía conocimiento de cuanto más podía vivir con su amiga. Se negó a seguir pensando cosas tristes decidió hacer lo que tantas veces había hecho y que a Kamie le gustaba porque según ella la escena del balcón era la más importante de Romeo y Julieta, se encamino al balcón de su Julieta y comenzó a escalar cual Romeo enamorado, al llegar a la ventana corrediza del cuarto de su amiga pudo vislumbrar la penumbra en la que se encontraba sumergida, se aventuró a entrar y encontró a su amiga acostada en su cama llorando desconsoladamente, él se acercó sigilosamente y comenzó a acariciarle el cabello.

-No tiene importancia mi niña – le susurraba Lindo a Kamie – fue algo sin importancia.

-Lin – fue lo único pudo pronunciar para aferrarse a él en un fuerte abrazo, Lindo intentaba retener las lágrimas que amenazaban con quemarlo por dentro.

-Si me pides que termine con Liz lo haré – comento Lindo dándole un casto beso en la coronilla.

-No, nunca te lo pediría. Ella te ha dado la alegría que conmigo no conseguiste.

Lindo se limitó abrazarla fue incapaz de pronunciar otra palabra, su corazón era tan frágil y en esos momentos pensaba "Kamie no te creas esas palabras por favor, porque tú siempre has sido el único motivo por el que sonrió, tú y solamente tú. Desde ese día en el lago te convertiste en la parte más esencial de mi existencia, porque no eres solo mí amiga, ni mi hermana, sino eres a aquella persona a la que amé, amó y estoy seguro de que amaré por siempre. Porque el destino quiere jugar con nosotros, somos solo niños que no deberían contar las horas, pero ahora me es imposible en lo único que pienso es en el tiempo que nos queda, no pienso dejar que te arrebaten de mí lado y aunque suene egoísta te haré permanecer siempre a mi lado" sin darse cuenta Lindo había comenzado a llorar mudamente, pero su amiga ya se había dado cuenta.

-¿Qué te pasa mi Lin? – preguntó Kamie con la voz ronca.

-Nada, solamente no quiero volver a pelear – dijo Lindo, pero por dentro deseaba reprocharle el no haberle contado que estaba enferma, el no haber sido capaz de resolver las cosas sabiendo que en cualquier momento ya no estaría más con él ¿Cómo había sido capaz de estar tan serena en semejante situación? Desconocía que su ángel no tenía ni idea de lo que sucedía y que desde ese día sería el secreto que más le dolería guardar.

-Sentí que te perdía – decía Kamie hundiendo su cabeza en el espacio del mentón de Lindo y acurrucándose.

-Nunca lo harás – contesto con convicción y después espero caer en brazos de Morfeo, pero el sueño fue incapaz de llegar. Lindo vio pasar un par de horas viendo dormir en sus brazos a su mejor amiga. Un par de horas después la puerta se abrió dejando ver a un muchacho y un niño.

-Lindo debes acompañarme – dijo Max intentando no despertar a Kai – vez Santi Kamie duerme bien, vuelve a tu cama.

Lindo y Max caminaban codo con codo asía el despacho de Andrés en cuanto llegaron. Andrés hizo sentarse a Lindo, quien se sentía intimidado por la presencia de los dos hombres, se sentía como si estuvieran por torturarlo.

- Ya sabes lo de mi hija – comenzó Andrés con un tono lúgubre que Lindo nunca le había visto.

- Si – contestó Lindo intimidado por la penetrante mirada de Andrés y Max.

- Kamie no sabe nada – esta vez era Max quien hablaba – ni se te ocurra mencionarle nada y has que Bryan guarde silencio también.

- Max tiene razón Lindo, Kamie no se debe enterar de su situación.

Lindo estaba a punto de realizar la pregunta que tanto miedo le daba.

-¿Cuánto tiempo le queda? – pudo ver cómo tras decir esas palabras Max y Andrés cambiaban de expresión y Andrés comenzó a contarle toda la historia de su primera esposa y ahora de Kamie.

-El tiempo que tenemos con ella es limitado, pero prolongado – terminó Andrés – Disfrútalo al máximo mi hija te quiere mucho.


Toda una vida para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora